El wellness ocupa hoy un lugar central en la vida de todos, es la base del lifestyle contemporáneo y uno de los caminos más estudiados hacia una vida más larga. Por eso, casi cada semana aparece un concepto nuevo, una palabra que se pone de moda o una práctica que de pronto todo el mundo menciona. A veces son hábitos que ya veníamos haciendo sin darnos cuenta; otras, pequeñas ideas que nos ayudan a mejorar cómo transitamos la rutina.
Lo interesante es que muchas de estas tendencias no requieren grandes presupuestos ni cambios drásticos. No hablamos de viajes, retiros ni experiencias inalcanzables, sino de microhábitos y actividades simples que cualquiera puede sumar de a poco. Pequeñas decisiones cotidianas —algunas individuales, otras más sociales— que están marcando la conversación actual sobre bienestar.
Slow mornings: una tendencia de redes que podemos adaptar a la vida real
Las slow mornings se volvieron una de las tendencias más vistas en redes sociales. Influencers de todo el mundo muestran mañanas lentas y prolijas, llenas de rituales de autocuidado. Pero la realidad es que, para muchas personas, eso no es siempre posible. Si tenés un trabajo con horario fijo, si necesitás viajar para llegar a la oficina o simplemente priorizás dormir —lo cual es absolutamente sano—, probablemente no quieras resignar una hora de descanso solo para “lograr” una rutina perfecta al despertar.
Y está bien. Las slow mornings no deberían ser una exigencia ni un nuevo estándar imposible. Son una propuesta que puede adaptarse a cada ritmo de vida, especialmente para quienes trabajan desde casa, para quienes tienen horarios más flexibles o para quienes pueden permitirse empezar el día con un poco más de calma. En esos casos, dedicar la mañana a uno mismo se convierte en una forma de encarar el día laboral, social y emocional con más energía.
¿En qué consiste una slow morning? Son acciones simples que cambian por completo el modo en que enfrentamos las obligaciones:
– Prepararte un desayuno rico y saludable.
– Tomar agua tibia con limón, té, café o simplemente hidratarte bien.
– Abrir las ventanas, dejar entrar la luz natural, sentarte en el balcón o el jardín.
– Ordenar la casa, hacer la cama, crear un ambiente que esté ordenado visualmente.
– Darse un baño tranquilo y elegir con calma el outfit del día.
– Entrenar o hacer una actividad física cuando el cuerpo tiene más energía.
– Leer el diario, informarse o avanzar un capítulo de tu serie favorita.
– Poner música que te de energía antes de salir de casa.
En redes, referentes como Camille Charrière, Matilda Djerf o Monica Ainley muestran sus mañanas sin prisa: té caliente, luz natural, ropa cómoda, caminatas suaves y cero pantallas durante los primeros minutos. Aunque sus rutinas no sean replicables para todas, sí sirven como inspiración para crear nuestras propias slow mornings posibles.
Wellness del sueño: el nuevo lujo es descansar bien
El bienestar nocturno es, probablemente, la tendencia más universal y accesible del 2025. A diferencia de las rutinas de la mañana —que muchas veces dependen de horarios laborales, traslados y energías cambiantes—, las rutinas del sueño suelen ser más fáciles de implementar porque nos encuentran en casa y más tranquilos.
Este movimiento surge como respuesta directa a lo que en redes se llamó “hustle culture”, es decir, la cultura de la productividad extrema que glorificaba dormir poco, trabajar mucho y vivir en un estado de exigencia permanente. Hoy, para las nuevas generaciones esa lógica se está desarmando, y en su lugar se entiende la importancia de descansar bien para la salud y longevidad.
Las bedtime routines más actuales incluyen hábitos simples como bajar las luces, prender una o dos velitas (por favor siempre apagarlas antes de dormir), dejar los dispositivos lejos de la cama, darse una ducha, ordenar la habitación para que el espacio se sienta limpio, usar sábanas suaves o agregar algún aroma relajante.
