Tiene 90 años, trabaja y esta es su motivación para seguir rescatando animales

La mujer incluso dejó relaciones estables con tal de dedicarle tiempo a sus animales.

Barby Keel inició su labor cuando quedó al cuidado del perro de un soldado. Barby Keel inició su labor cuando quedó al cuidado del perro de un soldado.
29 Abril 2025

Cuando Barby Keel aceptó hacerse cargo de un perro que no era suyo, no sabía que cinco décadas después continuaría dedicándose a la misma actividad. Con un santuario a cargo con su nombre y más de 10.000 animales salvados, esta mujer británica de 90 años asegura que continuará dedicándose a lo que ama hasta que el cuerpo se lo permita.

Los inicios del movimiento que inició Keel se dieron cuando un soldado destinado a Irlanda del Norte le pidió que cuidara de su perro mientras él no estaba. Finalmente el animal decidió quedarse con ella, y ese vínculo marcó para siempre su historia. El rescatismo pasó a ser su modo de vida y el que planea seguir poniendo en práctica.

La enseñanza de una rescatista de 90 años

En principio, Keel utilizaba su casa como hogar para animales y solo recibía perros y gatos. Pero con el pasar del tiempo pudo fundar su santuario por el que pasaron miles de ejemplares y en el que hoy viven en un enorme espacio 160 gatos, 100 gallinas, 80 conejos, 16 chanchos, ocho perros y seis caballos.

Pero la buena voluntad no impide que aparezcan las dificultades como los vínculos y el paso del tiempo. Respecto al primer aspecto, la mujer contó que debió priorizar a sus animales en más de una oportunidad. Hace un tiempo, su pareja estable le pidió que eligiera entre él y los animales. Sin dudarlo, la rescatista contestó. “Mis animales son lo primero y siempre lo serán”.

Aunque durante los primeros 20 años del santuario de Sussex se encargó de todos los animales absolutamente sola, hace ya un tiempo que Keel cuenta con un enorme equipo de voluntarios. Incluso dejó de hacerse cargo de los animales más grandes por sus condiciones físicas, propias de la edad. Pero eso no es un impedimento para seguir teniendo contacto con ellos.

“Hay días que estoy destrozada, es un trabajo duro. Pero entonces me tocan la nariz o me miran y me acuerdo por qué hago esto”, relató la mujer que logró construir una organización benéfica sin fines de lucro. El santuario, en este aspecto, es llevado adelante por el equipo de voluntarios, por el aporte que hacen donantes constantemente y por la pensión con que cuenta Keel.

A pesar de su edad avanzada, sostiene que seguirá trabajando en el santuario mientras pueda sostenerse por sí misma, pero reconoce: “Sé que me estoy haciendo mayor, así que conozco mis limitaciones”.

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