Jorge Mario Bergoglio visitó el monte santiagueño en 1975; en la imagen aparecen tres hermanas domínicas provenientes de España. Gentileza María Quadri.
Jorge Mario Bergoglio fue un misionero incansable. Creía en una Iglesia de todos y para todos, y por eso debía visitar los rincones más remotos del planeta. La palabra de Dios tenía que llegar incluso a esos lugares que solo existen en los bordes de los mapas. Esa cosmovisión replicó y globalizó cuando fue elegido Papa Francisco, cargo desde el cual realizó 47 viajes y visitó 66 países.
Pero sus gestos misioneros no comenzaron en el Vaticano. Ya como sacerdote jesuita, Bergoglio buscaba esos rincones invisibles, alejados del centro. Uno de esos viajes lo llevó al monte santiagueño, al poblado de San José del Boquerón, una pequeña localidad del departamento Copo.
La visita estuvo motivada por los antiguos vínculos entre la región y la Compañía de Jesús. Durante el siglo XVIII, los jesuitas fundaron tres reducciones a orillas del río Salado con el objetivo de evangelizar a los aborígenes vilelas: Concepción de Abipones, San José de Vilelas y San José de Las Petacas. Esta última, fundada en 1762, es hoy el sitio donde se asienta San José del Boquerón. Su vigencia fue breve: en 1767 el rey Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas de América y la reducción quedó abandonada por más de dos siglos.
En 1974, gracias al impulso de Bergoglio como sacerdote provincial de los jesuitas en Argentina (encargado de tomar las decisiones de la orden), los curas Juan Carlos Constable y Agustín López reactivaron la zona tras recibir su autorización. Fue entonces cuando el futuro Papa visitó la iglesia de San José de Las Petacas, en una época en que no había ruta de acceso y las conexiones eran casi inexistentes. Incluso hoy no hay señal telefónica de ninguna línea y el wifi llegó hace menos de una década. La ruta, en tanto, se inauguró hace 13 años por lo que hasta ese momento el pueblo era casi inaccesible.
Recuerdos
Según la psicopedagoga bonaerense María Quadri, Bergoglio visitó San José del Boquerón en 1975 y fue recibido por los curas Constable y López. Francisco había forjado una gran relación con Constable: se conocieron en la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel durante el maestrillo (primera etapa de formación de los jesuitas) y compartieron aulas. Bergoglio fue ordenado sacerdote en 1969 y Constable en 1970, lo que dio origen a una amistad que se mantuvo viva a través de cartas.
Quadri atesora varias fotografías de aquella época. En una de ellas, Bergoglio posa con un saco negro y una polera junto a tres hermanas dominicas de la Anunciata: la hermana Pilar, la hermana Rosario y María de Jesús. Ellas habían llegado desde España para cumplir su labor misionera y, tras establecerse en Añatuya, fundaron otra comunidad en el paraje de Nueva Esperanza, que también está ubicada en Copo. La imagen fue tomada a las afueras de la vieja iglesia de San José de Las Petacas.
MISIONERA. María Quadri llegó al pueblo en 1979, acompañada por un equipo de difusión cristiana. Inés Quinteros Orio/LA GACETA.
Bergoglio, según Quadri, también visitó parajes como Bandera Bajada, Santos Lugares, La Candelaria, Villa Matoque, Nueva Esperanza, Monte Quemado, Sacháyoj y Pampa de los Guanacos. Durante su papado mantuvo un vínculo estrecho con Constable e incluso le envió libros desde Roma.
Aunque Quadri no vivió el momento de la primera visita, su estadía definitiva en el pueblo desde 1979 ha nutrido su memoria de aquel hecho. Con el fin de honrar su partida, el lunes 21 de abril de 2025 se organizó una misa a la que asistieron alrededor de 2.000 habitantes de los distintos parajes de San José del Boquerón. “Había una imagen del Papa Francisco y todos fueron invitados a rezar y a prender una vela”, describe Quadri.
La mujer lamentó la partida del Papa. “Lo positivo es que lo dejo despedirse de su gente en Pascuas”, finalizó.







