IMPUTADO. Leonardo Salomón escuchaba atentamente a los testigos que expusieron ante el Tribunal. La Gaceta / foto de Analía Jaramillo
Era sabido que la investigación del crimen de la Chacabuco 59, por sus características, tenía una trama compleja. El debate oral en el cual se está enjuiciando a Leonardo Salomón, el único acusado de asesinar a Ana Gabriela Picciuto, también presenta nuevos interrogantes a medida que avanzan las audiencias. Ayer, entre dudas y contradicciones, el Ministerio Público Fiscal solicitó que se investigue al comprador de la propiedad -y uno de los testigos claves de la causa- por falso testimonio y por el posible delito de estafa.
El caso salió a la luz el 12 de mayo cuando Picciuto fue encontrada en el interior de una cisterna por un albañil que realizaba remodelaciones en la vivienda ubicada en la calle Chacabuco 59. Rápidamente el fiscal Carlos Sale comenzó a hilar los vínculos que tenía cada uno de los inquilinos y allegados a la víctima y a la propiedad, para descubrir el motivo del crimen. Durante el proceso el titular de la Fiscalía de Homicidios II acusó a Natalia Liberman y Alfredo Socci, a Sofía di Gianni, a José Luis Fumero (ex pareja de Picciuto) y a Salomón, quien habría mantenido una relación sentimental con la víctima.
La segunda jornada del juicio estuvo acaparada por la declaración de Walter Marchese, el hombre que arregló la compra del inmueble con Fumero y quien contrató al albañil que descubrió el cadáver de la mujer. El testigo contó que le ofrecieron la vivienda en abril de 2023 a un valor de entre $40 y $50 millones.
Negociaciones
El fiscal interrogó si Marchese conocía las condiciones legales en las que se encontraba la propiedad. “Yo sabía que estaban divorciados. Fumero vendía el 50%; la otra mitad se la iba a comprar a Picciuto aunque nunca la había visto. En su momento Luciana e Isaías Marín me presentaron los informes donde figuraba que él estaba casado con ella y que podía vender el 50%”, explicó.
Según declaró el hombre, llegó a un acuerdo con Fumero donde dejó una seña de $3 millones en efectivo y una motocicleta. “Todo fue de palabra en su momento y cuando yo terminara de hacer el pago íbamos a formalizar la venta y a hacer los papeles”, dijo.
Sale le consultó si la deuda por $47 millones (el supuesto valor arreglado por la vivienda) ya estaba saldada, y Marchese respondió que sí. “Se los fui dando en distintas ocasiones. Algunas veces se los daba a su pareja, otras a su abogado y en alguna oportunidad, a él”, sostuvo.
Marchese siguió explicando cómo realizó los pagos de la vivienda y aclaró que el acuerdo final terminó siendo por $30 millones. “Hubo meses en los que le podía dar dos o tres millones, iba variando el monto. Terminé de pagar la casa a mitad del año pasado. Fumero me firmó los papeles en la comisaría de Yerba Buena porque estaba detenido allí”, informó. Posteriormente, cuando el defensor Hernán Molina volvió a preguntarle por el valor pactado para adquirir la propiedad, el testigo dijo que la pagó a $35 millones.
El fiscal también le consultó si luego del crimen de Picciuto se contactó con la hija de la mujer para arreglar la posesión del inmueble. Marchese contó que ambos fueron a una conciliación.
“Ella no tiene la posesión pero es como si la tuviera porque está sacando ganancias. Ella está actualmente alquilando la parte de adelante. También se está alquilando una parte de arriba, del cual ella cobra un porcentaje. Yo lo único que hice fue arreglar la parte de adelante para que ella pueda cobrar el beneficio. El lugar había quedado destruido y yo tuve que arreglar las luces, pintar, poner durlock, paredes, puertas y baños. Se arregló todo en menos de 30 días para que ella pueda alquilarlo”, dijo. Sale le replicó que la joven actualmente no recibe el dinero correspondiente, a lo que el testigo dijo no estar enterado ya que de eso se encargaban sus abogados.
Graves suposiciones
Marchese relató cómo fue el trato que tuvo con Socci, Liberman y di Gianni. Dijo que la primera vez que los vio fue cuando estaba conociendo la propiedad. Luego de hacer el trato con Fumero el hombre puso en marcha la remodelación, comenzó a limpiar la casa construida atrás del inmueble (donde vivía Gabriela).
“Yo les dije que había comprado el lugar y que necesitaba que se vayan. Me dijo que ya se iba a ir, que no tenía en dónde alquilar y que no tenía plata y yo le ofrecí alquilarle algo para que se fuera. Él me mandaba mensajes para que yo le alquile algo. Se puso insistente, me decía que ya había conseguido un alquiler y que le diera la plata pero no lo hice porque no confiaba en que se vayan”, explicó.
A su turno, Molina le consultó sobre el comportamiento de Socci y el testigo apuntó contra él. “Cuando empecé a desarmar la casa se puso raro. Un día me estaba pidiendo plata y al otro ya no me contestó más los mensajes. En mi opinión creo que algo habrá sabido de que estaba esa persona ahí (en referencia al cuerpo de Picciuto). No tiene sentido que sea tan insistente con la plata y que al otro día, sabiendo que voy a construir, se haya ido a las tres de la mañana sin necesitar el dinero”, afirmó.
Sale le recriminó que no haya manifestado esto durante su declaración en la Fiscalía y le dijo que estaba faltando el respeto a la verdad. Cuando el testigo se retiró de la sala les pidió a los jueces María Valeria Mibelli, Isabel de Los Ángeles Méndez y Guido Leandro Cattáneo que se remitan los expedientes y la grabación de la audiencia a la Unidad Fiscal de Decisión Temprana para investigarlo por falso testimonio y a la Fiscalía de Usurpación, Estafa y Cibercriminalidad ante la posible comisión del delito de estafa en perjuicio de la hija de Picciuto.
“No acreditó que haya pagado nada. Primero dice $3 millones y una moto, a mí me dijo $30 millones, después a Molina le dijo $35 millones pero antes había arreglado por $50 millones. No tiene constancia de pago de absolutamente nada. Además recibí a la hija de la víctima en mi despacho y me dijo que no recibió un peso”, argumentó.









