El hijo único

Aquel mito que reza que los hijos únicos tienden a ser egocéntricos y malcriados no es verificable en la realidad. Un desafío.

29 Agosto 2002
Reza la leyenda que los hijos únicos son malcriados, caprichosos, egocéntricos, y poco inclinados a compartir. La "sabiduría popular" también dictamina que estos chicos, cuando crezcan, tendrán problemas para integrarse en la escuela, en el grupo de amigos, en el trabajo. El mito asegura que un hijo único, se convertirá en un adulto egoísta y avasallante, acostumbrado a obtener todo con un par de gritos, o -por el contrario- será una persona retraída, incapaz de luchar por lo que le corresponde.
La realidad ha demostrado que ninguno de estos mitos tiene asidero, al menos no en mayor medida que en el caso de los chicos que tienen hermanos.
Los hijos únicos no son necesariamente más egoístas, ni más retraídos, ni más caprichosos que los demás niños. Su diferencia reside en que tienen que lidiar, ellos solos, con las expectativas, los sueños y la atención (a veces agobiante) de los padres.
En los últimos años, el fenómeno de las familias cada vez más pequeñas se ha incrementado. Por diferentes razones, es cada vez más común encontrar parejas, madres (o padres) con un solo hijo. Sin embargo, el no tener hermanos suele generarle preguntas e inquietudes, que conviene responder lo antes posible.
Cuando es pequeño, el hijo único necesita una respuesta al por qué de su soledad. Según le contesten "no pudimos tener más hijos", "no quisimos", o "con vos era suficiente", será diferente su manera de entenderlo.
La falta de satisfacción a esa pregunta puede general fantasías en el niño: la de no haber sido deseado, la de ser un obstáculo para los proyectos de mamá y papá, o la de haber sido adoptado de manera poco clara. Todas estas dudas lo llevarán a buscar indicios y tratar de verificar una y otra vez los datos sobre su situación y la de sus padres en el momento del nacimiento.

El centro del afecto
La falta de pares en la convivencia diaria puede dar lugar a la sobreestimulación por parte de los mayores que lo rodean, y así sus actitudes y su lenguaje pueden madurar precozmente. Es el caso del "niño criado entre grandes". También puede ocurrir lo opuesto, si los padres intentan que el niño siga siendo un bebé, y favorecen la sobreprotección y el infantilismo.
Algunos adultos pueden recordar su infancia como hijo único como un cúmulo de intolerancia, posesividad y egocentrismo, derivado de la sobrevaloración de los pares y de la poca conciencia de la situación. Pero ese panorama no es común a todos. Un hijo único comparte con otros de su condición esa cualidad. Serán diferentes los vínculos con sus padres, las experiencias de la infancia y el nivel de socialización.
Su soledad para algunas vivencias será inevitable, y no tendrá la experiencia del amor fraternal, pero ello no impedirá que en su crecimiento influyan los grupos de pares en los que participa. Como contrapartida, con la integración temprana con otros chicos de su edad se puede compensar la soledad, la introversión, el individualismo.
Por otra parte, no hay que olvidar que un hijo único tiene más posibilidades de quedar atrapado en el vínculo con la madre. Por ello es necesaria la presencia del padre, para impedir que se eternice la relación con la madre. Ello le permitirá lograr su autonomía.

