Con un nuevo conductor silencioso, San Martín de Tucumán volvió a hacer circular la pelota

En su debut como titular contra Los Andes, Nicolás Castro aportó pausa, lectura y conexión en una zona que pedía otro ritmo.

BUENAS SENSACIONES. Castro jugó un partido correcto y se fue feliz por su rendimiento, y porque el Santo pudo volver a la senda victoriosa. BUENAS SENSACIONES. Castro jugó un partido correcto y se fue feliz por su rendimiento, y porque el "Santo" pudo volver a la senda victoriosa. Prensa CASM

A veces, un equipo necesita algo más que piernas frescas para destrabar un partido. Necesita claridad, pausa y a alguien que vea donde otros corren. En San Martín, el regreso de Nicolás Castro se parece a esas novelas de largo aliento, llenas de suspenso, firmas demoradas y finales esperados. Pero una vez que la tinta se secó en Bolívar y Pellegrini, todo cambió: el volante no sólo volvió al club, sino que también recuperó su lugar como faro creativo. Justamente, contra Los Andes, en un duelo cerrado y áspero, fue el encargado de encender la luz en la mitad de la cancha.

El oriundo de Ranchos -ciudad ubicada en el interior del norte bonaerense- se ganó un lugar entre los titulares luego de una semana en la que Ariel Martos lo observó de cerca y quedó convencido de su preparación. Lo incluyó en un tridente junto a Ulises Vera y Jesús Soraire (con Matías García cubriéndoles la espalda) como volante de contención. Y el plan funcionó. Castro no deslumbró con lujos ni fue protagonista de la jugada del gol, pero aportó ese ritmo necesario que muchas veces no se ve en las estadísticas.

Aunque su debut se había dado unos días antes, ingresando desde el banco en el 2-0 contra Ferro, el choque frente a Los Andes marcó su estreno como titular.

“Estoy muy conforme, no solamente con el mediocampo, sino con el rendimiento de todo el equipo. ‘Nico’ hizo su debut como titular y tuvo un muy buen partido. Consideramos que, para este partido, era importante poner jugadores de experiencia”, había declarado Martos, quien no ahorró elogios para el volante.

Las estadísticas del sitio web Sofascore avalan esa sensación. En los 72 minutos que estuvo en cancha, Castro tocó 33 veces la pelota y completó 15 de 19 pases, con una precisión del 79%. Pero lo que más destacó fue su participación ofensiva: metió tres pases clave, entregó una asistencia esperada de 0.19 (aunque no se concretó), y lanzó un centro acertado, además de un disparo que fue directo al arco. También intentó cuatro regates, de los cuales completó dos, y ganó nueve de los 14 duelos que disputó en el suelo, mostrando intensidad y compromiso en la recuperación.

“Me sentí bastante bien. Por ahí hubo situaciones buenas, y otras no tanto, que son normales en los partidos”, confesó el propio Castro tras el triunfo. “Martos me pidió que vea un poco el espacio, que trate de juntarme con Jesús y los chicos, y que le haga llegar la pelota a los delanteros. Me sentí cómodo”, agregó.

Y se notó. Porque aunque perdió 11 pelotas, fue el jugador al que más veces le cometieron faltas: cinco en total. Cada vez que avanzó unos metros con la pelota dominada, el “Milrayitas” se vio obligado a cortarlo con infracción. También ganó dos duelos aéreos, hizo un despeje, y no fue superado en el uno contra uno: ningún regate recibido, sin errores que comprometieran al equipo.

Pero para entender su peso dentro del campo hay que retroceder unas páginas en esta novela. Su regreso fue cualquier cosa menos sencillo.

Tras ser comunicado por Lucas Pusineri que no sería tenido en cuenta en Atlético, Castro comenzó las gestiones para salir del club. En San Martín ya lo esperaban: tanto Martos como el manager Pablo Hernández lo tenían en carpeta. Y aunque todo parecía listo, la rescisión con el “Decano” se demoró más de la cuenta.

El pase estuvo días “a una firma de distancia”, con La Ciudadela expectante y un margen de negociación cada vez más estrecho.

Finalmente, el 12 de junio, se oficializó su llegada: vínculo hasta diciembre de 2026 y la posibilidad de volver a una casa donde había dejado buenos recuerdos en 2019/20.

“No tuve que pensarlo mucho. Sabía que en algún momento iba a tener la oportunidad de volver. Cuando me lo propusieron, dije ‘sí, de una’”, contó Castro al momento de la firma. “Vengo a darlo todo por el club. En situaciones adversas siempre me han expresado su apoyo”, aseguró.

Esa identificación con la camiseta se hizo visible desde su primera atención a la prensa. “La verdad que muy contento, los chicos me recibieron muy bien, hay un grupo hermoso”, dijo antes del partido con Ferro. “Me trataron muy bien cuando estuve acá. Pasé un año hermoso, la gente me trató excelente, y cuando se dio la posibilidad de volver ni lo pensé”, explicó.

Castro también habló de lo futbolístico en aquella ocasión. “Hablé con Ariel, y me dijo que tiene ganas de que juegue por afuera, pero yo le dije que me siento cómodo en las dos posiciones. Estoy preparado para lo que me toque hacer”.

Castro tiene en claro cuál es el objetivo de San Martín

Y no sólo trajo palabras: también trajo experiencia. “Estuve cinco años en Primera. La B Nacional es más dura, más cerrada, todos los partidos son difíciles. Pero este club tiene todo para pelear el ascenso: un excelente grupo, muy buen cuerpo técnico, y la predisposición de querer subir. Yo vengo a aportar mi experiencia y ayudar a los más chicos”, aseguró.

Su presencia, entonces, fue como ese capítulo bisagra en una serie que parecía estancada. San Martín necesitaba recuperar claridad en la mitad de la cancha, alguien que le dé lógica a la posesión, que conecte al equipo con sus delanteros. Por eso, Castro, con pasado, presente y promesa de futuro, parece haber llegado en el momento justo.

Ahora que la firma está estampada y que su apellido vuelve a sonar en los altavoces de La Ciudadela, el “Santo” sabe que tiene un nuevo socio para la creación.

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