Nombrar sin etiquetas: por qué llamaron Limay a su hijo

Qué cosas influyen hoy a la hora de identificar un bebé.

DECIDIDOS. Federico y Connie eligieron el nombre de su pequeño antes de saber lo que venía en camino. DECIDIDOS. Federico y Connie eligieron el nombre de su pequeño antes de saber lo que venía en camino.

Una melena con rulos, ojos vivaces, dulzura plena. Cuando Limay, de cuatro años, se pasea por una plaza buscando amigos para jugar, en más de una oportunidad, le preguntan si es nene o nena. Y tiene que estar aclarando que es varón. “Es muy feliz con su pelo largo; nunca le cortamos desde que nació”, cuenta la mamá, Connie Sagripanti. Si una cosa tenían clara ella y su pareja, Federico Guevara, a la hora de elegir el nombre de su bebé era que este iba a ser neutro.

“Lo decidimos antes de saber lo que venía en camino”, relata la joven mamá de 28 años, que es poeta. Dice que fue en honor a un momento mágico que vivió. “Estábamos de viaje y me metí al río Limay, en Neuquén. Sentí una sensación muy extraña. Y luego confirmamos en Bariloche el embarazo”, detalla. Tanto Connie como Federico defienden y practican una crianza sin género, entendida como aquella en la que no se imponen estereotipos masculinos o femeninos a los hijos, tales como roles y comportamientos, colores o juguetes. “Sentimos que así crece con más libertad”, aclara.

“No nos gustaría que nuestros hijos carguen con ninguna cuestión, ya sea la carga de ser hombre o ser mujer, como también esos nombres que por generaciones y generaciones se han ido repitiendo. Queremos que sea libre y que sea feliz”, explica.

Sobre el nombre que eligieron les gustó su conexión con lo ancestral y con la natuleza. Limay, que es de origen mapuche, significa limpio y transparente. “Para nosotros tiene que ver con la fortaleza, la esperanza y la libertad”, remarca la pareja, que también comparte la crianza de su hijo de forma muy equilibrada.

En el Registro Civil

Como Connie y Federico, cada vez son más las familias que deciden apostar por una crianza sin ataduras de género y que, en la misma línea, optan por un nombre neutro. Otros lo hacen porque buscan ser originales a la hora de inscribir a un recién nacido. Lo cierto es que en los listados del Registro Civil de Argentina se puede notar que cada vez más padres eligen nombres adaptables.

LIBRE Y FELIZ. Limay ama su pelo largo enrulado; desde que nació no se lo cortaron nunca. LIBRE Y FELIZ. Limay ama su pelo largo enrulado; desde que nació no se lo cortaron nunca.

Actualmente, denominaciones como Cai, Akira, Noah, Génesis, Cruz, Junior, Río, Bahía, Ariel, Max, Andy, Inti, Asia y Valle son parte de un gran abanico de posibilidades para nombres a los chicos el país. Andes es de los más elegidos en Argentina. Todo esto, según los expertos, tiene que ver los cambios sociales vividos en los últimos años. La ley de identidad de género, las luchas feministas, la revalorización de los pueblos originarios y la toma de conciencia respecto de la relevancia del cambio climático van moldeando tendencias también en a la hora de identificar a un bebé.

La relevancia de los nombres sin género también tomó protagonismo de la mano de los famosos. Desde los cantantes Evaluna y Camilo, que llamaron Indigo a su primera hija, hasta Kim Kardashian que también se inscribe en la misma tendencia. Sus cuatro hijos se llaman: North, Saint, Chicago y Psalm.

Si bien no son mayoría, los nombres neutros van ganando terreno en Tucumán. Algunos de ellos son salidos de series y películas. También hay rarezas y denominaciones sorprendentes. Todo desde que se modificó el Código Civil y se estableció mucha más libertad para elegir cómo identificar a un hijo. Hoy los únicos límites en la elección de un nombre tienen que ver con que no sean agresivos ni estigmatizantes.

Carolina Bidegorry, titular del Registro Civil de Tucumán, comentó que van apareciendo nombres neutros y otros que son sorprendentes. Entre las rarezas de las inscripciones de los últimos meses enumeró: Hande, Shangai, Shaiel, Jesiah, Aissatou, Asia y Darían. “Son casos puntuales. Los nombres mayormente son comunes”, detalla.

El nombre es un atributo de la personalidad que mutó y se fue flexibilizando con el pasar de los años. El historiador y experto en genealogía José María Posse cuenta que en el pasado no muy lejano heredar el nombre del padre, madre o abuelos era lo más frecuente y esto ha perdido fuerza en el último tiempo. La costumbre de transmitir el nombre y apellido existirá como una simple curiosidad en las generaciones futuras, pronostica.

“Algo muy común para decidir un nombre hace unos años era el santoral del día en que había nacido una persona. Los nombres bíblicos de alguna manera marcaron a todas las generaciones de tucumanos desde su fundación. Eso también fue quedando en desuso. Actualmente muchos de los nombres se sacan de películas, de series, de telenovelas, y ya no se apela prácticamente a los nombres familiares”, describe.

Los nombres muy largos también han pasado a ser una rareza. Hoy son mayoría los que tienen un solo término, o dos. Y la posibilidad de poner una identificación original es mucho más fácil ahora. “Lo que se analiza es que el día de mañana los chicos no vayan a sufrir bullying, ser atacados o burlados por su identificación”, aclara Posse.

Nuevas formas de crianza

Elegir un nombre unisex se inscribe en una crianza neutral en género que cada vez más padres llevan adelante, según cuenta la psicóloga Cecilia López. “Lo que busca esta crianza neutral en género es alejarse de los estereotipos. Esto es cuando, sin darnos cuenta, esperamos cosas diferentes de un niño o de una niña solo por su género. Frases como ‘los varones son más brutos’ o ‘las nenas son más sensibles’ no sólo limitan, sino que también modelan el mundo interno de nuestros hijos e hijas. Ellos se identifican con nuestros discursos y muchas ve es, sin querer, les enseñamos que hay maneras ‘correctas’ o ‘esperadas’ de sentir, jugar o expresarse, dependiendo de si nacieron niño o niña. Esto puede parecer simple, pero marca profundamente cómo se ven a sí mismos, cómo se relacionan con los demás y qué espacios sienten que pueden o no habitar”, explica.

Cuando decimos que los varones son fuertes, se mueven más y se pelean más, o que las nenas son dulces, tranquilas, ordenadas y buenas para cuidar, lo que estamos haciendo es recortarles alas para expresarse libremente como ellos lo desean y se sienten felices, sostiene la psicóloga. “Estamos condicionando su crecimiento y alejándolos de quienes realmente son o podrían llegar a ser”, apunta López, y aclara que criar sin estereotipos no significa criar sin guía. “Significa dejar que cada niño y niña sea libre de descubrirse, acompañado de adultos que los aman y los respetan como son y como ellos quieran expresarse”, concluye.

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