Inusual balance de gestión, desde otro atril

Inusual balance de gestión, desde otro atril

Análisis. Por Hugo E. Grimaldi - Columnista DYN.

26 Septiembre 2007
BUENOS AIRES.- En su último discurso como presidente de la Nación, Néstor Kirchner copó el atril mayor de la Asamblea General de Naciones Unidas con la misma faceta de transgresor que mostró sin tapujos durante todo su gobierno.
Generalmente, el foro de la ONU se utiliza más para discurrir sobre factores de preocupación global que para hablar de situaciones de los contextos locales. En la ocasión, y a la velocidad que le impusieron los tiempos prefijados, Kirchner se embarcó en ambas cosas.
En primer término, avanzó con Irán y con las Islas Malvinas como estandartes de los dos temas más sensibles en materia internacional y en ese renglón se mostró multilateral y diplomático.
Pero en segunda instancia, sumó al discurso la reivindicación de sus políticas de derechos humanos y hasta se animó a resaltar su manejo de la economía, en plena revulsión de los mercados que han desnudado en las últimas semanas las dificultades de la administración en materia de superávit y de control efectivo de la inflación.
En el caso Irán, marcó de modo contundente la necesidad de apuntalar la persecución del terrorismo por vía judicial. Sin atarse a verbos comprometidos (emplazar, instar, sugerir) Kirchner dijo que espera que ese país “colabore” y eligió la fórmula de involucrar a las Naciones Unidas para que sea el organismo el que “interceda” ante el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad y le pida su cooperación en el caso AMIA.
También volvió a expresar la tradición reivindicativa sobre las Islas Malvinas, aunque en este caso el Presidente dejó muy claro el rechazo argentino a la pretensión del Reino Unido de ampliar su presencia en el Atlántico Sur.
Pero la novedad estuvo estríctamente desde lo interno. Allí Kirchner bajó algunas líneas de su cosecha, entre ellas lo que él considera que probó el caso argentino, es decir la facultad que tiene cada país para elegir su propio modelo económico, situación que no se puede escindir del divorcio argentino del FMI que propició su gobierno y que se encargó de resaltar, junto a los que consideró en la enumeración sus mayores logros de estos cuatro años, como si hiciese un inusual balance de gestión.