Aunque la calle se convirtió en un memorial a cielo abierto, buscan evitar la demolición de Cromañón y convertirlo en un satuario. Foto: Karina Díaz, 0221.com
El barrio porteño de Once quedó marcado por la tragedia desde 2004. Hace 21 años, los fines de año están manchados con sangre y humo del incendio de República Cromañón. La memoria de los pocos sobrevivientes sigue intacta y, mientras algunos siguen llorando pérdidas, otros reclaman reconocimientos que creen necesarios para una reivindicación de los 194 jóvenes que perdieron la vida en el incendio.
Cerca de una hora antes de la medianoche del 30 de diciembre, Callejeros subió al escenario para empezar con su tercer show en Cromañón. Apenas había empezado la presentación cuando una bengala desató el pánico, luego de que el disparo impactara en la media sombra del techo y lo encendiera por completo. Las 194 víctimas murieron por intoxicación y más de 1.400 resultaron con heridas.
La masacre, y no tragedia, de Cromañón
Más de dos décadas después, las familias y sobrevivientes continúan el reclamo por un sitio de memoria en condiciones seguras. Piden que tenga resguardo estatal, sin riesgo de modificaciones en las condiciones o prestaciones por parte del sector privado. En definitiva, piden que el sitio en que ocurrió la masacre sea acondicionado y garantizado como santuario para recordar a los muertos en el incendio.
“Pudo haberse evitado”, declaró Laura Codaro, sobreviviente e integrante del Movimiento Cromañón al sitio 0221.com. Señala que el término correcto es “masacre”, en lugar del frecuentemente usado “tragedia”, porque el primero aporta la connotación de hecho no fortuito, producido por la negligencia humana. Recuerda que, de hecho, hubo una condena en ese aspecto que también incluyó corrupción e inoperancias.
Reclamo por un santuario para Cromañón
En 2019, la Justicia devolvió el local a quien era su dueño, Rafael Levy. Esa misma noche, el propietario de la firma uruguaya Nueva Zarelux S.A. sacó del ex Cromañón “distintos contenedores con las pertenencias de los chicos y las chicas masacrados, de muchos sobrevivientes también”, según cuenta Codaro. Pero, además, sostiene que lo hizo de una forma clandestina.
Para Codaro, “los derechos humanos no son prioridad del Gobierno actual”. Y por ello, pese a haberse sancionado la ley para expropiar todos los inmuebles en los que se dio la masacre, aún no se aplicó. Las organizaciones, mientras tanto, buscan evitar que el lugar sea demolido o reconvertido mientras avanza el juicio por expropiación.
“Atrás de Cromañón hay un derecho a la cultura, un derecho a divertirnos, un derecho a que podamos ir a tomar un café, ver una obra de teatro, un recital, o un partido de fútbol y podamos estar tranquilos de que ese lugar está habilitado correctamente, de que es un lugar seguro", explicó Codaro sobre las actividades de concientización que se realizan en torno a Cromañón









