A falta de un día para los 21K LA GACETA, cientos de atletas aprovecharon el viernes para pasar por la sucursal de Marathon de Mendoza y Maipú para retirar el kit y completar el proceso de acreditación entregando la documentación médica que avale la condición física. La mayoría lo hizo a partir de las 13, aprovechando la salida del trabajo, o después de buscar o dejar a los chicos en la escuela. Como en gran número, los competidores, son deportistas amateur, las historias de trabajos, sacrificios y hobbies se multiplicaron en el salón principal del centro comercial y la peatonal Mendoza.
Entre ellos estaba Edgar Medina, de 36 años, que vive en Yerba Buena. Trabaja en logística y se las ingenia para entrenar cuando puede: “Aunque sea una hora, media hora, por lo menos se entrena”, dice con convicción. Hace cinco años comenzó en este mundo y ya lleva varias carreras en las piernas, sobre todo de montaña. Ahora se anima a probar suerte en la calle, con la meta de mejorar su mejor marca: una hora y media en los 21K. “Es la primera vez que corro en San Miguel y quiero ver qué tal es el circuito”, confiesa. Entre la ansiedad y los nervios previos, se prepara con hidratación y carbohidratos. El domingo lo espera un madrugón: “Creo que a las 5 y media ya suena la alarma, desayuno y nos venimos para acá”, explica.
A Edgar lo mueve la pasión por correr, pero también el cambio que supuso en su vida. “Antes tenía un poco de sobrepeso y ahora bajé bastante. Me siento bien, por eso corro”, dice, orgulloso de lo logrado. Entrena con el grupo MB Team y, pese a la rutina laboral y a ser papá de una niña de seis años, no abandona su objetivo.
Muy cerca suyo, en la misma fila de acreditación, estaba Carlos Valdez. El 7 de septiembre cumplió 60 años y se prepara para correr una vez más los 21K. “La última que hice, la Independencia, la terminé en 1 hora 40”, recuerda con una sonrisa. Su historia es la de alguien que descubrió el atletismo de grande, después de haber jugado al fútbol y practicado taekwondo. Hace más de diez años que corre y no piensa aflojar. “Sentía que era algo personal, una autoexigencia. Todo depende de uno”, explica.
Valdez trabaja como peluquero, con horarios extensos, pero siempre encuentra un hueco para entrenar. “Cada vez que salís a correr, hacés nuevos amigos. Este deporte me regaló amistades que conservo en San Juan, en Córdoba y hasta en Chile”, cuenta. Participó varias veces del Cruce de los Andes, una prueba de postas de 506 kilómetros entre San Juan y La Serena, que recuerda como una experiencia única: “Hermoso, muy lindo. El paisaje te motiva, te saca todo”. Para este domingo no se obsesiona con el reloj: “Lo principal es salir y llegar bien, terminarla y disfrutar”, afirma.
La última voz de la tarde fue la de Florencia Cabezas, que se acercó con sus compañeras de equipo, aunque fue ella quien habló en nombre de las tres. Forma parte del grupo Fénix, dirigido por Álvaro Martínez. “Yo corro hace un par de años, pero constante hace unos meses. Soy la alumna que siempre está volviendo”, cuenta entre risas. Esta será apenas su segunda competencia del año, después de haber debutado en el Extremo, donde completó 6 kilómetros. Ahora, junto a sus amigas, va por los 10K.
“Flor” encara la carrera con entusiasmo y responsabilidad, incluso sacrificando salidas sociales. “Estoy amenazada por mi profe porque subí a Instagram la invitación a una fiesta, pero me dijo que no podía ir. Así que el sábado descanso y duermo temprano”, relata divertida. El domingo la espera un arranque exigente: “Se desayuna tres horas antes. Si la largada es a las 8, a las 4 de la mañana ya estoy levantada”, advierte. Su objetivo es claro: “La idea es terminarla, por supuesto. Después se festeja”, cerró entre risas cómplices con “Kari” y “Mati”.
Cada historia en la previa de los 21K LA GACETA es un reflejo del esfuerzo y la pasión que este deporte despierta. Trabajadores, padres de familia, veteranos y debutantes conviven bajo la misma motivación: cruzar la meta y disfrutar del camino. En ese salón de acreditaciones no había muchos profesionales de elite, sino personas que encontraron en el atletismo un lugar para crecer, cuidarse y compartir.
El domingo, cuando suene la señal de largada, cada uno llevará consigo mucho más que un número en el pecho: habrá horas robadas al trabajo, renuncias a salidas, sueños personales y la fuerza de la comunidad que se teje en torno a cada carrera.
Más allá del cronómetro, cada paso será la confirmación de que correr no es sólo un deporte, sino una manera de estar en movimiento, de seguir adelante, y de escribir historias.
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