La primera impresión importa, reza un viejo adagio. Para quienes visitan San Miguel de Tucumán o regresan después de un tiempo la primera imagen a menudo decepciona, por los montículos de basura acumulados a lo largo de los accesos a la ciudad. Esta postal, lamentablemente recurrente, no solo es antiestética, sino que representa un problema de salud pública y un reflejo de la ineficiencia en la gestión de residuos.
La zona del acceso norte, en el tramo entre el ex Arsenal y el acceso a Tafí Viejo es un ejemplo de lo que no debe suceder. Los desechos que bordean la ruta no son un simple descuido. Son la punta del iceberg de una problemática mucho más profunda, que involucra la falta de contenedores adecuados, la insuficiencia en la frecuencia de la recolección, la irresponsabilidad ciudadana y la necesidad de una planificación urbana más inteligente.
La responsabilidad, claro está, es compartida. Los municipios del Gran San Miguel deben garantizar un servicio de recolección eficiente y de limpieza constante, al invertir en infraestructura y recursos humanos. A su vez, los vecinos deben tomar conciencia de la importancia de desechar los residuos de manera correcta para evitar la formación de basurales clandestinos y colaborando con la limpieza de su entorno.
Pero no basta con señalar culpables. Urge una acción coordinada y efectiva. Es fundamental implementar campañas de concientización sobre la correcta disposición de residuos, sancionar a quienes arrojen basura en lugares prohibidos y fortalecer los programas de reciclaje.
En Tucumán es un problema recurrente, lamentablemente. La acumulación de basura atrae roedores e insectos, propaga enfermedades y contamina el suelo y el agua. Además, impacta negativamente en el turismo -actividad económica crucial para la provincia-.
Muchas veces se pone el foco en los sitios más concurridos. La semana pasada, LA GACETA reflejó que los picos de generación de basura en el parque 9 de Julio se dan durante celebraciones populares como el Día del Amigo o el Día del Niño. En 2024, se estimó la presencia de 40.000 personas y se levantaron unos 8.000 kilos de residuos. En 2010 se generaron cinco toneladas con unas 25.000 personas. En 2009 se recolectaron otras cinco toneladas. En 2008, el lago San Miguel fue limpiado en kayak durante tres días, luego de recolectarse cuatro toneladas y media de basura tras la visita de unas 15.000 personas. Ese año también se hallaron residuos luego del Día del Amigo.
Además de las plazas y de los parques es necesario actuar sobre los accesos a la Capital, donde la situación es insostenible. Pero nadie parece tomar cartas en el asunto, mientas día a día se acumulan las bolsas de plástico que el viento propaga al costado del camino. No podemos seguir permitiendo que la basura a las puertas de nuestra ciudad defina la percepción que los demás tienen de nosotros. Es hora de que las autoridades trabajen en conjunto con la comunidad para hallar soluciones duraderas y eficientes.
Tucumán merece un rostro más limpio y digno. Urge iniciar acciones concretas que nos permitan recuperar la belleza de nuestros accesos y construir un futuro más saludable y sostenible para todos.







