Por Florencia Bringas
31 Mayo 2025
ROL. Daiana Faversani formó parte de la Fuerza Aérea Argentina y fue la primera mujer técnica en radares en 50 años en pisar la Base Marambio
A 43 años del ataque al radar del Escuadrón VyCA durante la Guerra de Malvinas, Tucumán se sumó por primera vez a la conmemoración del Día del Radarista Argentino. La ingeniera técnica Daiana Faversani –primera mujer en desempeñarse como mecánica de radar en la Base Antártica Marambio– fue reconocida en nuestra provincia por su trayectoria en el ámbito de la defensa tecnológica. Participó como referente principal de una jornada de formación organizada por la Agrupación de Empresas de Seguridad de la Información de Tucumán (Aesit). En diálogo con LG Play, Faversani repasó su formación, su experiencia en la Antártida y el rol de las mujeres en sectores clave para la soberanía nacional.
- ¿Cómo empezó tu camino profesional para convertirte en radarista?
– Mi carrera comenzó en la Fuerza Aérea Argentina. Soy ex personal militar. Me apasionaban los radares, me llamaban mucho la atención. Hice una capacitación de un año dentro de la Fuerza Aérea y después continué con todas las comisiones, los cursos y los mantenimientos necesarios para poder desempeñarme como mecánica de radar.
- ¿Qué hace un radarista? ¿Cómo funciona un radar?
–Hay muchos tipos de radar, pero yo me especialicé en radares de vigilancia y control de tránsito aéreo. Se utilizan para la detección de aeronaves, incluso ilegales. Yo trabajaba desde el área técnica, asegurando que los equipos funcionaran 24/7. Siempre había que tener el sistema operativo,
- ¿Esa experiencia fue en la Antártida o también en otras bases del país?
–Fue mientras estuve en la Fuerza Aérea. Trabajé con distintos sistemas de armas, como los llamamos. También pasé por el área de telecomunicaciones, lo que complementa mucho el trabajo técnico de radar. Ahí fue cuando me postulé para ir a la Base Marambio. Era un sueño para mí. Me costó mucho llegar.
- ¿Qué recordás de esa experiencia?
– Me llevó tres intentos poder ir. Una vez ahí, me dijeron que era la primera mujer técnica en radares en 50 años en pisar la base. Fue una experiencia extrema. Una vez, a -53 grados, se abrió la puerta de una cabina de radioayuda y se congeló todo. Teníamos que rescatar el equipo. Nos turnábamos para salir: uno desarmaba mientras el otro se quedaba en la camioneta calefaccionada. Por suerte no había viento ese día. Si no, no se podía salir.
- ¿Cuánto tiempo estuviste allá?,¿Qué tipo de tecnología se usa?
– Un año entero. Hice la campaña completa. Allá no hay radares, hay antenas satelitales. Toda la comunicación es satelital. Teníamos una antena 4G de Telefónica que nos conectaba con nuestras familias. También trabajábamos con Arsat, KTV (de DirecTV), y antenas meteorológicas. Mi trabajo era que la comunicación nunca cayera. Y durante toda mi campaña, nunca se cortó.
FRÍO. La técnica utilizó el equipo de protección durante una jornada donde el viento y las bajas temperaturas obligan a extremar cuidados.
- ¿Cómo es el funcionamiento técnico de un radar?
– Un radar tiene una antena con transmisor y receptor. El transmisor genera la frecuencia que se emite hacia un objetivo, por ejemplo un avión. Cuando esa onda toca el avión, regresa con información: tipo, altura, distancia, etc. Esa señal entra al radar por un duplexor, que es un dispositivo electrónico, se separa y se procesa. El receptor analiza y muestra todo en pantalla.
- ¿Cuál era tu tarea como mecánica?
– Mi función era mantener los equipos operativos. Si surgía alguna falla o un posible desperfecto, hacíamos mantenimiento preventivo para que el equipo no saliera de servicio. También hacíamos correcciones si detectábamos alguna caída en el sistema.
- ¿Cómo viviste ser mujer en un ámbito tan masculinizado?
– Sinceramente, pensé que ya habían ido más mujeres a Marambio. Hay pocas mujeres en la Fuerza Aérea, pero muchas muy capaces. Cuando me avisaron que era la primera técnica en 50 años, me sorprendí. No fue fácil: no es común que confíen en una mujer para ese tipo de tareas. Pero cumplí todos los requisitos y más. Me felicitaron por mi desempeño.
CAMPAÑA. En una jornada de trabajo a la intemperie, la radarista participaba de tareas operativas con -53 grados de temperatura en la Base.
- ¿A qué te dedicás actualmente?
– Pedí la baja en 2019 para enfocarme en la programación y la ciberseguridad. Hoy soy fundadora de Ciberdefensa 360 y vicepresidenta de la Agrupación de Empresas de Seguridad de la Información de Tucumán (Aesip), una agrupación de empresas de seguridad de la información. Estamos trabajando con distintas instituciones y convenios.
- ¿De que se trató el workshop?
– Fue una jornada histórica y técnica, titulada “Día del Radarista Argentino: Honor, Tecnología y Defensa Nacional”. Repasamos la evolución del radar, sus fundamentos tecnológicos, su relación con las telecomunicaciones y los desafíos actuales en materia de ciberseguridad. Hubo análisis de casos concretos y un espacio de reflexión donde se cruzaron la experiencia técnica, la innovación y la defensa nacional. Se realizó en la sala Hynes O’Connor del Ente Cultural de Tucumán, con el apoyo del Instituto de Desarrollo Productivo (IDEP) y de la Cámara de Comercio de la provincia.
TAREA. Faversani realizaba mantenimiento técnico en uno de los sistemas de radioayuda de la Base Marambio, en condiciones extremas.
- ¿Por qué hoy se celebra el Día del Radarista?
– Porque el 31 de mayo de 1982, durante la Guerra de Malvinas, dos misiles impactaron cerca de un radar AN/TPS-43 del Escuadrón VyCA, dejándolo temporalmente fuera de servicio. A pesar de los daños, el equipo fue puesto nuevamente en funcionamiento en menos de 24 horas. Su misión era fundamental. Por eso, esta fecha conmemora esa tarea, ese compromiso y esa capacidad técnica que resultan claves para la defensa y la soberanía nacional.
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