
CRISIS. Ryan Lochte, uno de los nadadores más exitosos de la historia olímpica, atraviesa un duro momento personal y económico que lo llevó a desprenderse de parte de su legado deportivo.

Ryan Lochte supo tocar la cima del deporte mundial. Durante más de una década fue sinónimo de podios, récords y gloria olímpica. Hoy, lejos de las piletas y de los flashes, su nombre vuelve a ser noticia por un motivo muy distinto. El campeón estadounidense anunció que subastará tres de sus medallas de oro para intentar salir de una profunda crisis económica y personal.
El exnadador, ganador de 12 medallas olímpicas y solo superado en laureles por Michael Phelps, confirmó que pondrá a la venta tres oros obtenidos en el relevo 4x200 metros estilo libre en Atenas 2004, Pekín 2008 y Río 2016. Cada una saldrá con un precio base de 20.000 dólares y la operación se realizará a través de la reconocida casa Goldin Auctions. La decisión expone la magnitud del colapso financiero que atraviesa ya que sus deudas superan el millón de dólares.
Según trascendió, Lochte enfrenta unos U$S 660.000 en deudas hipotecarias por una vivienda en Florida, además de otros U$S 270.000 vinculados a gastos médicos, impuestos y préstamos impagos. Aunque conserva aún otros oros olímpicos, incluidos los títulos individuales, el desprendimiento de parte de su máximo legado deportivo marca un quiebre en su historia.
No es la primera vez que recurre a la venta de sus preseas. En 2022 ya había subastado medallas de plata y bronce, en una iniciativa que entonces presentó con fines solidarios. En aquel momento había asegurado que jamás vendería medallas de oro si no era por una causa benéfica. Hoy, el escenario es muy distinto.
El derrumbe económico corre en paralelo a una etapa personal especialmente compleja. Lochte atraviesa un divorcio conflictivo con Kayla Rae Reid, quien lo acusó públicamente de abuso de sustancias y solicitó la custodia total de sus tres hijos. Hace apenas tres meses, el exnadador reconoció haber completado un programa de rehabilitación tras años marcados por el alcoholismo y el consumo de drogas.
El propio Lochte habló de una depresión profunda, de días enteros dominados por el sueño y de una sensación constante de fracaso. Ese proceso se agravó tras el recordado escándalo de los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando denunció falsamente un asalto y fue sancionado por las autoridades deportivas de Estados Unidos, un episodio que él mismo definió como un punto de quiebre en su vida.
Al anunciar la venta de las medallas, Lochte intentó darle un sentido más amplio a la decisión. En sus redes sociales escribió que esos oros representan recuerdos imborrables, pero que ahora busca que “hagan algo más que quedarse en una estantería”. Según explicó, su deseo es que puedan inspirar a otras personas, aun en un contexto marcado por la necesidad.







