Lucas Pusineri utilizó un 4-2-3-1 en el enfrentamiento contra Newell's. Marcelo Manera / Especial para La Gaceta
Los ogros son seres mágicos: no destacan por su belleza ni por su gracia al expresarse. Se valen de su brusquedad para intimidar y proteger lo que consideran suyo. Cristian Fabbiani encarna ese papel como técnico: defiende su arco como un tesoro y golpea a sus rivales en el instante preciso. Esa fue la impronta que transmitió a Newell’s, que convirtió el “Coloso” en un pantano donde Atlético y Lucas Pusineri quedaron atrapados. El resultado volvió a ser el mismo de siempre con el “Ogro”: derrota 2-0 para el “Decano”.
Fabbiani sostiene su racha contra Atlético: en este 2025 lo venció cuatro veces. Una con Riestra, frente a Facundo Sava, y tres con Newell’s ante Pusineri. Ayer repitió la fórmula: poco juego, pero demasiada efectividad. En cambio, el “Decano” transitó el camino inverso: mostró buen funcionamiento, pero careció de eficacia frente al arco de Juan Espínola.
El partido arrancó con sorpresa: Pusineri dispuso un 4-2-3-1 con Mateo Bajamich como referencia ofensiva. Y desde el inicio buscó golpear: primero Lautaro Godoy, que remató dos veces contra Juan Espínola sin poder vencerlo; luego Bajamich, con dos mano a mano clarísimos; y, más tarde, aquella acción en la que Nicolás Laméndola no alcanzó a puntear la pelota ante la salida del arquero. Atlético generó e intentó imponer el ritmo en la primera mitad, pero volvió a tropezar con el déficit que arrastra desde el inicio del campeonato: la falta de puntería.
La inclusión de Ramiro Ruiz Rodríguez por la derecha entregó los resultados esperados: fue veloz y más de una vez lanzó centros peligrosos, aunque sus compañeros no supieron capitalizarlos.
El segundo tiempo, sin embargo, cambió de rumbo. El equipo perdió la esencia ofensiva, Pusineri falló en las modificaciones y la derrota dejó la sensación de puntos que se escaparon en la pelea por entrar entre los ocho mejores de la zona B.
El ingreso de Ignacio Galván debilitó el sector izquierdo. No es que Laméndola hubiera tenido un gran desempeño, pero el ex Racing pasó inadvertido en sus minutos. Tampoco respondieron Maximiliano Villa y Franco Nicola: el volante uruguayo no logró sacar provecho de su velocidad ni de su creatividad, mientras que el lateral debió concentrarse en la marca. Finalmente, ni Carlos Auzqui ni Lisandro Cabrera pudieron torcer la historia para el “Decano”. La consecuencia fue aún más preocupante: quedó expuesta la falta de variantes en la ofensiva. Atlético retrocedió demasiado y recibió dos golpes definitivos, a través de Víctor Cuesta y Facundo Guch.
Así, Atlético volvió a hundirse en el terreno fangoso que le tendió el “Ogro”. Newell’s no necesitó desplegar virtudes, apenas esperar el momento para golpear. El “Coloso” se transformó en un pantano del que el “Decano” no pudo escapar: cada intento se fue desdibujando hasta quedar atrapado en la trampa. Fabbiani, fiel a su personaje, volvió a sonreír entre la niebla del barro, mientras Atlético se marchó con la amarga certeza de que, en este cuento, los ogros siempre se quedan con el botín.







