Sin rivales, sin sponsors y con una "bici" prestada: así llegó al podio nacional una ciclista tucumana

Soledad Avellaneda se entrena sola y compite con hombres por falta de mujeres en Tucumán. A pesar de todo, se consagró subcampeona argentina en el Campeonato de Ruta Máster en Misiones.

Sin rivales, sin sponsors y con una bici prestada: así llegó al podio nacional una ciclista tucumana

La escena es familiar en el ciclismo femenino de Tucumán: es raro que en la pista del ex autódromo "Nasif Estéfano" se forme un pelotón con ciclistas mujeres. Soledad Avellaneda a menudo pedalea sin ese desafío que resulta fundamental si se quiere competir en el alto rendimiento. Es más difícil todo, pero no imposible llegar a algo importante. La “Flaca”, como más se escuchó en la arenga, le hizo frente a 10 mujeres más en el Campeonato Argentino de Ciclismo de Ruta Máster.

“En una convocatoria linda de alguna fecha importante, quizás somos como 10 chicas, pero contando las que vienen de Santiago y de Salta. Si no, seremos cinco como mucho en las competencias locales”, comentó Avellaneda. Ahí radica la trascendencia de haber logrado el subcampeonato en la especialidad Pelotón, categoría Élite, de la competencia que se hizo en Oberá, Misiones.

Esa falta de rivales directas la obligó a medirse con los varones, forjando una fortaleza única que, sumada a otros aspectos, no generó una desventaja. "Siempre me mandaban a correr con los varones porque no había chicas", cuenta. "Eso nos pone en un nivel muchísimo más alto porque me obligaba a esforzarme, a dar un mejor rendimiento", explicó. Negoció cada pedalada, cada curva y cada metro del asfalto del autódromo de Oberá para superar las limitaciones impuestas por la falta de una competencia local más exigente. Entonces, el resultado es un testimonio rotundo de perseverancia en un deporte que a menudo se nutre de la competencia constante, la autodisciplina y la visión clara de un objetivo.

“Mi entrenador Ariel Palacios comentó en mis redes sociales: ‘Fue a traer la medalla que ella fue a buscar’”, destaca la concepcionense.

Sin rivales, sin sponsors y con una bici prestada: así llegó al podio nacional una ciclista tucumana

Pedalear el dolor

El recorrido deportivo nació del dolor que Avellaneda decidió llevar sobre ruedas. "Empecé hace cinco años como un hobby, buscándole la vuelta a un problema personal con mi papá. Se nos había ido", compartió conmovida. La pérdida de su padre fue un golpe inmenso que la impulsó a encontrar un refugio que contuviera de alguna manera esa muerte tras un cáncer de pulmón que su papá aguantó durante cuatro meses. "Soy la mayor y tenía que tratar de sostener a la familia", explicó. Además de refugio, la bicicleta se convirtió en un motor.

Su papá, Julio César, fue testigo de esos primeros logros que ya le hacían un guiño, indicando que el hobby se iba a convertirse en algo más serio. "Mi primera competencia fue en Alberdi y quedé segunda. Y después gané una de damas en Concepción", recordó. “Estaba recontra orgulloso, sacaba fotos con los trofeos, las mandaba a la familia. Eso me ha inspirado para competir”, reconoce la ciclista. El deporte, entonces, no solo es un camino de entrenamiento y competencia, también es un homenaje constante a esa figura que la impulsó, pero que reconoce en la persona de Orlando Bazán a quien la descubrió y, además, es quien le presta la bicicleta cuando le toca competir en los argentinos. “Es una 'bici' de carbono, mucho más liviana que la mía, que es de aluminio”, explicó la emprendedora que vende ropa sobre la razón de correr con una bicicleta ajena.

La convicción del podio

Con más complicaciones que facilidades, podría suponerse que Avellaneda no se plantearía una meta de punta. “El podio en Misiones no fue una sorpresa. Yo iba convencida de que iba a buscar algo para traerme, ya sea el oro o la plata", afirmó con convicción. "He trabajado muchísimo desde el año pasado. La preparación fue exhaustiva. No sólo arriba de la 'bici', también hubo trabajos específicos, gimnasio, descanso, horas de sueño, nutrición, controles médicos. Hay un trabajo muy grande detrás del podio. Sólo el corredor y la familia saben de lo que uno habla”, relató su vivencia.

“La categoría reunió a mujeres de 30 a 39 años. Éramos un pelotón de 11 y, a medida que pasaba el tiempo de competencia, que fue una hora y 50 minutos, íbamos quedando cada vez menos. Quedaron las más fuertes", agregó la tucumana que tuvo rueda a rueda a la campeona hasta la última de las 12 vueltas de 52 kilómetros. La diferencia que le sacó la santafesina, María Florencia Salvucci, fue de segundos. Otra ejemplar deportista como Avellaneda, porque el día anterior ya había conquistado el título de campeona en la prueba cronometrada. Claramente, una contrincante de valía a la que Soledad puso en “modo máxima exigencia”.

La estrategia fue clave. "Fui mucho tiempo trabajando adelante, tratando de que el pelotón no se acercara", explicó sobre su rol en la fuga. "Si nosotras bajábamos la velocidad, las otras chicas nos alcanzaban y no nos convenía. Teníamos que tener un ritmo alto", detalló. En los momentos finales, la exigencia fue máxima. "En la penúltima vuelta, el grupo de punta se iba alejando. Cuando aparezco en la última vuelta, luchando en el segundo puesto, la gente que me acompañaba me alentaba un montón porque no podían creer que hubiera aguantado", remató orgullosa.

Sin rivales, sin sponsors y con una bici prestada: así llegó al podio nacional una ciclista tucumana

La única retribución

Este subcampeonato es el fruto de años de dedicación y sacrificio, aunque el ciclismo no sea su sustento. "No vivo del ciclismo, estoy muy lejos de eso. Es un deporte muy caro y no tenemos una retribución de nada, simplemente las alegrías que logramos", comentó Soledad, quien además es madre. Avellaneda ya está pensando en los próximos desafíos, incluso en nuevas modalidades. "Ya me propusieron correr el Trasmontaña", reveló la ciclista que empezó con el mountain bike, pero la ruta conquistó su corazón. Cada pedaleada es una afirmación de vida, un tributo al pasado y un impulso hacia el futuro. Avellaneda demuestra que la fortaleza y los dotes competitivos no solo se miden en la cantidad de rivales, también en la inmensidad del corazón y la pasión por el ciclismo.

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