Chernobyl: la muerte aún acecha 20 años después

El 26 de abril de 1986 se produjo el mayor accidente nuclear de la historia. El reactor Nº 4 de la central atómica sufrió un desperfecto.

REUTER REUTER
23 Abril 2006
KIEV, UCRANIA.- Dos fatídicas explosiones en el reactor cuatro de la planta nuclear ucraniana de Chernobyl, el 26 de abril de 1986, provocaron la mayor catástrofe ecológica en la historia. Las llamas se elevaron hasta el cielo, chispas cayeron en cascada por los cables que colgaban destrozados, agua sucia corrió en todas direcciones y las ruinas del reactor estaban al rojo vivo.
Lo peor de todo era la luz blanca azulada que se empinaba hasta el cielo, propagada por la radiación de iones proveniente del corazón del reactor expuesto.
A pocos días de que se cumplan 20 años del horror, la cifra de muertos aún no se conoce con exactitud. Según la organización ecologista Greenpeace, este desastre atómico generó más de 200.000 muertes entre 1990 y 2004 en las regiones de Ucrania, Bielorrusia y Rusia. La causa principal: efectos de radiación en el organismo y en la sangre . Los sistemas más afectados son el inmunológico y endocrino. El desarrollo de enfermedades congénitas es alarmante.
Un último estudio de la Academia de Ciencias de Rusia señala que los problemas son mucho mayores que los estimados por investigaciones anteriores. La ONU ha comunicado que se deben sumar 4.000 muertes más por cáncer, atribuibles a la contaminación radiactiva de Chernobyl. Pero un nuevo documento enfatiza en que sólo el análisis de las enfermedades oncológicas muestra que cerca de 160.000 futuras muertes por cáncer en el mundo serán consecuencia de la explosión de la planta.
Los países más afectados son Ucrania, Bielorrusia y Rusia. La superficie que fue contaminada con cesio-137, abarca 45.260 kilómetros cuadrados. En esa zona viven, hasta el día de hoy, entre 5 y 8 millones de personas. En las últimas dos décadas, más de 15.000 niños de la región de Chernobyl se atendieron entre 1995 y 2003 en el hospital pediátrico Tarará de La Habana, Cuba. Los pequeños (de entre 6 y 14 años) fueron tratados en el centro especializado en enfermedades asociadas a la radiactividad. La explosión, que fue 200 veces mayor que la produjo la primera bomba atómica en Hiroshima, afectó a aproximadamente a 60.000 niños.
La Unión "Chernobyl" de Rusia, que agrupa a miles de personas que combatieron las secuelas del mayor accidente atómico de la historia, acusaron a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) de intentar "enterrar" la memoria de la catástrofe.
"A ellos (por la AIEA) no le conviene reconocer la auténtica magnitud de la catástrofe y manipulan las cifras de los muertos", dijo Viacheslav Grishin, presidente de la Unión. "La AIEA sólo reconoce unos miles de muertos, cuando sólo en Rusia casi 30.000 liquidadores (bomberos, soldados, especialistas y voluntarios civiles) perdieron la vida desde el 26 de abril de 1986", destacó Grishin. (Especial)