Los especialistas en sueño recomiendan evitar pantallas al menos una hora antes de acostarse. Sin embargo, también es real que para muchas personas mirar un capítulo de su serie favorita o una película puede ser un momento de desconexión emocional. Lo importante es diferenciar entre ver una serie/película, que puede relajar, o scrollear TikTok o Instagram, que estimula el cerebro y dificulta el descanso.
Tomar un té de tilo o manzanilla, leer algunas páginas de un libro, escribir en un cuaderno lo pendiente del día ayudan a preparar el cuerpo para la noche. Y algo fundamental es no irnos a dormir inmediatamente después de comer, para permitir que el cuerpo haga su digestión.
En redes, varias figuras internacionales comparten sus rituales nocturnos. Hailey Bieber suele mostrar sus rutinas de calma con cuidados, Rosie Huntington-Whiteley habló en varias entrevistas sobre sus cuidados nocturnos y Marie Kondo llevó a millones de personas a descubrir cómo un cuarto ordenado puede cambiar completamente la energía con la que terminamos el día.
Wellness creativo: un momento para uno
El wellness creativo fue una de las grandes tendencias del 2025. La idea de dedicar, al menos una vez por semana, un espacio que no tenga nada que ver con el trabajo ni con las obligaciones. No se trata de “hacer arte” ni de ser bueno en algo, sino de encontrar una actividad que nos desconecte de la rutina y nos devuelva un momento íntimo, propio y placentero.
Puede ser cualquier cosa que nos saque del automático:
escritura creativa, journaling, un curso de idiomas, un club de lectura, cerámica, bordado, collage, dibujo, fotografía analógica, cocina, baile, poesía o cualquier taller que invite a explorar.
Está tendencia derivó en que crecieran talleres y workshops de todo tipo que ofrecen espacios seguros y lúdicos para explorarla creatividad sin presión. Lo importante no es el resultado, es que sea un momento para uno. El wellness creativo funciona porque nos devuelve algo que solemos perder en la rutina: el permiso para jugar.
Wellness social: sentirse bien también es sentirse acompañado
A diferencia de las otras tendencias mencionadas —que invitan a trabajar el bienestar desde lo individual—, el wellness social nos recuerda que también necesitamos a otros. Después de la pandemia, que nos dejó una fuerte sensación de aislamiento, se volvió evidente que compartir espacios, conversar y crear comunidad tiene un impacto enorme en nuestras emociones.
El wellness social propone volver a priorizar encontrarnos. Y para eso crecieron prácticas que fomentan la compañía, como caminatas grupales, salidas al aire libre, sesiones de yoga en plazas, grupos de meditación, actividades de voluntariado, deportes recreativos o encuentros para explorar hobbies en colectivo. Por ejemplo, en TikTok se viralizaron las “Hot Girl Walk Groups”, caminatas de chicas que se reúnen para hablar y moverse También crecieron los “creative meetups” donde se juntan a dibujar, escribir o leer en silencio, pero acompañados.
La idea es generar momentos donde la presencia de otros reduzca la ansiedad y nos recuerde que no todo debe vivirse en soledad. En redes, celebridades como Jennifer Aniston y Reese Witherspoon destacan cómo su círculo cercano sostiene sus rutinas de bienestar y les da contención afectiva.
El wellness social se trata de tejer redes y de construir vínculos que acompañen y hagan más amable el día a día.
Por suerte, la forma de vivir que alguna vez nos exigía estar apurados, estresados y desconectados de nosotros mismos empezó a quedar atrás. Hoy entendemos que los pequeños hábitos de bienestar —antes asociados solo a unos pocos privilegiados— pueden mejorarnos en un montón de sentidos.
Las nuevas generaciones impulsan ese cambio cultural donde priorizarse ya no es egoísmo ni un capricho. Y lo más valioso es que no exige lujos ni grandes recursos, sino decisiones simples que cualquiera puede intentar incorporar. Es una invitación a cuidarnos sin culpa.







