Estamos acostumbrados a ver el Watt o Vatio o kwatth (kilowatt hora) como medida de algo relacionado con la energía. No importa lo que mide, pero de dónde sale esa palabra? Es un homenaje del Sistema Internacional de Unidades a James Watt.
James Watt fue un ingeniero mecánico y químico pero fundamentalmente un inventor nacido en 1736 en Escocia. Su padre era un inventor naval y su abuelo profesor de matemáticas. Su madre era de una familia distinguida y tenía una buena educación. Ella fue la que comenzó con su educación porque James, debido a su delicado estado de salud, no podía asistir a la escuela con regularidad. Cuando comenzó a hacerlo se destacó en matemáticas y demostró una gran habilidad para los trabajos manuales. Las asignaturas como los idiomas no le interesaban.
A los 18 años se fue a Londres a trabajar con un fabricante de instrumentos de medidas. Un año más tarde regresó a Escocia con la intención de fundar su propia fábrica, empezando a mostrar su intención de emprender. Esto no le resultó fácil, porque su estadía como aprendiz había sido demasiado corta para que el Gremio de los Herreros lo reconozcan como tal. El gremio de los herreros incluía a todos los que trabajaban con martillo. Al poco tiempo la Universidad de Glasgow le ofrece un lugar para que instale su taller y haga el mantenimiento de los equipos de laboratorio de la universidad. Allí también fabricaba y vendía instrumentos.
Ahí tuvo la posibilidad de relacionarse con ingenieros y comenzó a involucrarse con las máquinas de vapor, que comenzaban a construirse. Hasta ese momento se usaban, casi exclusivamente, en las minas y no eran muy eficientes. James Watt las modificó y logró mejorar su eficiencia. Estas nuevas máquinas a vapor comenzaron a usarse en otras fábricas como las textiles, de papel y en molinos de harina, entre otras. Con la introducción de la máquina de vapor de Watt cambia la industria y comienza lo que hoy conocemos como la Revolución Industrial.
Esto le dio prestigio y reconocimientos como ser incorporado a como miembro de la Royal Society de Londres y de la Academia Francesa de Ciencias, entre otras. Más tarde la Universidad de Glasgow le dio el título de Doctor Honoris Causa.
Pero su trabajo no se limitó a perfeccionar la máquina de vapor. Inventó una máquina para copiar manuscritos, una máquina para dibujar y un instrumento que se adosaba a los telescopios para medir la distancia a los planetas y estrellas, entre otras.
Se ocupó de patentar todos sus inventos y recibió importantes cantidad de dinero por las regalías de las patentes. Se dice que demoró en terminar su máquina de vapor para que estuviera lista cuando las patentes de las máquinas anteriores hubiesen expirado y así poder patentar la suya. No publicaba sus investigaciones en revistas científicas, solo le interesaban las patentes. Patentó la máquina de vapor y por separado cada uno de los desarrollos que hizo para ella. Con esto se aseguró que nadie pudiese usar gratuitamente sus inventos. Su visión sobre la ciencia y los desarrollos tecnológicos no era convencional. Era lo que actualmente se llamaría un emprendedor.
En 1800 su situación económica era excepcional. Junto a su socio, Mathews Bolton, decidieron ceder el manejo de la fábrica a sus hijos, quedando ellos como asesores y a cambio de eso recibirían anualidades vitalicias. A pesar de su retiro continuó inventando cosas, aunque ya sin fines comerciales.
Falleció en 1819 en Heathfield (Inglaterra). Su biblioteca tenía 1.500 libros de diversos temas y encontraron 8.000 objetos inventados por él. Hasta hoy es reconocido como el padre de la Revolución Industrial.






