PASIÓN Y DEDICACIÓN. Walter Morales lleva más de 30 años de carrera en el fútbol. Por una disposición de La Liga Tucumana de Fútbol estuvo dos años sin jugar, pero eso no le hizo bajar los brazos y pudo volver a las canchas que tanto ama.
A los 46 años, Walter Morales todavía disfruta de posicionarse bajo los tres palos, fin de semana tras fin de semana. Para ello, fue necesaria mucha disciplina y, sobre todo, entrega al deporte. Arquero de alma y corazón, con casi 30 años de carrera en el fútbol, su historia es la de un jugador que nunca dejó de soñar, ni siquiera cuando las reglas del sistema parecían dejarlo fuera del juego.
Nacido y criado en Monteros, Morales es uno de esos futbolistas que forjan su camino a base de esfuerzo y amor por el fútbol. Su debut en Primera División se remonta a finales de los años 90, cuando, con apenas 18 años, defendía la camiseta de Ñuñorco. Había hecho las inferiores en San Martín de Tucumán, pero la distancia y los estudios lo llevaron a afianzarse en su ciudad natal.
EXPERIENCIAS. Morales hizo las inferiores en San Martín de Tucumán a finales de los años 90.
Desde entonces, su recorrido ha sido tan amplio como diverso. Defendió los colores de clubes tradicionales como Deportivo Aguilares, Concepción FC, La Providencia, San Ramón, Santa Rosa y Lastenia. También tuvo pasos importantes fuera de la provincia: jugó en Palermo (Paraná), Patria (Formosa), Alianza de Cutral Có, en el viejo Torneo del Interior, y en otros equipos que participaron en torneos federales y regionales. “He jugado en casi todo el país gracias al fútbol”, afirma, orgulloso.
En 2022, una medida impuesta por la Liga Tucumana que limitaba la edad de los jugadores lo dejó sin competencia oficial. Tras dos años alejado de las canchas, todo indicaba que su carrera había llegado a su fin. “No jugué en 2022, y en 2023 tampoco pude seguir por esa decisión. Algunos clubes ya tenían cubierto su cupo de jugadores mayores, y era difícil encontrar lugar”, cuenta con resignación. Sin embargo, Walter nunca dejó de cuidarse: ni alcohol, ni tabaco, sin desvelos. Siempre llevó una vida ordenada, enfocada en el deporte. Su estado físico es impecable: “Siempre pesé entre 69 y 72 kilos. Eso hizo que mi vuelta al fútbol fuera también más sencilla”, remarca.
“Volví porque me sentía bien. Empecé entrenando sin compromiso, 10 o 15 días, para ver cómo me sentía. Gracias a Dios, respondí bien y el técnico confió en mí”, relata Morales. Desde 2024, defiende nuevamente el arco de Santa Rosa en la Liga Tucumana, participando en la Copa Tucumán y el Torneo Anual, con un rendimiento que habla por sí solo. “No quiero estar solo por historia, sino por rendimiento. Si juego, es porque me esfuerzo como todos mis compañeros”, explica.
Su opinión sobre la polémica medida de la liga es clara: “No me gustó. El fútbol tiene que ser meritocrático. Si el chico rinde, que juegue. Pero si un veterano está bien, física y futbolísticamente, también debe tener su lugar”. Considera que limitar la edad le quitó jerarquía a la competencia: “La Liga Tucumana estaba por encima de muchas en el NOA. Con esas decisiones se fue desvirtuando. Un plantel necesita referentes con experiencia”, analiza.
Walter también reflexiona sobre los cambios en el fútbol: “Antes, debutar en Primera era dificilísimo, más en mi puesto. Tenías que esperar mucho. Hoy es más fácil llegar, pero el desafío está en mantenerse”, comenta.
Padre de tres hijos -Bianca (18), Julián (15) y Genaro (7)-, Morales destaca el apoyo de su familia. “Mi hija mayor estudia y va menos a la cancha, pero siempre me acompañó. Los otros dos sí van siempre. Uno juega al vóley, el más pequeño hace música, toca el violín. Cada uno encontró su pasión y eso me llena de orgullo”, cuenta desde Monteros.
APOYO INCONDICIONAL.Morales disfruta con su familia y sigue apostando por el deporte y por sumar minutos en el fútbol.
En más de dos décadas en las canchas, Walter tiene mucho para contar: lo bueno y lo malo. “Gracias a Dios, nunca sufrí violencia directa en una cancha. Algún insulto, sí, pero nada grave. Lo peor fue una lesión de rodilla, pero me recuperé. Y lo mejor que me pasó en la cancha, sin dudas, son los amigos que me dio el fútbol y el respeto que recibo siempre”, valora.
No se pone colorado ni nervioso cuando lo señalan como el jugador más veterano de la liga y responde con humildad: “Creo que José Carreño, que jugó en Marapa y ahora está en San Lorenzo de Santa Ana, tiene un par de años más. Pero sí, en muchos planteles soy el más grande. Y trato de ser ejemplo para los jóvenes, de acompañar y aconsejar”, dice.
Morales es consciente de que la experiencia compensa el paso del tiempo: “Los chicos están físicamente mejor, claro, pero uno sabe posicionarse, leer el juego, hablar, ordenar. Eso también vale. Y si el cuerpo acompaña, como en mi caso, se puede seguir compitiendo”.
Walter Morales sigue atajando como siempre, con la humildad de los grandes y la alegría intacta. Porque el fútbol, como la vida, es de quienes se animan a seguir intentándolo, sin importar la edad. Tuvo la opción de retirarse y rendirse, pero se mantiene firme en sus convicciones, demostrando que la pasión, la disciplina y la constancia son las verdaderas llaves del éxito para seguir disfrutando de lo que mejor sabe hacer: jugar al fútbol.







