Adicta a los desafíos, en el fútbol o en el laboratorio

Adicta a los desafíos, en el fútbol o en el laboratorio

Hace diez años, Virginia Albarracín y otras chicas de colegios secundarios comenzaron a instalar el arte de la redonda como deporte femenino, y con el tiempo lograron crear una liga. Pero Virginia, que es licenciada en Ciencias Biológicas, cultiva la pasión por la investigación, en el Proimi.

POSDOCTORAL.Virginia se perfeccionará en EEUU con una beca Fulbright. LA GACETA/ JOSE NUNO POSDOCTORAL.Virginia se perfeccionará en EEUU con una beca Fulbright. LA GACETA/ JOSE NUNO
03 Agosto 2007
Virginia Albarracín demostró ser una mujer multifacética desde que era chica, cuando en los recreos o en las semanas de la Escuela Sarmiento escandalizaba a más de una profesora con los entonces incipientes campeonatos de fútbol femenino. Ya entonces ella era la arquera. Y lo sigue siendo hoy, diez años después, cuando juega en algún campeonato con los científicos de la Planta Piloto de Procesos. Industriales Microbiológicos (Proimi) el organismo del Conicet en el que está concluyendo, después de cinco pacientes años de laboratorio, su doctorado en Ciencias Biológicas.

-¿Cuál es tu tema de tesis doctoral?
- Es sobre biorremediación de cobre utilizando actynomicetes, que son bacterias que se extrajeron del suelo, de áreas contaminadas de un canal de drenaje. Supongamos que hay un sitio contaminado con cobre; y ya tenemos una bacteria , una cepa especial, que en el laboratorio, y a escalas pequeñas, es capaz de captar cobre en el suelo, y disminuirlo en un 30 %. Lo bueno de estas bacterias es que no son patógenas, de modo que se puede cultivar en ese mismo suelo. Ahora hace falta una experiencia a escala campo. Y en otra etapa ya se puede pensar en algo interdisciplinario. Pero, si hubiera una empresa interesada en desarrollarlo, sería más fácil. También se puede aplicar en efluentes.

- ¿Han cambiado las condiciones de investigación en los cinco años de tu doctorado?
-Ha cambiado todo. En 2002 éramos cuatro o cinco becarios; el instituto (Proimi) estaba muy vacío de gente y de recursos; ante la crisis era muy difícil comprar reactivos. Pero las cosas fueron mejorando, e ingresó más gente. Ahora hay 30 becarios. Han mejorado las cosas, y hasta el presidente Kirchner ha anunciado su decisión de que aumente el presupuesto para Ciencia y Técnica. Pero hay un tema sin resolver, y es el de la falta de equipamiento. No es una cuestión fácil, porque el equipamiento es muy caro, y cada vez se abre más la brecha, porque en el mundo van apareciendo constantemente innovaciones tecnológicas que en otros lados se usan de rutina. Pero me parece auspiciosa esta idea del Centro Tecnológico (UNT -Conicet, en el Manantial) que está avanzando, y que va a servir para interrelacionar a los investigadores y también para comprar, y compartir, equipos de más complejidad.

-¿Qué harás con la beca Fulbright que acabás de ganar?
-Los actynomicetes son los principales productores de antibióticos ; y tienen un gran potencial para otro tipo de sustancias, antitumorales, o antifúngicos. En el centro en el que trabajaré -de Biotecnología Marina, en Baltimore, Maryland- se desarrolla una línea de antimaláricos. Trabajaré allí durante cuatro meses. Y mi proyecto para el año próximo es trabajar en la Universidad San Pablo-T. Me parece una idea interesante, porque el perfil profesional que buscan es el de gente joven, con mucha iniciativa y con preparación. De todos modos, no voy a dejar la universidad pública. Mi idea, más adelante, es aplicar para ingresar en la carrera del Conicet.

-Has conciliado la investigación con tu pasión por el fútbol...
-Se cumplen diez años del fútbol femenino en Tucumán. Comenzamos 20 chicas jugando en San Martín, y 20 en Atlético. Comenzamos a jugar partidos entre nosotras; después organizamos campeonatos. Y dos años después armamos la Liga, en la cual hay ahora diez equipos. Ahora, cuando veo una chica jugando al fútbol en la calle, me siento muy bien, porque entiendo que he ayudado a que se difunda un poco más. De todos modos, todavía no es algo que sea tomado con tanta naturalidad. Cuando hacíamos las semanas de la escuela Sarmiento, al principio costaba que fuera aceptado el fútbol femenino. Ahora, en todas las semanas, en María Auxiliadora, en las Esclavas, juegan al fútbol. Las del Huerto son muy buenas porque juegan al hockey. La posición en la cancha es muy parecida, de modo que tienen la táctica más desarrollada.

-¿Por qué has apostado a consolidar el fútbol femenino?
-Porque era un desafío. Me gustan los terrenos fértiles. Y me veía apoyada por otras chicas a las que también les gustaba el fútbol femenino, pero que no tenían esta característica de gestión, por llamarlo de alguna manera.

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