Los personajes coinciden en un museo donde se expone arte contemporáneo; no se conocen, pero se encuentran observando la misma escultura, que les dispara a cada uno una mirada propia y distinta sobre su significado y sentido.
Sin pretenderlo de antemano, surgen preguntas sobre el arte, la maternidad, los vínculos y la libertad; las respuestas definen concepciones del mundo y de la sociedad y conforman “El huevo”, la premiada obra teatral que protagonizan Constanza Espejo y Mariano Chiesa sobre un texto de Nuria Anglés dirigido por Naue Souto.
“Es una propuesta sensible, con humor, emoción y una escenografía inmersiva”, se anuncia, mientras que en diálogo con LA GACETA, Espejo completa que “la obra se inscribe dentro de la comedia romántica contemporánea, pero con una carga profunda de humanidad”.
“Un hombre y una mujer se encuentran frente a una escultura. Discuten, se enfrentan, se provocan. A través del arte, se abren inquietudes personales, emocionales y existenciales. Es una montaña rusa de emociones: el público no sabe con quién empatizar y va cambiando de bando constantemente. Esa ambigüedad la vuelve muy viva”, agrega.
- ¿Cómo surgió la propuesta?
- La venimos haciendo desde hace más de tres años y medio en Estados Unidos. La presentamos en Miami, la llevamos a Los Ángeles, donde ganamos el premio principal en el Brisk Festival, y siempre tuvimos el deseo profundo de traerla a la Argentina. Poder hacerlo ahora, con funciones en Buenos Aires y Tucumán, es una gran alegría. Siento que es una obra que conecta con públicos muy distintos, y eso habla de su universalidad.
- ¿Por qué es exitosa?
- Funciona muy bien porque es ágil, dinámica y combina el humor con la reflexión. La gente se va con preguntas, con emociones a flor de piel. Además, como la historia gira en torno al significado de una escultura contemporánea, en Estados Unidos decidimos llevarla a museos y galerías de arte, y en la Argentina dimos vuelta la propuesta: trajimos a los artistas plásticos y a las galerías al teatro. Eso genera una experiencia distinta, una confluencia de lenguajes artísticos. En muchas funciones también sumamos música en vivo, lo que potencia aún más el cruce de disciplinas.
- ¿Ese encuentro casual de los protagonistas es una marca de los tiempos y la fragilidad de las relaciones?
- Sí, absolutamente. Muestra la necesidad de conectar, de entendernos. La obra está llena de rupturas y reencuentros, de momentos donde se busca el diálogo aun desde el desacuerdo. Hay un deseo genuino de comprenderse y de hacerse entender, aunque muchas veces no se logre del todo. Eso la vuelve muy real.
- ¿Estamos siempre en tensión entre los deseos, los mandatos y los vínculos?
- Esa tensión está presente todo el tiempo. Los personajes hablan del deseo, del amor, del reloj biológico, de la presión social, de la idea de madurar o de crecer. Hay muchos mandatos que hoy están empezando a romperse, pero que todavía nos condicionan. Y en esa tensión se construyen los vínculos. Me interesa trabajar sobre eso: sobre lo que queremos y lo que creemos que deberíamos querer.
- ¿Qué cosas se interpelan los personajes y por qué?
- Se preguntan por el amor, por el deseo, por la libertad, por el miedo a repetir patrones. Lo que parecía una discusión sobre una obra de arte termina siendo una especie de terapia espontánea donde se exponen las heridas, los deseos y las contradicciones. Es un espejo muy claro de lo que nos pasa a todos cuando intentamos construir o reconstruir un vínculo.
- ¿Que sea una escultura polisémica encierra una crítica al arte contemporáneo?
- No es una crítica, pero sí un juego con los símbolos. La escultura es un objeto abierto, que puede leerse de muchas formas: como caparazón, promesa, jaula o refugio. Cada uno ve algo distinto y eso es lo interesante. Como en el arte contemporáneo, lo importante no es tanto la obra en sí, sino lo que provoca en el espectador. La mirada de los personajes sobre El Huevo habla más de ellos que de la obra misma.
- ¿Sos de ir a exposiciones? ¿Qué te generan?
- Sí, me encanta ir a exposiciones. El arte visual tiene un impacto muy directo. Una imagen puede decirte algo que las palabras no alcanzan. Me interesa el arte que incomoda, que te obliga a pensar, a moverte de lugar. Me gustan esas obras que te dejan una pregunta dando vueltas, que te sacuden.
- ¿Todos podemos vernos en ese espejo emocional que planteás?
- Creo que sí. De hecho, eso pasa en cada función. El público se ríe, se emociona, se queda en silencio. Hay risas cómplices, miradas que bajan, momentos en que cada persona se siente tocada por algo de lo que se dice. También funciona como una invitación a la ternura, a la empatía y a la escucha.
- ¿Cómo estás desarrollando tu carrera en EEUU?
- Estoy viviendo una etapa muy fértil. Sigo actuando, dirigiendo y escribiendo, pero también impulsando proyectos audiovisuales y generando alianzas con instituciones como Barry University. Desde We Art Foundation, venimos trabajando fuerte en la creación de espacios de formación y visibilización para artistas latinos en Estados Unidos. Este año, además, empecé con la hermosa noticia de haber ganado el BroadwayWorld Award Miami como Best Performance in a Play por mi trabajo en “Las marcas del mar”. Me motiva mucho poder tender puentes entre Latinoamérica y Estados Unidos, compartir herramientas, y nutrirme de las dos culturas.
Seminario
El martes habrá un taller intensivo
En alianza con el Instituto for Emmigration of Barry University (Miami) y con el apoyo del Ente Cultural de Tucumán, Constanza Espejo dictará el martes un taller intensivo especial sobre la Técnica Meisner combinada con recursos actuales para la dirección y la creación actoral en San Juan 155. La actividad tiene el respaldo de la We Art Foundation y está destinado a actores y directores profesionales. La jornada propone compartir herramientas prácticas para trabajar desde la escucha, la organicidad emocional y la acción escénica. Para informes e inscripción, escribir a info@weartfoundation.org.








