BUENOS AIRES.- El renombrado cantor de tangos Alberto Castillo murió ayer a los 87 años en el Sanatorio Bazterrica, de la ciudad de Buenos Aires, informaron fuentes médicas.
Nacido el 7 de diciembre de 1914 con el nombre de Alberto de Luca, en el barrio porteño de Mataderos, médico ginecólogo de profesión, fue conocido popularmente como "El Cantor de los Cien Barrios Porteños".
De niño tomó lecciones de violín y canto con tanto virtuosismo que, según cuentan los conocedores del tango, una noche, a los 15 años, se encontraba cantando para un grupo de amigos y pasó por el lugar el guitarrista Armando Neira. Quedó tan sorprendido por las condiciones del joven que de inmediato le propuso incluirlo en su conjunto.
Los comienzos
Castillo comenzó su carrera artística a fines de la década del 30, y ocasionalmente, cuando cantó en una fiesta de estudiantes de la Facultad de Medicina junto a la orquesta de Ricardo Tanturi, este inmediatamente lo contrató. Posteriormente y luego de una pelea con Tanturi formó sus propias agrupaciones, que fueron dirigidas por Manuel Buzón, Eduardo del Piano y Angel Condercuri.
Sus interpretaciones de "Recuerdos" -la primera canción que grabó en 1941 y se convirtió en un éxito inmediato-, "Otra cosa, che pebeta" y "Madame Ivonne" fueron convirtiéndolo en uno de los intérpretes más populares de la canción ciudadana, al punto que alguna vez, él mismo dijo para definirse que era un "cantor de multitudes".
Su particular fraseo, su postura y su decir arrabalero -"canto como me enseñó la calle", dijo en una ocasión-, su vestir al estilo de los dibujos de Divito en "Rico Tipo" y sus incursiones en el candombe con bailarines negros en escena hicieron de Castillo uno de los personajes más populares de las décadas del 40 y del 50, y uno de los grandes del tango.
En familia
En junio de 1945 contrajo matrimonio con Ofelia Oneto, del que nacerían Alberto Jorge (ginecólogo y obstetra), Viviana Ofelia (veterinaria e ingeniera agrónoma) y Gustavo Alberto (cirujano plástico).
La repercusión de su figura le abrió también las puertas del cine, donde protagonizó 18 filmes, entre ellos "El cantor de los cien barrios porteños", "Adiós, Pampa mía", "Un tropezón cualquiera da en la vida" (junto a Fidel Pintos) y "El tango vuelve a París" (con la orquesta de Aníbal "Pichuco" Troilo).
En 1993, ya en el final de su carrera profesional, pero como una muestra más de su ostensible vitalidad, Castillo grabó junto a Los Auténticos Decadentes "Siga el baile", uno de sus grandes éxitos en ritmo de candombe, que se incluyó en una de las placas del grupo de rock.
"Yo soy parte de mi pueblo, y le debo lo que soy, hablo con su mismo verbo, canto con su misma voz", fueron quizás las palabras con las que el popular cantante mejor se definió a sí mismo. (TELAM y DyN)