Punto de vista
El colapso de la Unión Soviética
Por Mikhail Gorbachov - Extracto de un artículo del ex presidente de la Unión Soviética para "La Prensa" de Panamá
El accidente nuclear en Chernobyl, del que se cumplen 20 años, fue tal vez -incluso más que la perestroika iniciada por mi Gobierno- la verdadera causa del colapso de la Unión Soviética. De hecho, la catástrofe de Chernobyl fue un punto de inflexión histórica que marcó una era anterior y una posterior al desastre.
La misma mañana de la explosión en el centro nuclear de Chernoby, el politburó se reunió para analizar la situación y, a continuación, organizó una comisión de gobierno para hacer frente a las consecuencias. Esta debía controlar la situación y asegurarse de que se tomasen medidas serias, particularmente en cuanto a la salud de las personas en la zona del desastre. Más aún, la academia de ciencias designó un grupo de destacados científicos que fue enviado de inmediato a la región de Chernobyl.
El politburó no tuvo de manera inmediata información apropiada y completa que reflejara la situación posterior a la explosión. Sin embargo, había en su interior un consenso general de que debíamos entregar la información de manera transparente tras recibirla. Eso estaría dentro del espíritu de la política de Glasnost que para entonces ya estaba bien establecida en la Unión Soviética.
Por ello, las acusaciones de que el politburó ocultó información sobre el desastre están alejadas de la verdad. Una razón por la que creo que no hubo un engaño es que, cuando la comisión gubernamental visitó el lugar de los hechos justo después del desastre y pernoctó en Polesie, cerca de Chernobyl, todos sus miembros cenaron con comida y agua regulares del lugar, y anduvieron todo el tiempo sin respiradores, al igual que el resto de las personas que trabajaban allí. Si la administración local o los científicos hubieran sabido la verdadera magnitud del desastre, no se habrían arriesgado a eso.
De hecho, nadie sabía la verdad, y por esta razón fueron en vano todos nuestros intentos por recibir información completa sobre la dimensión del desastre. Al principio pensamos que las consecuencias de la explosión se verían principalmente en Ucrania, pero Bielorrusia, al noroeste, fue afectada de manera mucho peor, y luego Polonia y Suecia sufrieron los efectos. Por supuesto, el mundo supo primero del desastre de Chernobyl a través de científicos suecos, creando la impresión de que estábamos escondiendo algo. Sin embargo, la verdad es que no teníamos nada que esconder, ya que sencillamente carecimos de información durante un día y medio. Sólo unos pocos días después, supimos que lo que había ocurrido no era un simple accidente, sino una genuina catástrofe nuclear: una explosión en el cuarto reactor de Chernobyl.
El precio de la catástrofe de Chernobyl fue abrumador, no sólo en términos humanos, sino también económicos.

La radiación no respeta fronteras
BRUSELAS.- "La radiación no respeta fronteras nacionales," dijo en conferencia de prensa Ian Fairlie, uno de los autores del informe que sugiere a la Organización Mundial de Salud (OMS) estudiar cómo el desastre nuclear de Chernobyl afectó a las naciones de Europa, además de Bielorrusia, Ucrania y Rusia.
"La lluvia radioactiva de Chernobyl contaminó alrededor del 40 % de la superficie de Europa", precisa el informe. Y añade: "las poblaciones que se encuentran fuera de los tres países más afectados enfrentaron el doble de muertes de cáncer ."
El estudio pronostica que a fines de este siglo habrá entre 30.000 y 60.000 muertes provocadas por el cáncer relacionadas con Chernobyl, de la que se dice que son significativamente mayor de lo que estiman la OMS y la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

El incidente
El 26 de abril de 1986, el ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Eduard Shevardnadze, se encontró con un hecho para él inusitado: le esperaban, crispados, numerosos embajadores europeos acreditados en Moscú. Sorprendido interrogó por las causas. Le advirtieron que en el curso de la noche se había producido una grave explosión nuclear en la URSS y que, detectada en Europa, se habían tomado medidas inmediatas prohibiéndose el uso de las tierras y, por tanto, de las cosechas en una gran extensión de la Unión Europea. El ministro soviético, amigo personal de Gorbachov, no tenía la menor noticia. Nadie, en el curso de aquel amanecer histórico le había proporcionado la menor noticia. Inmediatamente se puso en contacto con los servicios militares y políticos del país. Ni una sola palabra pudo obtener. Secreto total. En su libro de memorias (El porvenir se escribe libertad) hace el relato de ese día y de las semanas posteriores. "Gorbachov me llamó por teléfono para reunirme con él mientras 15 embajadores me pedían urgentemente una entrevista. Todos ligaban la explosión a la URSS. El caso tomaba un carácter escandaloso", expresa.
Pasaron los días. "El 15 de mayo de 1986 Gorbachov tomó la palabra en la televisión central". El ministro continúa así: "Hoy, cinco años después de la catástrofe de Chernobyl (fecha de la publicación de su libro) el número de las víctimas ha superado las decenas de millares (página 314 de la editorial Odile Jacobs de París) y se ha comprobado que el cesium y el stroncio contaminaron no sólo los círculos del infierno en un radio de 30 km., sino a regiones y repúblicas enteras".
El testimonio, sobrecogedor, de Shevardnadze impresiona. Ni él mismo, durante muchos días, pudo saber lo que había pasado, pese a su magnitud. "La cuestión de la verdad y la mentira tuvo un papel decisivo en mi dimisión", narra en la página 317.
El Parlamento europeo estudiará, en estos días, un informe sobre Chernobyl en el cual se dice que aún un 40% del suelo de la Unión mantiene residuos peligrosos derivados de la nube tóxica.

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