

Quisiera referirme al extenso artículo del Sr. Arturo Arroyo: “Gloria eterna al Martin Fierro y a José Hernández” (12/12). Estimo que el mencionado artículo es la respuesta a una carta de mi autoría: “Santos Vega Vs Martín Fierro” del 09/12. Hay que advertir antes: los que no coincidimos con los conceptos del Sr. Arturo Arroyo no nos convertimos automáticamente en “traidores a la patria” (Arturo Arroyo dixit). No funciona así el debate de ideas en ningún país democrático del mundo. Es precisamente el debate de ideas lo que motivó que un grupo de jóvenes intelectuales de la llamada generación de 1937 (se habían formado en establecimientos educativos creados por Bernardino Rivadavia) se agruparon para defender los ideales de la Revolución de Mayo y para pensar y analizar la particular realidad social Argentina. Los ideales de la Revolución de Mayo incluían la libertad, el libre comercio, la democracia, la restricción del sufragio y el dictado de una constitución para organizar institucionalmente el país. El Sr. Arroyo menciona a algunos de esos jóvenes: “Mitre, Echeverría, Sarmiento y adláteres”. Hay que agregar entre los “adláteres” a Juan Bautista Alberdi, José Mármol, Juan María Gutiérrez, Vicente Fidel López, Félix Frías, etc. En un comienzo se mantuvieron al margen de la guerra entre unitarios y federales (excepto Sarmiento), pero con el aumento de la represión de la dictadura de Rosas fueron obligados a exiliarse en Montevideo y Santiago de Chile junto a los antiguos unitarios. Estos jóvenes, pertenecientes a la élite intelectual del interior y del puerto de Buenos Aires, son creadores de una literatura nacional con maravillosas obras que enriquecieron a generaciones de argentinos. Decir que consideraban al gaucho: “una especie detestable”, “retrograda”, “que había que erradicar, exterminar o reemplazar” es de una simpleza burda, una interpretación maniquea del fenómeno del gaucho en la literatura y en la historia Argentina. Me jacto de haber leído varias veces los versos del Martin Fierro y del Santos Vega de Rafael Obligado, no me cuesta hacerlo, los disfruto, son muy bellos, no encontré en el Santos Vega a ese “cantor espectral y pusilánime” que menciona el Sr. Arroyo, si es cierto que fue derrotado por el progreso (el arado), pero también Martín Fierro fue derrotado por el progreso, por eso desaparecieron los gauchos y la poesía gauchesca. La oposición al progreso es lo que más asombra del Sr. Arturo Arroyo, se opone al arado y a la revolución industrial, la califica de “trituradora humana”; condena al “progreso europeo y poco más tarde yanqui”. Nadie niega que la revolución industrial, surgida en Inglaterra a fines del siglo XVIII, en sus comienzos, produjo explotación de obreros, incluido mujeres y niños; eso se corrigió con legislaciones que trataron sobre la cuestión social en el siglo siguiente. Antes de la revolución industrial, sólo existía una economía rural que dependía del éxito de las cosechas, cuando se producían heladas o sequías el hambre se adueñaba de los campos. La historia argentina está llena de matices Sr. Arroyo, coincido con usted y con Leopoldo Lugones en la valoración del gaucho, pero, paradójicamente, el gran escritor cordobés también escribió un ensayo elogioso sobre la vida de Domingo Faustino Sarmiento. Eso nos enseña, a usted y a mi, a reflexionar que en la historia de la patria puede haber distintas opiniones, pero ambos amamos a “la patria de Echeverría y la tierra de Santos Vega”.
Luis Ovidio Perez Cleip
luisperezcleip@gmail.com







