PROFUNDO DOLOR. El fallecimiento de Matilde Itzcovich conmocionó al mundo del deporte motor.
El mundo del deporte motor atraviesa días de profunda tristeza tras el fallecimiento de Matilde Itzcovich, una joven piloto uruguaya de 16 años que venía dejando una huella imborrable en el karting. La noticia fue confirmada este miércoles por la Federación Uruguaya de Karting (FUK), que además suspendió la 5ª fecha del Campeonato Nacional, prevista para este fin de semana en el Polideportivo de Mercedes.
Matilde había hecho historia en 2023 al convertirse en la primera uruguaya en competir en el Mundial de Karting FIA en Inglaterra, y un tiempo después volvió a destacarse en la ROK Cup, en Italia. En octubre de 2024, corrió la gran final en el South Garda Karting de Lonato, representando a Uruguay en la categoría Super Rock Senior, donde compitieron más de 400 pilotos de más de 35 países.
La pasión de Matilde por el automovilismo no surgió de casualidad. Su padre, Mauricio, fue piloto de rally hasta 2023, cuando decidió dejar su propia carrera en pausa para acompañar tanto a ella como a su hermano menor, Manuel, también kartista. La familia se movía junta en un motorhome para estar presente en cada competencia.
Todo empezó a los 13 años, cuando Matilde, en una reunión familiar, expresó con claridad que quería correr. Fue al karting indoor, donde el dueño le dijo que tenía condiciones para más. Tras meses de insistencia, logró que la llevaran a probar de forma profesional. Se formó en la escuelita del ex piloto Raúl Bruschi y, desde su primera carrera en El Pinar, no paró más.
A esa edad en la que la mayoría de las chicas piensa en su fiesta de 15, ella elegía entrenar. No iba a la escuela de manera presencial: seguía sus clases por plataforma porque los entrenamientos le ocupaban muchas horas al día. También estudiaba guitarra e idiomas, aunque su prioridad era el karting. “Si querés ser o hacer algo, luchás para conseguirlo”, dijo en una entrevista con El País, en junio pasado. Su madre, Bettina, la acompañaba en esa forma de pensar y entendía que si se tomaba el automovilismo de manera profesional, los sacrificios eran parte del camino.
Para Matilde no era un hobby: se lo tomaba en serio. Se enojaba si en una carrera internacional se olvidaban de poner el himno uruguayo y no dudaba en ir a hablar con los comisarios deportivos si algo no le cerraba. Detrás de su casco, había una adolescente con mucho carácter, una rutina exigente y un sueño grande.
La FUK, en su comunicado oficial, expresó “su más hondo pesar” y acompañó a la familia Itzcovich en este momento tan doloroso. “A sus familiares, amigos y seres queridos, hacemos llegar nuestras más sinceras condolencias, así como nuestro afecto y solidaridad en tan difícil circunstancia. Que en paz descanse”, cerraron.
La pérdida de Matilde genera un vacío enorme, no solo en el automovilismo uruguayo, sino también en todo el deporte motor de la región. Su camino recién empezaba, pero lo había trazado con pasos firmes, lejos de lo común para su edad y con una madurez que sorprendía







