Güemes le remontó el resultado a un San Martín que sigue sin encontrar el rumbo

CARAS LARGAS. El plantel santo marcha rumbo al vestuario, tras caer contra Güemes. CARAS LARGAS. El plantel "santo" marcha rumbo al vestuario, tras caer contra Güemes. Foto de Osvaldo Ripoll/LA GACETA.

Un equipo que no encuentra el rumbo se parece a un barco al que le falla la brújula: avanza sin dirección, retrocede por momentos, se sacude con cada oleada y, cuando parece estabilizarse, vuelve a tambalear. Así está San Martín: en plena búsqueda de respuestas. Sin viento a favor, sin claridad para corregir el rumbo. Tras el golpe contra Patronato en La Ciudadela, viajó a Santiago del Estero con la necesidad de levantarse. Pero ni el cambio de aire ni el empuje de los suyos -que otra vez dijeron presente, incluso como “neutrales” en el Madre de Ciudades- fueron suficientes. La historia se repitió.

En un primer tiempo chato, sin emociones claras, el arranque del complemento dejó una ráfaga de ilusión. Matías García, de cabeza y contra su ex equipo, rompió el cero y encendió una chispa. Fue esa ley no escrita del fútbol, la del ex que marca, la que despertó por un momento al “Santo”. Por unos minutos se creyó en la reacción. Pero el impulso duró poco. El equipo no logró sostener esa energía ni transformar el entusiasmo en una verdadera remontada. Fue un suspiro, no un cambio de viento.

A diferencia de otras tardes, esta vez San Martín casi no inquietó al rival. El único intento claro fue un cabezazo de Martín Pino que se fue alto: esfuerzo sin dirección, como símbolo del momento. Luego, se cerró el camino. El equipo cayó en un pozo ofensivo del que no pudo salir. Se repitieron silencios ya conocidos, se repitieron dudas que no son casuales: son señales de una idea que hoy no fluye.

En defensa, la historia también dejó preocupaciones. Darío Sand volvió a sostener al equipo con intervenciones clave, pero no alcanza con uno solo. El penal por la mano de Guillermo Rodríguez fue apenas una de varias fallas. El rival también juega, sí, pero San Martín apostó a un fuera de juego que no se dio. Y cuando se apuesta mal, el castigo llega.

El segundo tanto de Güemes fue una jugada clásica: dos cabezazos en el área, gol asegurado. Así de simple, así de efectivo. ¿Fue posición adelantada? Queda a interpretación. Lo cierto; es que el “Gaucho” aprovechó su oportunidad, San Martín no. Nadie marcó con firmeza, nadie llegó a cerrar a tiempo. Otra vez, el equipo miró cómo la red propia se inflaba sin poder evitarlo.

Martos y el desafío de volver al triunfo

Las conclusiones son inevitables. Ariel Martos deberá revisar el plan, ajustar piezas y reactivar el carácter de un equipo que no termina de encontrar su mejor versión. Los rivales ya aprendieron a esperarlo, a incomodarlo, a golpearlo en los momentos justos. Y hoy, la reacción no es inmediata.

A veces, los equipos entran en laberintos de los que cuesta salir. No porque falten ganas, ni mucho menos compromiso, sino porque el fútbol también tiene momentos de confusión, de dudas, de búsquedas que se alargan más de lo previsto. San Martín atraviesa una etapa así. No es el equipo abatido de otras crisis ni un plantel sin herramientas, pero está lejos de su mejor versión. Los resultados no acompañan, las respuestas no aparecen del todo y las certezas empiezan a diluirse. Sin embargo, todavía mantiene señales que invitan a no bajar los brazos.

Comentarios