Así fue el cónclave más extenso de la historia: cardenales encerrados por casi tres años
La historia del cónclave que duró más de dos años no es solo una rareza histórica; es una muestra palpable del poder, las tensiones políticas y las profundas divisiones internas que atravesaron a la Iglesia Católica en el siglo XIII.
Cómo fue el cónclave más largo de la historia
Corría el año 1268 cuando, tras la muerte del papa Clemente IV, comenzó en la ciudad italiana de Viterbo el proceso para elegir a su sucesor. Nadie imaginaba entonces que aquella elección papal se convertiría en la más larga de la historia, extendiéndose por 33 meses.
El sistema de elección papal, que en aquel momento aún no estaba regulado como lo conocemos hoy, se vio obstaculizado por la falta de consenso entre los cardenales electores. Eran 20 los encargados de nombrar al nuevo pontífice, divididos entre las facciones pro-francesas y pro-italianas. Cada votación terminaba en un empate, y el estancamiento se prolongaba sin una solución a la vista.
La situación llegó a tal punto de desesperación que los ciudadanos de Viterbo, hartos del prolongado cónclave, decidieron intervenir. Sellaron las puertas del Palacio Papal, encerrando literalmente a los cardenales para forzarlos a tomar una decisión. Pero ni el encierro bastó. Con el paso de los meses, los alimentos comenzaron a escasear, y los habitantes de la ciudad recurrieron a medidas aún más drásticas: retiraron el techo del edificio para exponer a los cardenales al sol, la lluvia y el frío, en un intento desesperado por apurar la elección.
Finalmente, en septiembre de 1271, los cardenales acordaron nombrar a un papa que no perteneciera a ninguno de los bandos enfrentados. Eligieron a Teobaldo Visconti, un archidiácono que ni siquiera era cardenal y que se encontraba en Tierra Santa como legado papal. Al regresar a Italia, fue consagrado como Gregorio X.
Cambios en la Iglesia
Este episodio fue tan escandaloso que marcó un antes y un después en el proceso de elección papal. Fue Gregorio X quien, tras su entronización, instituyó formalmente las reglas del "cónclave" (del latín cum clave, "con llave"), que estipulaban el encierro de los cardenales hasta alcanzar un consenso, junto con restricciones estrictas sobre sus condiciones de vida durante el proceso. Estas normas siguen, en gran medida, vigentes hasta hoy.









