En Tucumán, las viejas salas del centro tienen bajas ganancias y no pueden realizar inversiones

En Tucumán, las viejas salas del centro tienen bajas ganancias y no pueden realizar inversiones

Roberto Abdenur, propietario del cine Atlas, habló de los desafíos de la reconversión y del futuro de una actividad que está en cambio constante. "Llevamos el séptimo arte en la sangre", dijo.

SIN PUBLICO. “El sospechoso” no tuvo espectadores el día de su estreno. ARCHIVO LA GACETA SIN PUBLICO. “El sospechoso” no tuvo espectadores el día de su estreno. ARCHIVO LA GACETA
09 Diciembre 2007
“La globalización también ha llegado a los cines”. La afirmación pertenece al dueño del cine Atlas, Roberto Abdenur, quien está convencido de que el mercado en Tucumán está cada vez más acotado debido al cambio de las costumbres de la gente.
“Los que estamos en esta actividad llevamos el séptimo arte en la sangre. El cierre del Candilejas nos dejó atónitos, pero ya lo veíamos venir. En realidad, todos los viejos cines del centro tucumano estamos trabajando con ganancias bastante ajustadas”, señaló en diálogo con LA GACETA. El empresario, que posee también un par de salas en Salta, habló de la pasión que significa manejar un cine y del desafío de subsistir cuando todo alrededor parece derrumbarse.

- ¿Por qué las salas tucumanas no pueden recuperarse? ¿Es una cuestión de inversión? ¿O es que el DVD, el cine casero y la piratería les restaron público?
- El problema es mucho más complejo. Tiene un poco de todo esto. La inversión y la reconversión tecnológica es clave. Yo mentiría si dijera que me siento satisfecho con la sala que tengo. A cualquiera le gustaría tener un Mercedes Benz último modelo. El tema es si el presupuesto de cada uno permite tener esa tecnología de punta. Yo no puedo. Con un promedio de asistencia a mis dos salas de entre 200 y 300 personas, no puedo darme el lujo de comprar butacas anatómicas al estilo del Village de la Recoleta, cuando cada asiento cuesta $ 3.000. Pero aun así, si un día se presentara un grupo inversor y me prestara cuatro millones de pesos para reconvertir mis salas en un complejo de última generación, estoy seguro que no tendría tanto público como tienen los cines de los shopping. En un centro comercial hay varios anzuelos para atrapar a la gente. Tienen estacionamiento propio, restaurantes y negocios para comprar de todo. Yo no podría reunir todas esas ventajas en mi cine.

- En Salta, ¿la realidad es distinta?
- No tanto. Al igual que en Tucumán, los cines tradicionales del centro cerraron y fueron alquilados por el Estado para erigir pequeños teatros. Nosotros, sin embargo, seguimos operando. No tanto porque signifique una ganancia para nuestra familia, sino por amor al cine. Mis hermanos y yo tenemos nuestros propios emprendimientos que no tienen nada que ver con el cine. Pero seguimos abriendo las salas porque el cine fue el primer negocio de la familia. No ganamos dinero, pero sí muchas satisfacciones. Es una cuestión de amor propio, de orgullo.

- ¿Las ganancias varían según el título?
- Seguro. Hay películas que llenan la sala durante semanas. Y otras que duran apenas una. “Titanic” o “Episodio III”, son algunos ejemplos que recuerdo.

- ¿Cómo ves tu futuro dentro de la actividad?
- Yo voy a seguir abriendo el cine hasta que ya no pueda más. Tal vez tenga la última sala del centro. No sé, el tiempo dirá. Hasta ahora, las salas del Cinemacenter no fueron una competencia directa y las que se abrirán en el shopping Portal Tucumán, tampoco porque están alejadas. Si algo hemos podido comprobar es que el público que viene a nuestro cine es mayoritariamente juvenil (que no puede o no quiere trasladarse hasta el hiperlibertad) o gente mayor (jubilados). Pero, la apertura del complejo en el ex Mercado de Abasto podría restarnos público porque esas salas sí estarían cerca nuestro. Hay que ver cómo se acomoda todo.

- ¿Y cuál es tu pronóstico?
- Creo que puede haber lugar para todos, pero los márgenes seguirán siendo ajustados. Es de esperar que, con el cierre del Candilejas, tengamos más público en nuestra sala. Pero el jueves, por ejemplo, se estrenó “Bee movie”, uno de los tanques de Hollywood más esperado y, sin embargo, sólo asistieron al estreno 146 personas. En la otra sala, donde se proyecta “El sospechoso”, otro de los estrenos de la semana, no tuvimos ni un solo espectador. Mientras que “Stardust”, la película que viene de la semana anterior, sólo fue vista por ocho personas. Abrir el cine y poner en marcha semejante infraestructura para un número tan ínfimo de espectadores es un despropósito. Sin embargo, igual lo hacemos porque amamos el cine.

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