Los tucumanos pidieron trabajo y algo más a San Cayetano: "No solo es el santo del pan, sino también del corazón"
La tradicional festividad católica volvió a reunir a los fieles. “San Cayetano no es solo el santo del pan, sino también del corazón”, aseguró Cecilia Roldán, parte de la fundación Sueño, ubicada a metros del templo. Allí se vende comida y se entregan viandas a niños y adultos mayores y se brindan espacios de contención. Un resumen de los pedidos en una jornada como ayer.
BENDICIÓN. Los creyentes hicieron fila para pedir y agradecer al santo del pan y el trabajo. LA GACETA/ FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
La imagen se repite cada 7 de agosto, aunque este año en el aire se respiraba algo distinto. Desde la noche anterior cientos de tucumanos se congregaron en el templo de San Cayetano para participar de la vigilia, recibir la bendición y elevar sus plegarias. Horas después ya con la luz de la mañana y claveles rojos y amarillos en mano (símbolos del trabajo y la esperanza), los fieles se acercaron al santo que representa un deseo colectivo en tiempos difíciles. La necesidad de que no falte el pan ni el trabajo.
A las 6 se abrieron las puertas del templo. La primera misa del día fue a las 7 y ya no quedaban lugares disponibles. “La verdad es que vino muchísima gente a honrar a San Cayetano. Se nota el movimiento, la fe, la confianza. Y eso es muy gratificante, porque aunque muchos llegan con preocupación, también vienen con el corazón abierto, a agradecer o a pedir”, contó el padre José Cabaleiro, párroco del templo.
Un santo para el pueblo
San Cayetano nació en Italia en 1480 y dedicó su vida a los más pobres. Vendió sus bienes y vivió de la divina providencia. Esa entrega lo convirtió en símbolo de la solidaridad y la fe inquebrantable. En Argentina, su figura se popularizó en los barrios más humildes, donde miles de personas peregrinan para pedir o agradecer.
“Los fieles lo invocan como intercesor ante Dios, sobre todo por el pan y el trabajo. Hoy, en este contexto social y económico, es lógico que la gente se acerque con más urgencia. Hay un incremento notorio en las peticiones”, reconoció el sacerdote.
SIGNOS. Con estampitas, rosarios y medallas los fieles demostraron su fe. LA GACETA/ FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
Las escenas de la jornada lo confirmaron: personas de todas las edades formaban largas filas para pasar frente a la imagen del santo, dejar flores, encender velas, tocar sus pies o simplemente cerrar los ojos y pedir. A metros del ingreso, una gruta con la imagen de la Virgen María ardía de velas encendidas, cuyas llamas resistían incluso la lluvia de media mañana.
“No se trata solo de llenar la pancita”
A pocos metros del templo, la Fundación Sueño Azul también celebró la festividad con una venta de locro y cosas dulces que tienen como fin sostener la labor que hacen todo el día. Allí, además de entregar viandas a niños y adultos mayores, se ofrecen espacios de contención, catequesis, controles médicos y actividades comunitarias. Cecilia Roldán, quien forma parte de la fundación, reflexionó que San Cayetano “no es solo el santo del pan, sino también del corazón”.
“La necesidad se palpa día a día. Antes entregábamos 160 porciones, hoy ya son 240. Pero no es solo hambre: los niños no están contenidos, los abuelos están abandonados. Queremos dar algo más que comida, queremos que sepan que hay alguien que piensa en ellos, que se preocupa. Siempre digo que lo que damos puede parecer poco, pero la satisfacción es enorme. Se van con una oración, una palabra de aliento, y eso también alimenta el alma”, expresó.
PEDIDOS. La solicitud más llevada a los pies de la imagen del santo fue por empleo digno, según expresaron los presentes. LA GACETA/ FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
Voces de los fieles
Julián Juárez, de 19 años, vino por primera vez al templo: “Estoy buscando trabajo para poder seguir estudiando el profesorado en educación primaria. Algo a medio tiempo que me ayude a pagar el material. Mis papás ya no pueden hacerse cargo de los gastos de la casa y de mis hermanos más chicos”.
Amelia Casas, de 72 años, fue más directa: “Hoy hay que elegir: o se come bien o se compran los remedios. Vengo a pedir por mis hijos y nietos. ¿Hay alguien que la tenga fácil? Una madre nunca quiere ver a sus hijos pasar hambre. Este santito es muy milagroso. Le tengo fe. Sé que me va a ayudar”.
Porque la fe persiste con este recordatorio de que, incluso en medio de la tormenta, hay algo a lo que aferrarse. “Caminar con San Cayetano es también caminar juntos como comunidad. Que esa unión nos acompañe más allá de la procesión, en cada aspecto de nuestras vidas”, deseó el padre Cabaleiro.






