

Nuevas excavaciones en la insula Meridionalis (Bloque Sur) del parque arqueológico han revelado modificaciones en los edificios tras la erupción, así como otros signos de actividad doméstica y de reutilización adaptativa de las ruinas de Pompeya.
Los investigadores creen ahora que esta comunidad posterior a la erupción vivió en condiciones precarias, transformando las casas en ruinas en una especie de asentamiento para su supervivencia. Los pisos superiores se volvieron a habitar, mientras que las plantas bajas, antaño elegantes espacios romanos, se reconvirtieron en bodegas con hornos y molinos, según informa la agencia Euronews.
Recién llegados
Es posible que entre estos colonos no sólo hubiera antiguos residentes, sino también recién llegados sin nada que perder, con la esperanza de labrarse una vida entre los escombros o incluso desenterrar objetos de valor dejados atrás.
“A juzgar por los datos arqueológicos, debió de tratarse de un asentamiento informal donde la gente vivía en condiciones precarias, sin las infraestructuras y servicios típicos de una ciudad romana”, afirman los investigadores en un comunicado.
Gabriel Zuchtriegel, director del yacimiento, añadió: “Gracias a las nuevas excavaciones, el panorama es ahora más claro: la Pompeya posterior al año 79 resurge, más que como una ciudad, como una aglomeración precaria y gris, una especie de campamento, una favela entre las ruinas aún reconocibles de la Pompeya que fue”.








