Más de un centenar de docentes del interior se capacitaron sobre el flagelo de la quema de caña
Un experto de la Eeaoc mostró mapas que registran los incendios ocurridos en los campos entre 2013 y 2024. Otro técnico de la entidad explicó el origen de la práctica y subrayó los perjuicios del uso del fuego.
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Cuando comienza la zafra azucarera, y el clima de otoño y de invierno en Tucumán empieza a surtir efectos en el ambiente y se da un largo período de días secos, el fuego empieza a surgir en los campos. En ese contexto, diversos organismos e instituciones realizan labores para generar conciencia a la población de lo que representa esta problemática en Tucumán.
A raíz de ello unos 120 docentes del centro de la provincia participaron en Simoca de una jornada de capacitación sobre la temática, organizada por la Escuela Itinerante de Educación Ambiental. El encuentro, que contó con el respaldo del Ministerio de Educación, de la Subsecretaría de Medio Ambiente y la Mesa de Gestión Ambiental (MGA) locales, tuvo como objetivo principal dar herramientas pedagógicas y técnicas para abordar las problemáticas ambientales más urgentes de la provincia, con especial énfasis en la quema de caña de azúcar. La capacitación forma parte de una serie de reuniones que continuarán en diferentes localidades de Tucumán, para consolidar una red de educadores ambientales comprometidos con el desarrollo sustentable de la región.
Javier Carreras Baldrés, especialista de la sección Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) expuso sobre el monitoreo satelital de quemas en la provincia. Mostró cómo, mediante técnicas de clasificación multiespectral, se puede mapear por mes las cicatrices de quema no solo en el cultivo de caña de azúcar, sino también en otras coberturas vegetales. Según los datos presentados, entre 2013 y 2024 la superficie quemada sobre el cultivo de caña varió significativamente, registrando un mínimo de 28.500 hectáreas en 2015 y un máximo de 111.250 hectáreas en 2020.
En la mayoría de los años monitoreados las quemas se concentraron, principalmente, durante el mes de agosto. Hasta el 20 de julio de 2025 (última imagen analizada), la superficie estimada fue de 8.500 hectáreas quemadas, un 26% menos respecto del mismo período del año pasado.
Durante su presentación, Carreras Baldrés analizó, además, la evolución de las quemas durante la última década. Destacó que los años con condiciones climáticas predisponentes (heladas, sequías, etcétera) registraron una mayor superficie afectada.
Los asistentes pudieron observar diversos mapas temáticos desarrollados por la Eeaoc, incluyendo un mapa que identifica las zonas con mayor recurrencia de incendios y otro que muestra los campos con historial de quemas más frecuentes. El experto enfatizó que estas herramientas resultan fundamentales para el diseño de políticas preventivas y para la optimización de operativos de control.
Recorrido por la historia
Por su parte, Juan Fernández de Ullivarri, investigador de la sección Caña de Azúcar de la Eeaoc, realizó un recorrido por la historia de las quemas en los cañaverales tucumanos. El especialista describió cómo se originó la práctica, en gran parte del mundo, durante la Segunda Guerra Mundial, debido a la escasez de mano de obra.
En Tucumán, por el contrario, se expandió durante los años 70, con la llegada de las máquinas “tipo soldado” conocido también como sistema Louisiana. Durante la década del 90 entraron a la provincia las máquinas integrales que conocemos hoy, que pueden cosechar y limpiar la caña sin necesidad de utilizar la quema. En la actualidad, el 90% de los cañaverales de la provincia se cosecha “en verde”, con cosechadoras integrales modernas.
Fernández de Ullivarri fue contundente al señalar que, mientras en el pasado estas prácticas tenían cierta justificación, debido a la falta de tecnología que permita una limpieza sin utilizar la quema, en la actualidad resultan contraproducentes, tanto para el ambiente como para la productividad y no tienen ningún beneficio para el productor de caña.







