La lectura de juego es una virtud trascendental en cualquier deporte. No es patrimonio exclusivo del hockey, pero los grandes equipos se construyen a partir de cadenas de pases inteligentes, de distribuir esfuerzos con criterio y de elegir con lucidez cuándo acelerar y cuándo frenar ante la aparición de una curva. Los Leones vienen mostrando avances hacia ese equilibrio, aunque todavía se inclinan por una posesión prolongada que, si bien les permite mover la bocha de lado a lado y buscar grietas, no siempre se transforma en agresividad sostenida en los últimos metros. Esa faceta, sin embargo, logró desbloquearse en el tercer cuarto y fue determinante para el triunfo por 3 a 2 frente a Pakistán, por la tercera fecha de la Pro League en el Estadio Provincial de Santiago del Estero.
El primer cuarto fue la prueba más nítida de lo retratado. El equipo de Lucas Rey tenía la posesión, pero no lastimaba: era un león que rugía, pero que no amenazaba. Pakistán, con una postura más conservadora, lograba frenar los avances argentinos y aprovechaba las excepcionales “galopadas” de Waheed Ashraf Rana, verdadero comandante del conjunto asiático. A su influencia se sumaban las buenas intervenciones de Waleed Rana, ingresado desde el banco. La apuesta pakistaní resultó tan eficaz que, en esos primeros minutos, generó tres jugadas de riesgo que obligaron a Tomás Santiago a intervenir con autoridad.
En el segundo cuarto, Argentina cambió la postura. Tomás Domene recibió un pase dentro del área y soltó un remate potente e inatajable para Abdullah Khan. Fue una ventaja mínima, pero que exponía parte de la filosofía del equipo: paciencia, circulación y un golpe certero cuando aparece la ventana. Sin embargo, Los Leones seguían sin ser contundentes en la última zona, mientras que Pakistán sostenía su amenaza a través de contragolpes veloces.
La segunda mitad comenzó con un cimbronazo cuando Muhammad Ammad puso el 1-1 y llenó de suspenso el Estadio Provincial. Pero ese golpe actuó como despertador. Argentina subió la intensidad, aumentó su agresividad ofensiva y, a través de dos córners cortos, Nicolás Della Torre y Maico Casella volvieron a estirar la diferencia. Pakistán, fiel a su guion, no se dio por vencido y también recurrió a la jugada fija: Waleed Rana descontó para el 3-2.
El último cuarto estuvo cargado de tensión: Pakistán veía la posibilidad del empate y se acercaba con determinación. Sentía que estaba a un golpe de volver a meterse en el partido. Pero cada intento chocaba contra la figura de Tomás Santiago, un muro que sostuvo la victoria en los momentos de máxima exigencia y que volvió a mostrar por qué es uno de los mejores arqueros del mundo.
Con la lectura de juego como brújula, Los Leones encontraron en la segunda mitad la combinación que más buscan: tenencia con intención, paciencia con filo, control con agresividad. El triunfo dejó señales claras de crecimiento, pero también la certeza de que el desafío se vuelve mayor en cada presentación.
El próximo paso será este sábado, desde las 19, frente a Países Bajos, actual campeón masculino y uno de los adversarios que mejor expone las virtudes -y las falencias- de cualquier equipo. Una prueba ideal para medir cuánto pesa hoy esa lectura de juego que Argentina está aprendiendo a convertir en identidad.








