Estimada Eugenia Flores de Molinillo: es indispensable generar audacia en el pensamiento y con ello entrar en el terreno de la negociación del saber, en ese "hacer saber", en ese "dar sentido al saber".
Proponemos ir más allá de la reflexión del término que dio origen a tanto academicismo. ¿Es "el saber" o el "no saber" lo que da motivo a algo que merezca el nombre de acontecimiento? ¡Cuántos hilos históricos podríamos vincular, quizá toda la telaraña que llegará a tejerse hasta hacerse una trama! Pero no olvidemos que las arañas suelen quedarse atrapadas bordeando gozosamente su propia red. ¡Cuántas cosas apasionantes provoca la palabra escrita o la palabra plena! Sometamos lo escrito a una nueva lectura, llevémoslo al terreno de la contradicción si fuera necesario, demos lugar a una reescritura.
Esto nos impone un doble gesto: por un lado, marcar lo escrito, lo cual fue hecho quizás, como bien decís, aburriendo con tanto tecnicismo a nuestros lectores, y por otro, hacer una lectura diferente. ¡Allá vamos! "Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Y detrás de ella está la esposa de él" (Groucho Marx). No es que con esta frase nos hagamos las desentendidas, pero lamentamos disentir en cuanto al poder de la mujer para inspirar al hombre. Esa interpretación es más bien una fuerte estructura marcada en la mujer o, al menos, a la cual tendemos a adherirnos apasionadamente, donde la subordinación al hombre tiene muchas veces efectos que se deslizan hacia conceptos engañosos o a postulados implícitos que justamente deseamos cuestionar. Otras voces masculinas acaso tan autorizadas como las de Woody Allen dejaron la impronta de este legado: "Comparando en conjunto al varón y a la mujer, es lícito decir: la mujer no poseería el genio del adorno si no tuviera el instinto del papel secundario (F. Nietzche). ¿Vamos a continuar dando carta blanca a la vulgaridad de la estrella fugaz alimentándose del astro rey? Tanto desde el psicoanálisis como desde la antropología y la filosofía imperan ideologías tan refinadas que a veces no nos dan pie para introducir una nueva idea: ¿Cómo se construye la feminidad? ¿Es desde la maternidad que nos vuelve "dulces, cariñosas y adorables"? ¿Es a partir de la virtud que la maternidad supone que logramos ser escuchadas y miradas por ganar en voluminosidad física y ya no hablar sino como madres totémicamente veneradas? Porque cuando las mujeres hablamos "como mujeres" corremos especial riesgo de no ser escuchadas, porque la voz femenina es, por definición, una voz -que puede- ser ignorada. En suma, el zumbido de un mosquito molestando al noble toro.
Entonces entre no ser escuchadas ni miradas nos enfrentamos ante la estrategia más conocida, "la Maternidad" que usada como un lugar de descanso teórico y práctico aparece como única vía posible de respuesta a la feminidad. La maternidad es un compromiso demasiado importante como para que sea usado por la sociedad y la cultura dominante como herramienta de reafirmación del ser fémino. Te agradecemos la oportunidad de seguir indagando en esta línea, pues sólo a través de pensamientos lúcidos como el tuyo podremos permitir que las palabras ocupen el lugar debido y no más que esos espacios. Existe una única reserva: al releer nuestros escritos y tu última repuesta nos descubrimos curiosamente suspendidas en la elipsis de un bizarro universo paralelo que deja afuera al mundo real. ¿Aterrizamos juntas?