Pantallas: ¿Es “Pluribus” la mejor serie del año? Sin duda que sí

Pantallas: ¿Es “Pluribus” la mejor serie del año? Sin duda que sí

¿Quién no quiere ser feliz, por más que eso conduzca -pequeño detalle- a renunciar a esa individualidad que tan inequívocamente humanos nos hace? Daba la sensación de que Carol Sturka (Rhea Seehorn -foto-) estuvo tentada de pisar el palito, pero reaccionó a tiempo y fue “a lo Carol”: instalando una bomba atómica en el jardincito delantero de su casa. Tremendo final para ese test de Rorschach llamado “Pluribus”, cuya primera temporada -al igual que su prima no tan lejana “Severance”- nos regala el milagro de la originalidad entre tantos chorizos que fabrican en serie las plataformas de streaming.

Claro, se habla de “Pluribus” como de la mejor serie del año y puede que sea así, aunque a muchos les resulte compleja, pretenciosa y/o aburrida, lo que dice más de las bajísimas ganas que tienen las audiencias de ponerse a pensar que de las alertas que la historia va lanzando con forma de misiles conceptuales. Mente colmena/algoritmos; inteligencias extraterrestres/IA... Las metáforas no son tan difíciles de desentrañar.

Más que una advertencia sobre lo que vendrá, “Pluribus” propone recordar quiénes somos antes de que sea demasiado tarde. O tal vez ya es tarde y, como decía hace 40 años Neil Postman, sólo nos queda divertirnos hasta morir y no nos damos cuenta. Como en el “Mundo feliz” de Aldous Huxley, en “Pluribus” la felicidad se convierte en una obligación y la individualidad es una suerte de enfermedad que requiere ser curada. Eso implica borrar identidades y subsumir todo en una conciencia colectiva que de humana no tiene nada.

Camino del héroe

Carol desanda el camino del héroe desde el duelo (por la muerte de su esposa), la frustración profesional (escritora tan exitosa como desencantada) y sus demonios internos (apaciguados por el alcohol). Es lo peor que pudo pasarle a la mente colmena: toparse con una inconformista irredenta, culposa a más no poder, sensible, vulnerable, impredecible y demasiado perspicaz como para caer en la trampa. Carol, a partir de una actuación que -sería de esperar- coronará a Rhea Seehorn con toda clase de premios, derrocha humanidad. Tanta que puede engancharse con un avatar como Zosia (Karolina Wydra) o enojarse al punto de reclamar una bomba nuclear.

La distopía de “Pluribus” retrotrajo a Vince Gilligan a sus tiempos de los “X Files”. Tras explorar otros aspectos de la condición humana, tan sórdidos como los que expuso en “Braking bad” y “Better Call Saul”, Gilligan delineó un mundo postapocalíptico en el que la premisa no es menos inquietante. En ese sentido, el inicio del último capítulo de “Pluribus” es aterrador. Una mujer, una de las pocas que no había sido cooptada, acepta integrarse a la colmena y lo que se dibuja es una puesta en escena orientada a hacerle más colorido, sonriente y plácido el traspaso. Una vez concretado el cambio se corre el telón y queda descubierta la verdad de ese mundo, en el que ya no existen individuos sino abejas laboriosas carentes de personalidad. No muy distinto a lo que se ve en la calle hoy en día.

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