SALUD. Algunas personas pueden desarrollar alergias graves al semen, la saliva o el sudor de sus parejas, lo que afecta tanto su salud como su vida afectiva. / FREEPIK
Una alergia no siempre se presenta como un estornudo o un brote en la piel por polvo o polen. A veces, el cuerpo reacciona a algo mucho más íntimo. Hay personas que descubren que besar, abrazar o tener relaciones sexuales puede provocarles desde ardor hasta una crisis respiratoria. Este panorama fue retratado en una nota de BBC Future titulada “Las personas que son alérgicas a la saliva, semen y sudor de otras personas (y el impacto que esto tiene en la salud física y emocional)”, publicada el 1 de julio de 2025.
Son reacciones inmunológicas poco frecuentes, pero reales, muchas veces invisibilizadas por desconocimiento médico o vergüenza social. Algunas personas son alérgicas al semen; otras, a la saliva, al sudor o, incluso, al contacto con el olor corporal de su pareja. El impacto no es solo físico: también transforma relaciones, decisiones de vida y vínculos emocionales.
Cuando el cuerpo rechaza lo más cercano
¿Cómo se identifica esa alergia? Los especialistas dicen que hay quienes observan que su cuerpo reacciona mal después del sexo. ¿Cuáles son los síntomas? Ardor, enrojecimiento y picazón. A menudo se cree que esto es una reacción específica, y se cambian jabones, lubricantes y hábitos. También es frecuente que las señales se atenúen con el uso de preservativos. Pero las cosas pueden complicarse, por ejemplo, con una hinchazón de la lengua. Esa clase de eventos llevan a diagnosticar una alergia al semen.
Otras personas desarrollan reacciones inmunológicas graves al cuerpo de su pareja. Aunque suena extraño, existen alergias documentadas al semen, al sudor, a la saliva, e incluso a los gases que libera la piel.
La intimidad como desencadenante
Estas alergias afectan la vida cotidiana y golpean el contacto íntimo. Y no son sólo producidas por el semen: hay casos de alergia al flujo vaginal; a los besos tras ingerir ciertos alimentos o medicamentos, o al sudor.
Un caso documentado en el Reino Unido, según la publicación de la BBC, mostró cómo una mujer alérgica a las nueces de Brasil tuvo una reacción grave después de tener relaciones con alguien que las había comido horas antes. Pese a que esa persona se había lavado la boca, la piel y las uñas, la saliva fue suficiente para desencadenar la crisis.
Una reacción que no siempre tiene explicación
La ciencia aún no tiene respuestas claras. Algunas reacciones pueden estar vinculadas a trastornos del sistema inmunológico, como el síndrome de activación de mastocitos. Otras están asociadas a sustancias químicas que el cuerpo libera naturalmente. Incluso se estudia la posibilidad de que los olores corporales, como los que genera la piel, desencadenen malestares.
Un estudio japonés investigó un fenómeno conocido como PATM (“Personas Alérgicas a Mí”), en el que otros reaccionan al simple contacto o presencia de quien lo padece. Los investigadores hallaron que estas personas emitían altos niveles de tolueno, un químico también presente en productos industriales, a través de la piel.
Uno de los principales desafíos es que muchas de estas alergias no tienen criterios médicos oficiales para ser diagnosticadas. En muchos casos, quienes las sufren sienten que sus síntomas son minimizados, ridiculizados o descartados como exageraciones.
El alergista estadounidense Jonathan Bernstein explicó a la BBC que la hipersensibilidad al plasma seminal es una condición real, aunque poco comprendida. Bernstein expresó que había tratado a mujeres que intentan quedar embarazadas sin éxito debido a estas reacciones. Existen tratamientos de desensibilización, pero suelen ser costosos y complejos.
Lo emocional también duele
Además del malestar físico, estas condiciones impactan directamente en lo emocional al provocar frustración, ansiedad, miedo, culpa, incomodidad o sensación de rechazo. Es frecuente que las parejas se sientan heridas ante la idea de que su cuerpo genera una alergia a sus compañeros. Para otros, el efecto va más allá: algunas personas deciden no tener hijos, evitar relaciones sexuales o modificar su estilo de vida. La falta de información, de acceso médico y de presencia en las conversaciones públicas hace que estas alergias sigan siendo invisibles, incluso para quienes las padecen.







