CON LA CABEZA GACHA. San Martín acumuló su segunda derrota consecutiva y quedó a cuatro puntos de Atlanta, líder de la zona A. Ahora tendrá dos partidos como local para recuperar terreno en la tabla. OSVALDO RIPOLL/LA GACETA.
El fútbol no es una ruleta. No se trata de tirar una pelota y esperar a que caiga en uno de los 36 números posibles. Requiere dos factores: táctica y actitud. Si falta juego, debe aparecer el coraje. Y viceversa. Es cierto: también influye la suerte. Pero ningún equipo puede depender por completo de una apuesta, o de si colocaron monedas sobre el rojo o el negro. El fútbol no funciona así. San Martín peca de confiar -excesivamente- en su fortuna o al menos eso parece. Es un equipo apático, aburrido, inconexo, sumiso… En definitiva, perdió esa gallardía que, cuando el fútbol no florece, aparece para revertir situaciones de presión. El “Santo” se achanchó -como se dice en el lenguaje coloquial- y Ariel Martos no encuentra los pergaminos para dar vuelta la situación.
Y eso fue lo que sucedió en Santiago del Estero: comenzó en ventaja, no supo cuidarla y terminó perdiendo 2-1 frente a Güemes, un rival que intenta mantener la categoría. Un nuevo paso en falso en la búsqueda del ansiado lugar en la final por el ascenso. Pero, ¿por qué el “Santo” no encuentra la manera de levantar cabeza?
Equipo desganado
Hace varias fechas que San Martín se presenta como un equipo desganado. Los nombres pueden cambiar, pero el funcionamiento es el mismo: el “Santo” ya no impone condiciones y se volvió predecible para los rivales. Ocurrió contra Patronato en La Ciudadela y ahora se repitió en el Madre de Ciudades. Perdió la superioridad en el mediocampo, la explosividad por los extremos y, peor aún, muestra una preocupante dependencia de Juan Cruz Esquivel. Si el extremo (como fue en esta ocasión en la que estuvo lesionado) no está en cancha, no hay nadie que tome la posta para romper líneas o lastimar con velocidad.
Hoy, la suerte no jugó a favor del “Santo”. Martos había apostado por un mediocampo compuesto por Nahuel Cainelli, Gabriel Hachen y Matías García, pero a los tres minutos, una lesión frustró las aspiraciones: Cainelli se retiró. El reemplazante fue Juan Cuevas, quien a priori intentó hacerse cargo de la generación de juego: se volcó por la izquierda, buscó asociarse con García y Hachen, pero nada surtió el efecto necesario.
Es más, San Martín solo pateó una vez al arco de Miguel Acosta: un cabezazo que pasó cerca del palo. Ni siquiera obligó al arquero del “Gaucho” a utilizar sus manos.
Y la defensa tampoco mostró un buen rendimiento. En 15 minutos, Güemes había generado dos ocasiones de peligro a través de un remate de Axel Oyola y un disparo de media distancia de Thobias Arévalo. Ni hablar que Mauro Albertengo venció a Hernán Zuliani en reiteradas ocasiones por el sector izquierdo. Aunque ninguna jugada terminó en gol, eso no alivió demasiado la situación.
En el complemento, San Martín cambió la postura. Modificó la apuesta y puso sus fichas sobre otros números. Intentó soltar más a los laterales y los volantes buscaron generar espacios, pero sin éxito. La apertura del marcador llegó a través de una pelota parada: un preciso centro de Ulises Vera y un potente cabezazo de Matías García. Ese tanto fue un golpe de ímpetu para el “Santo”, que parecía haber roto el cascarón. Una apuesta había salido y parecía que la racha continuaría. Incluso, el palo salvó a Güemes de no recibir el 2-0, tras un centro desviado por Alexis Monserrat.
Decepción
Sin embargo, como se dijo antes, el fútbol no depende solo de la suerte, y la actitud muchas veces pesa más. Esa fue la fórmula a la que apeló Güemes. Primero, empujó hasta llegar al arco de Darío Sand y consiguió un penal tras una clara mano de Federico Murillo. Monserrat, quien minutos antes estaba a un paso de ser villano, tomó la responsabilidad y marcó el empate. Y, con ese envión anímico, el “Gaucho” fue por más y Martín Álvarez sentenció la historia.
La postal es la misma de los últimos partidos: las cosas no salen, las caras de decepción se repiten y las respuestas no aparecen. ¿Qué hará Martos para los próximos partidos? Ahora tiene el desafío de levantar cabeza con dos duelos de local, que más que parecer un aliciente, son una prueba de fuego para determinar para qué está San Martín en esta Primera Nacional.








