19 Junio 2007 Seguir en 


BUENOS AIRES.- El debate electoral de Tierra del Fuego, cuya jurisdicción constitucional integran las islas del Atlántico Sur, ha sido tal vez el más sucio de todos los que se ventilan en la actualidad, pues a las habituales imputaciones pasatistas se han sumado hechos testimoniales escandalosos que habrían dado lugar al corte de servicios insulares de internet. La isla paradisíaca y legendaria prisión se asomó así al mundo coincidentemente con el 25° aniversario del fin de la guerra de Malvinas en un contraste severo y cuando el conflicto por la soberanía se ha diluido nuevamente en otra recomendación inoperante en las Naciones Unidas. Entretanto, y especialmente en los mismos días, el intercambio de correspondencia y los encuentros entre veteranos que se enfrentaron en la desolada turba malvinera, se producen aquí y allá demostrando un sentido común que no es frecuente en la política. Oficialmente, para nuestro gobierno, los malvinenses no existen, están en Londres, donde el argumento consiste en dejar el problema a los isleños. Ese largo cuento sin fin ya no funciona en la realidad internacional, y el modelo en boga es ahora el de España e Inglaterra, socias en la Unión Europea, con referencia a Gibraltar, donde la convivencia de ambas poblaciones llegará en algún momento a ser tan poderosa como la realidad geográfica en el tiempo de las comunicaciones.