PUNTO DE VISTA Con la mirada en un solo espejo
Por Nora Castellino (psicoanalista de niños).
Desde los orígenes de la humanidad los mitos, cuentos y fábulas nos hablan del lugar y la importancia de los hermanos en la constitución del psiquismo. Un hermano es alguien con quien se comparte el mismo origen, un apellido donado por un padre, el amor y los cuidados de una madre. Los lazos fraternos se establecen de acuerdo con el lugar que cada hijo ocupa en la estructura familiar y a la movilidad de esta estructura en tanto posibilite o no la inserción de otro u otros.
Un hermano es un semejante, alguien parecido, pero al mismo tiempo diferente, una persona con quien se puede rivalizar, pero a quien también se puede amar. Los hermanos y sus sustitutos, pares, compañeros, amigos ofrecen la posibilidad de desprenderse de la mirada de los padres. Con ellos se comparten juegos y peleas en la infancia, secretos, confidencias e ideales en la adolescencia.
¿Qué ocurre con el hijo único? No podemos dar una respuesta universal ni establecer que la condición de hijo único de por sí produce conflictos psíquicos. Esto dependerá fundamentalmente del lugar que ocupa un hijo en relación a sus padres. Puede existir un obstáculo real para aumentar la descendencia, pero esos padres pueden propiciar en el niño una apertura al mundo y al vínculo con otros, porque ellos mismos son capaces de desear y proyectarse más allá de su hijo.
En cambio, la condición de hijo único puede producir patologías severas cuando queda atrapado en esa imagen de perfección narcisista que le ofrecen sus padres: es el único, el mejor, lo tiene todo, lo puede todo.
Ese niño, al igual que en el mito de Narciso, quedará fascinado por esa imagen perfecta, pero también irremediablemente solo. Ser único puede significar mirarse en un solo espejo, el de los padres, quienes le devuelven al niño una imagen idealizada de sí mismo. El niño colma y completa a los padres y los padres al niño.
Cuando un niño es hijo único, los padres tienen temor a perderlo, a que crezca, a que se desprenda de ellos, que se vaya para siempre, temor a quedarse solos. Del lado del niño, sentimientos de culpa que obstaculizan la sustitución por otros seres humanos y con ello la apertura hacia la escena del mundo,  la vida, los amigos y también el encuentro con el otro sexo.

Habituados a obtener lo que quieren
Gastón consigue casi todo lo que quiere. Hace pucheros, un mohín, una sonrisita, su repertorio de muecas dirigidas a padres y abuelos es más amplio que el de un actor cómico. "Es un nene acostumbrado a obtener casi todo lo que pide, pero tratamos de evitar que esa situación se transforme en un obstáculo para su vida. Desde que era pequeño intentamos que tuviera amigos, que los trajera a casa, que se viera seguido con sus primos y que hiciera alguna actividad con chicos de su edad", cuenta la madre del pequeño de 6 años.

Exigencias propias y ajenas
Verónica y su esposo trabajan de lunes a sábado, y su tiempo para estar con Gastón es limitado. "Tratamos de mantener una rutina que lo incluya: salidas, paseos, cena en familia. La idea es que no se sienta solo en el tiempo en que no está con sus amigos. De todos modos, es inevitable que tenga momentos de soledad, que se aburra de tanto en tanto, y que pregunte ?cuándo voy a tener un hermanito?", relata.
"Es inevitable también que siempre trate de ser el mejor en todo, y que se sienta frustrado cuando no logra destacarse en alguna actividad. La única manera que encontramos para contrarrestar esta tendencia es mostrarle todas las cosas que sí hace bien, y tratar de no ponerle demasiadas exigencias. Muchas más son las que él mismo se impone", reflexiona.

ACTITUDES QUE AYUDAN

NO A LA SOBREPROTECCION.- Los padres de hijos únicos depositan en ellos todas sus expectativas, pero también sus miedos. Muchos se inclinan por evitar que el chico haga sus propias experiencias, con lo que evitan muchos golpes, pero también los alejan de la posibilidad de aprender de esas situaciones.

INTEGRACION TEMPRANA.- Es muy importante ayudarlos a suplir la ausencia de pares en casa con la integración con otros chicos de su edad. Es muy importante incentivarlos a que amplíen su mundo en la guardería, el jardín de infantes, los amiguitos del barrio o del edificio.

SIN CAPRICHOS.- Ya sea porque la situación económica lo permite o porque, al no tener otros hijos, los padres tienen menos gastos, los hijos únicos suelen tener todo lo que piden, desde juguetes hasta salidas y "caprichitos". No está mal mimarlos en la medida de lo posible, pero no hay que ceder a sus exigencias todo el tiempo. Si los padres siempre se adaptan a las demandas de un hijo pequeño, no están haciéndole ningún bien. Por el contrario, sólo conseguirán que tenga una muy tolerancia a las frustraciones, y que se "quiebre" ante la menor dificultad.

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