Pacto Kirchner-Lavagna: ¿jugada maestra o acuerdo espúrio?

Pacto Kirchner-Lavagna: ¿jugada maestra o acuerdo espúrio?

06 Febrero 2008
Análisis. Por Mariano Spezzapria - Columnista - NA.
Buenos Aires.- El pacto sellado entre Néstor Kirchner y Roberto Lavagna no sólo modifica el tablero político y acentúa el dominio oficialista, sino que también divide las aguas entre quienes lo consideran una jugada maestra del ex presidente y los que opinan que se trata del último capítulo de los acuerdos espúreos de la dirigencia argentina. Se escuchan, en medio de esta batalla dialéctica desatada por un hecho consumado, argumentos que defienden ambas posturas, entre las que no parecen distinguirse términos medios.
Pero existe un hecho incontrastable: los tres millones de votantes que optaron por Lavagna en las últimas elecciones presidenciales seguramente no lo hicieron pensando en la posibilidad de que su candidato firmara, sólo tres meses después, un pacto político con el máximo referente del oficialismo.
Y no es que el votante de Lavagna tenga una muy mala opinión del matrimonio Kirchner -como sí la tiene el adherente de Elisa Carrió o el de Mauricio Macri-, sino que el ex ministro representó en octubre una alternativa al oficialismo y por esa opción se inclinaron nada menos que tres millones de ciudadanos.
Lavagna dijo, en las últimas horas, que el acuerdo con Kirchner no implica que vaya a acompañar al Gobierno en forma lineal, porque el grupo político que lo sigue se convertirá en la primera minoría de un PJ más plural, según el ofrecimiento que le hizo el ex presidente.
¿Le alcanzará ese argumento a Lavagna para explicar su decisión a quienes lo votaron? ¿Bastará con eso para que no lo consideren el protagonista de un nuevo caso de "borocotización" de la política?
Lejos de reparar en este tipo de cuestiones, Kirchner dio por su parte una muestra de que la reorganización del PJ llevará su sello personal, cuando muchos ya pensaban que había vuelto a las fuentes y que se recostaría en el partido del que renegó en los últimos años.
No es que el ex presidente considerara al PJ un adversario, ni mucho menos, pero la historia reciente es clara: primero ensayó con la transversalidad y luego con la concertación plural, en muchos casos dejando por el camino a dirigentes históricos del justicialismo.
Al parecer, el 45% de los votos que obtuvo Cristina en las últimas elecciones presidenciales no fue suficiente para el ahora "primer caballero" y, por eso, pergeñó un acercamiento con quien había sacado más del 16% en las urnas de octubre.
Cierto es que la política no responde a las sumas matemáticas, pero también es verdad que los Kirchner buscaban obtener más del 50% de los votos y que algo sucedió en el camino que los gurúes oficialistas no supieron detectar a tiempo.
Pero como esa ya es una cuestión del pasado, lo que importa ahora es determinar si las últimas elecciones marcaron una tendencia -que podría reflejarse en la vieja antinomia peronismo-antiperonismo- o si solamente fue una foto de un momento político determinado.
Para Kirchner la respuesta debe estar clara, porque lo primero que hizo a su salida de la Presidencia -tras su paso por la selva colombiana- fue meterse de lleno en el rearmado del PJ. Como si percibiera en la sociedad un movimiento pendular en torno a una antinomia que podría profundizarse en los próximos años. (NA)

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