Hay que cuidar la libertad
En el primer cuarto de siglo, ha sido peligrosamente marcado y sensible el deterioro de la libertad de expresión en América, aunque también en otras partes del mundo. Cuando esto sucede, y no hay una prensa libre, se debilitan tanto la democracia como las demás libertades.
Gonzalo Marroquín
Ex presidente de la SIP
En Punta Cana se debatió la situación de la libertad de prensa y de expresión en las Américas, con voces experimentadas e informes de cada país. El panorama refleja una tendencia creciente de muchos gobiernos a silenciar a los periodistas y, así, mantener bajo engaño a sus pueblos, entre otros peligros latentes, como la desinformación y la propia inteligencia artificial, que irrumpe con ventajas y amenazas.
Entre los últimos años del siglo XX y la primera década del XXI, tuve el honor de participar en numerosas misiones de la SIP para defender la libertad de prensa en Estados Unidos, México, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Colombia, Perú, Brasil, Argentina y Chile. Aunque se reportaban todo tipo de atentados contra la prensa, el que causaba mayor preocupación era el asesinato de periodistas, por la violencia y sus implicaciones.
Con el paso del tiempo, la tendencia de los ataques contra periodistas y medios ha ido evolucionando. Aunque siguen asesinando colegas en muchos países, los casos son más aislados, porque la forma de reprimir a la prensa se ha “modernizado”: ahora se utiliza el desprestigio, la amenaza y la persecución judicial, todo ello escondido bajo la fachada de gobiernos “democráticos”, pero irrespetuosos de sus principios.
El discurso de inauguración de la asamblea, pronunciado por el presidente dominicano Luis Abinader, resultó esperanzador y una especie de “baño de rosas” en medio de tantas noticias preocupantes y hasta desalentadoras. “Un gobierno que teme a la prensa, teme a la verdad”, dijo el mandatario.
En este tipo de encuentros, durante décadas han sido blanco de críticas los regímenes autoritarios y dictatoriales de los hermanos Castro y Díaz-Canel (Cuba), Chávez y Maduro (Venezuela), Correa (Ecuador), Morales (Bolivia), Pinochet (Chile) y Fujimori (Perú), entre otros. Pero ahora se suman dos gobernantes “democráticos” que han tomado el camino equivocado de ver a la prensa como enemigo: Nayib Bukele y, nada menos, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, un país considerado faro del periodismo independiente en las Américas.
Debilitamiento del sistema democrático
Por eso no extrañó la cita del presidente saliente de la SIP, José Roberto Dutriz, quien expresó que, en Estados Unidos, “la embestida del Gobierno contra medios y periodistas, la utilización de demandas judiciales como instrumento de hostigamiento y las amenazas a licencias de radiodifusión han puesto de manifiesto una peligrosa situación. No se trata solo de ataques a periódicos o cadenas televisivas; se trata de un debilitamiento del sistema democrático más influyente de nuestro hemisferio… Y lo que ocurre en Washington, no nos engañemos, repercute en toda América”.
Son muchos los presidentes que hablan bien de la libertad de prensa, pero, ante la primera crítica, sus palabras cambian, sus actitudes positivas se desvanecen y la tensión brota.
Ahora matan menos periodistas, pero se ha perfeccionado la persecución judicial y la criminalización para acosarlos. La cárcel o el exilio son caminos que muchos colegas han tenido que sufrir.
Cierro con otra frase del presidente Abinader: “Una sociedad democrática y madura no teme al debate; no silencia la diferencia, la escucha; no censura la crítica, la transforma en oportunidad de mejora”.








