Sexualmente hablando: de carne somos

PARTIDARIOS Y DETRACTORES. El consumo de carne divide a la gente. PARTIDARIOS Y DETRACTORES. El consumo de carne divide a la gente.

La ingesta de carne tiene fanáticos y detractores. Y probablemente en una proporción similar, si consideramos la población mundial -pensemos en China, en la India-. Los partidarios de abstenerse se valen de argumentos relativos a una nutrición saludable, al sufrimiento animal, la ética y el impacto ambiental. En cambio, los que no están dispuestos a privarse de un asado subrayan su importancia como fuente de proteínas y otros nutrientes esenciales.

En este segundo grupo, más de uno adhiere a la creencia de que la carne es, además, un alimento afrodisíaco. Fundados en la idea de que su consumo aumenta la producción de testosterona y, por ende, el deseo sexual.

Los científicos aseguran que esta asociación no es tan directa: si bien es cierto que algunas carnes magras contienen proteínas, zinc y hierro (favorables a nivel testosterona y masa muscular), también señalan que el consumo excesivo de carnes grasas y procesadas puede afectar negativamente la salud cardiovascular y, en consecuencia, la sexual.

El mito

La fama afrodisíaca de la carne seguramente obedece a su alto contenido de proteínas. Y es que, tras su ingestión, se liberan aminoácidos al torrente sanguíneo, los cuales agudizan los sentidos e incrementan la actividad.

Así lo afirma el escritor británico Stephen Arnott en su libro “Sexo: manual del usuario”. Señala que, antiguamente, eran muchas las personas que ingerían una dieta escasa en proteínas, de modo que el eventual aumento brusco de los aminoácidos les procuraba un placer nunca antes experimentado (lo que podría haber originado el mito). De ahí que con frecuencia las recetas afrodisíacas incluían alimentos ricos en proteínas: además de carne, leche, pescado o legumbres, a menudo en combinación con buenas fuentes de energía, como la miel o las grasas (quizás por eso en Oriente Medio estaba muy difundida la mezcla de leche de camello y miel).

Los frutos del mar, además de ser proteicos, están compuestos por ciertos minerales -como por ejemplo el zinc-, que gravitan positivamente en la función sexual. Los huevos, tan de moda actualmente, contienen no sólo proteínas sino también colina y lecitina, importantes en la producción de esperma. Por eso dicen que es común que los actores porno ingieran suplementos de lecitina para incrementar sus “fluidos”.

Magia

Arnott refiere que, si bien toda carne parece ser eficaz a la hora de “inflamar los sentidos”, históricamente algunas partes del animal han estado mejor valoradas que otras: “Los habitantes de Argelia y Marruecos creen que los testículos de león son muy efectivos, mientras que en Europa se prefieren los de toro y carnero”.

Y agrega que ciertas porciones son consideradas “mágicas” por sus efectos. Por ejemplo en China, donde los huesos, el hígado, la grasa y el pene de tigre se tienen por muy beneficiosos, tanto como los cuernos de rinoceronte o de ciervo. Aunque en este último caso, el beneficio es más bien simbólico, ya que los sanadores o hechiceros vuelcan en ellos el deseo de que se desarrolle un “asta” igualmente potente.

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