Dólar.
La cotización del dólar cerró ayer en su valor máximo desde que la administración del presidente Javier Milei aplicó, en abril pasado, la flotación cambiaria entre bandas. Todas las variantes de la divisa estadounidese se consolidaron por encima de los $1.300, en una jornada donde el tipo de cambio oficial subió $25 en el Banco Nación. Así, acumuló este mes un aumento del 9,1%. El incremento se observa en un contexto de alta liquidez, fuerte demanda de cobertura en la previa electoral (alimentada por la compra de moneda extranjera por las vacaciones invernales en el exterior) y tasas de interés en pesos que el mercado considera difíciles de sostener. A este escenario hay que sumarle la presión por parte de ahorristas, ya que el mes pasado compraron U$S4.357 millones, un incremento del 25% respecto de las operaciones registrada en mayo. Los analistas del mercado consideran que, por las adquisiciones estacionales, la cifra de este mes puede ser superior. “El dólar no va a pegar un salto, pero puede seguir reptando hacia arriba de la banda de flotación, que hoy es de $1.440, porque crece 1% por mes. Por lo que tiene espacio para crecer unos $ 100 más”, indica el economista Jorge Colina.
La de ayer fue una rueda caliente para el mercado que, por el desenvolvimiento del tipo de cambio, marcó una ruptura de la tregua que se evidenció a lo largo de los últimos tres meses, con medidas adoptadas por el Banco Central y el Tesoro Nacional. A lo largo de ese período, el Gobierno alentó la licitación de bonos en pesos, las ventas de contratos futuros, la colocación de Pases pasivos y, a partir de mañana, una suba de encajes. Las altas tasas de interés en pesos que convalidó el Tesoro en la última licitación de bonos no fueron suficientes para ponerle un freno a la inercia alcista que tomó el dólar en las últimas seis semanas, donde la búsqueda de cobertura comenzó a imponerse a las rentabilidades del carry trade. En las últimas tres ruedas, las liquidaciones de dólares por parte de exportadores del agro promediaron solo U$S50 millones diarios, aproximadamente un tercio del ritmo de la semana anterior. La escasa profundidad dejó nuevamente al mercado cambiario bajo presión, una dinámica que se espera que se extienda y afecte al resto de las curvas en pesos, advierte el último informe de Macro & Estrategia elaborado por Federico Filippini, Chief Economist y Javier Casabal, Head of Strategy en Adcap Grupo Financiero.
La volatilidad volvió a asomar entre inversores y ahorristas. La rueda venia relativamente calma y sobre el cierre aceleró la demanda hasta superar los $ 1.300, nivel que había testeado en anteriores ocasiones y apareció de inmediato más oferta, indica a LA GACETA el economista Gustavo Ber.
“En las próximas ruedas, veremos si está influyendo el fin de mes o prevalece la habitual mayor demanda por cobertura electoral”, acota el analista. Luego de superar este período de mayor volatilidad en las tasas, podría retomarse un clima de mayor calma en el dólar más allá de graduales y ordenados reacomodamientos dentro del proceso reciente de un tipo de cambio real más alto, aprovechando que no se está trasladando a la inflación, completa Ber.
Efectos del nuevo régimen montario
El tipo de cambio es la variable de mayor impacto sobre el nivel de precios en el corto plazo en un país bimonetario como Argentina, indica el economista Fernando Marengo. Por eso, minimizar la incertidumbre sobre su valor futuro resulta clave si se busca atenuar su impacto sobre la inflación. La implementación de un programa monetario con una meta cambiaria -interviniendo en el mercado de ser necesario para alcanzar ese objetivo- otorgará plena previsibilidad sobre su comportamiento. Ahora bien, cuando se escoge como instrumento de la política monetaria otra variable (por ejemplo, la base monetaria o una tasa de interés), pero al mismo tiempo se pretende mantener bajo control el tipo de cambio, comienzan los problemas. Intentar influir sobre el tipo de cambio de manera indirecta resulta mucho más dificultoso y costoso, indica el profesor de Economía en IAE Business School. En ese contexto, y con el objetivo de sostener cierta estabilidad cambiaria, se recurre a niveles de monetización incluso por debajo de los requeridos por la economía, se interviene en el mercado de futuros cambiarios y, simultáneamente, se convalidan tasas de interés más elevadas para respaldar el esquema, explica. El menor nivel de monetización y el elevado costo del dinero -que aumentó en términos reales debido a la desaceleración de la inflación- impactan negativamente sobre la actividad económica.
A esto, acota Marengo, se suma que muchas personas adelantaron consumo vía endeudamiento, compromisos que hoy deben afrontar. A medida que el repago de esas deudas se complica, crece la mora, lo que obliga a las entidades financieras a inmovilizar parte de su liquidez por razones prudenciales, profundizando aún más la restricción crediticia.
Superada la instancia electoral, lo determinante será avanzar decididamente con las reformas estructurales a cargo de los gobiernos nacional, provinciales e incluso municipales. “Pero ese proceso deberá ser acompañado también por el sector productivo, que tiene la responsabilidad de mejorar su competitividad puertas adentro, entendiendo que ese camino es imprescindible para consolidar un nuevo régimen de crecimiento sostenible”, finaliza Marengo.










