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Las separaciones sentimentales suelen traer consigo un profundo dolor emocional. Decidir terminar una relación no es sencillo, especialmente cuando hay recuerdos, afecto y sueños compartidos. Sin embargo, aprender a detectar cuándo el vínculo se ha vuelto insano es una de las decisiones más valientes y necesarias que pueden tomarse para preservar el bienestar propio.
Las emociones que afloran tras una ruptura son intensas: tristeza, frustración, miedo, enojo. Muchas personas atraviesan dificultades para dormir, comer o concentrarse. Es común que aparezcan pensamientos obsesivos sobre lo que falló, lo que podría haberse hecho diferente o si había alguna forma de evitar la separación. Estas rumiaciones suelen alimentar sentimientos de culpa y deteriorar la autoestima.
La coach de vida y especialista en relaciones, Jillian Turecki, remarca que el sufrimiento no es sinónimo de fracaso. “Alejarse de alguien que te importa y que no puede satisfacer tus necesidades es uno de los actos más valientes que puedes hacer”, señaló en sus redes sociales. Y aclaró que terminar una relación no significa que ambas personas sean “malas” o dañinas: muchas veces, simplemente, ya no son compatibles.
Señales de alerta: cuándo es momento de decir adiós
Identificar que una relación dejó de funcionar no siempre es evidente. Según especialistas, existen cinco señales claras que pueden indicar que es momento de tomar distancia:
- Diferencias irreconciliables en objetivos o valores a futuro.
- Malestar constante al estar juntos, más allá de los conflictos ocasionales.
- Falta de éxito en los intentos por recuperar la conexión emocional.
- Sensación de estancamiento personal o inseguridad dentro del vínculo.
- Desconexión emocional profunda, incluso sin discusiones frecuentes.
Turecki subraya que mantenerse en una relación que impide el crecimiento es perjudicial para ambos. Aunque separarse implique transitar un duelo, ese proceso puede ser el inicio de una nueva etapa más alineada con los propios deseos y necesidades.
Cómo atravesar el duelo sin perder el rumbo
El fin de una relación conlleva un duelo emocional que no debe subestimarse. No hay fórmulas mágicas ni tiempos exactos, pero hay herramientas que pueden ayudar a sanar:
- Aceptar el dolor, sin reprimir la tristeza ni negar lo que se siente.
- Apoyarse en personas de confianza, como amigos o familiares.
- Evitar idealizar la relación pasada, recordando por qué terminó.
- Mantener rutinas diarias para generar estabilidad emocional.
- Cuidar el cuerpo, durmiendo bien, comiendo saludablemente y haciendo ejercicio.
Para muchas personas, buscar acompañamiento terapéutico también puede ser clave en el proceso de reconstrucción personal.
El valor de elegirse
“Alejarse no es rendirse, es el comienzo de algo nuevo”, afirma Turecki. Aceptar que un vínculo ya no suma, y priorizar la propia salud emocional, no es egoísmo: es amor propio. Incluso, dar ese paso puede representar un alivio para la otra persona, que posiblemente también sienta que ya no hay conexión auténtica.
“Muchos permanecen demasiado tiempo en relaciones en las que ninguno de los dos prospera. Alejarse les da a ambos la oportunidad de encontrar el amor que realmente merecen”, concluye la especialista.
Mirar hacia adelante con esperanza es posible. El amor no se agota con una relación que termina. Con el tiempo, el dolor cede lugar a nuevas posibilidades, y renace la capacidad de volver a elegir, esta vez con más claridad y conciencia.







