Tres joyas escondidas de la Patagonia que enamoran con su naturaleza y autenticidad

Manzano Amargo, El Chaltén y Trevelin son tres destinos poco explorados que invitan a descubrir otra cara de la Patagonia argentina.

Tres joyas escondidas de la Patagonia que enamoran con su naturaleza y autenticidad
09 Agosto 2025

La Patagonia argentina sigue siendo uno de los destinos turísticos más fascinantes del país. Con paisajes imponentes y una biodiversidad única, la región se consolida año tras año como un imán para viajeros del mundo entero. Sin embargo, más allá de los circuitos clásicos, existen rincones poco conocidos que ofrecen experiencias más íntimas, en contacto directo con la naturaleza y las culturas locales.

Actividades como caminatas por senderos solitarios, travesías en kayak por lagos cristalinos, avistajes de fauna silvestre y escaladas exigentes forman parte de la oferta típica de la región. Pero también hay opciones menos convencionales, como el snorkel en ríos de aguas transparentes o la posibilidad de hospedarse en estancias centenarias que aún conservan la esencia patagónica.

En este escenario, emergen tres pueblos que, si bien no lideran los rankings turísticos, sorprenden con su autenticidad y belleza: Manzano Amargo, El Chaltén y Trevelin.

Manzano Amargo: tranquilidad en estado puro

Ubicado a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, este pequeño pueblo del Departamento Minas, en Neuquén, se levanta sobre el valle del río homónimo. De difícil acceso y alejado de los circuitos más transitados, Manzano Amargo ofrece un entorno natural prácticamente virgen, ideal para quienes buscan desconexión total.

Entre sus atractivos, destaca la cascada La Fragua, un salto de agua de 40 metros que cae entre formaciones de roca basáltica y vegetación autóctona. El recorrido hasta allí es ideal para realizar a pie, a través de senderos que permiten observar la flora y fauna local.

Con un perfil rural, la vida en Manzano Amargo gira en torno a la ganadería, la producción de frutas finas y un turismo de baja escala. El ritmo pausado del pueblo y la hospitalidad de sus habitantes lo convierten en un destino perfecto para reconectar con lo esencial.

El Chaltén: la meca del trekking

Designado como la “Capital Nacional del Trekking”, El Chaltén ha ganado fama internacional entre amantes de la montaña y la aventura. Aunque su popularidad creció en los últimos años, mantiene el encanto de una aldea andina enmarcada por los paisajes más impactantes del sur argentino.

A solo 200 kilómetros del aeropuerto de El Calafate, el acceso a El Chaltén ya es una experiencia en sí misma, transitando tramos escénicos de la Ruta Nacional 40 y la Ruta Provincial 41. Una vez allí, el visitante se encuentra con montañas majestuosas, lagunas de aguas calmas y glaciares milenarios. El cerro Fitz Roy, ícono del lugar, domina la vista y atrae a escaladores y fotógrafos de todo el mundo.

Las excursiones requieren inscripción previa y son guiadas por profesionales certificados por la Asociación Argentina de Guías de Montaña y el Parque Nacional Los Glaciares, lo que garantiza seguridad y conciencia ambiental.

Si bien es un destino elegido históricamente por turistas extranjeros, cada vez más argentinos se animan a descubrir esta joya, que combina adrenalina y naturaleza en estado puro.

Trevelin: tradición galesa en el corazón de Chubut

Con apenas 8.000 habitantes, Trevelin se ubica a orillas del río Percy y es uno de los secretos mejor guardados de Chubut. Fundado por inmigrantes galeses, conserva intactas sus tradiciones, desde la arquitectura hasta la costumbre del té acompañado de pastelería casera.

Su nombre, que significa “pueblo del molino” en galés, remite a su origen agrícola y a su estrecha relación con los cursos de agua. Asentado sobre las Patagónides —una cadena montañosa paralela a los Andes—, el pueblo permite el acceso a atractivos naturales como el Parque Nacional Los Alerces, los lagos Rosario y Futalaufquen, o incluso la ciudad de Esquel, ubicada a pocos kilómetros.

Las calles de Trevelin, bordeadas por rosales y casas bajas, invitan a caminar sin prisa. La oferta gastronómica mezcla lo mejor de la cocina patagónica con recetas galesas tradicionales, en un entorno que privilegia la calma y la hospitalidad.

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