Daniel Divinsky, el gran editor argentino

10 Agosto 2025

Por Mario Kostzer, para LA GACETA - TUCUMÁN

“Ser editor es ser un exhibicionista intelectual. Alguien que conoce algo que le parece tan bueno, que tiene que ir corriendo y contárselo a mucha gente, y hacer que lo lean; y con eso se gana la vida. Eso es ser un editor profesional”. Así se definió alguna vez Daniel Divinsky, a quien tuve el privilegio de conocerlo, tratarlo y, sobre todo, admirarlo.

Ediciones De la Flor fue mucho más que su editorial: era una familia integrada por sus autores y amigos. Allí nació Mafalda, ese personaje que, desde una viñeta, logró decir lo que muchos callaban.

Pero más allá del editor brillante, estaba el hombre. Aquel que escuchaba con atención sincera, que se tomaba en serio cada proyecto, por pequeño o descabellado que fuera. Cada vez que una idea tomaba forma en mi cabeza, sentía la necesidad de compartírsela, de esperar su mirada, su palabra.
Pude organizar dos ferias del libro memorables en Tucumán. Daniel no estuvo ajeno. Lo recuerdo recorriendo los stands con la misma curiosidad con la que andaba por las ferias del mundo. En una de esas ocasiones, fue él quien presentó a Quino ante un público que aún recuerda ese momento.
También recurrí a su complicidad para crear un evento llamado “Días de humor”, donde, durante tres jornadas, Quino, Caloi, Fontanarrosa y Garaycochea compartieron escenario con humoristas, psicólogos y políticos tucumanos.
Cada vez que visitaba la Feria del Libro de Buenos Aires, su stand era una parada obligada. Luego, nos esperaban esas cenas entrañables, en las que el mundo de Daniel y su gente se volvía una mesa compartida, llena de anécdotas, afecto y risas.

Hablaba rápido, con una seguridad que no nacía de la soberbia, sino del conocimiento y la pasión. Sus anécdotas estaban pobladas de personajes reales, tan fascinantes como los de la ficción. Tenía una mirada aguda, capaz de detectar el detalle invisible, la errata mínima, la oportunidad perdida. Por eso, cada vez que le mostraba algo nuevo, lo hacía con una mezcla de orgullo y expectativa. Su comentario era siempre una lección.

Decía no ser escritor, aunque lo era a su modo: un “escritor solapado”, como decía con humor, porque redactaba “las solapas” de los libros que editaba. Y en esos breves textos se revelaba su estilo: preciso e inteligente.

En mis años como librero, no conocí a nadie como él. No sólo por su talento y experiencia, sino por su calidez, generosidad, su capacidad de acompañar sin imponerse, de enseñar sin pontificar.

Daniel Divinsky ha sido, sin dudas, el gran editor argentino. Pero para muchos fue también un amigo, un guía, y una presencia que seguirá viva en el mercado editorial y en la cultura argentina. © LA GACETA

Mario Kostzer - Librero y escritor.

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