

David, un niño con autismo, sufrió un dramático accidente: se cayó a un pozo ciego y otra sería la historia de no ser por la aparición y la actuación milagrosa de cuatro ángeles de la guarda que lo socorrieron, asistieron y le salvaron la vida. Para que suceda un milagro debe intervenir un ser sobrenatural que tenga el convencimiento y las agallas suficientes de enfrentar a la desgracia con decisión y no permitir a perder un hijo luego del dolor por la pérdida del padre de sus hijos. Ellas se llama madre coraje. Reina Uribe es nuestra heroína que voló esas dos cuadras, que le parecieron kilómetros, para llegar a la comisaría y pedir auxilio y allí aparecieron esos cuatros seres humanos de acero, que a la orden del jefe se pusieron el traje de héroes, dejaron el protocolo al costado, actuaron en forma eficaz y en tiempo récord, en 40 minutos, cavaron un pozo paralelo, hicieron entrar al más delgado y salvaron a David. El niño volvió a la vida junto a su madre y sus autitos. Me hubiera gustado estar en el lugar en la hora del milagro, abrazar y felicitar a todos esos valientes policías, en especial a Patricio Gerez, Cristian Valdez, Roque Herrera y Rubén Bilbao, que sin jerarquía ni charreteras, hicieron elevar hasta el cielo el orgullo de ser y pertenecer a los cuadros policiales de nuestra provincia. Además, por curiosidad le preguntaría a cada uno de ellos si en qué o quién pensaban después de cada palada de tierra que sacaban. ¿En sus hijos o algún ser querido? De lo que sí deben convencerse es que, como la ingratitud y el tiempo ponen a la brevedad un manto de olvido, es también cierto que David, su madre Reina, la población de Las Cejas y sobre todo sus queridos seres, jamás lo olvidarán.
Francisco Amable Díaz
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