UN TESORO. Gerónimo Paz guarda enmarcada la carta que recibió como respuesta del Papa Francisco. FOTO LA GACETA/ANALÍA JARAMILLO
Tras el fallecimiento del Papa afloraron recuerdos y experiencias de quienes conocieron a Francisco. Tucumán no es la excepción. Entre aulas y uniformes, en el Colegio Sagrado Corazón reside el sacerdote Gerónimo José Paz Helguera, miembro de la Congregación de Misioneros de la Inmaculada Concepción de Lourdes.
El inicio de la historia entre Paz y Bergoglio se remonta a fines de la década del 60. En 1969 el padre Gerónimo, con sólo 25 años, llegó al Seminario Jesuita de Buenos Aires para estudiar Teología. Allí se encontró con Jorge Mario, instalado en la habitación de al lado. No podía saber que pronto se convertiría en un importante compañero.
“Un año antes había sufrido un accidente de tránsito que me dejó una hemiplejía. Estaba muy bajoneado, porque creía que ya no iba a poder seguir. Pero él me levantó el ánimo. Cuando empecé la rehabilitación me acompañaba a caminar y cuando tenía que hacer bicicleta venía al lado mío. Ese empuje fue el que me ayudó a superar mis pequeñas dudas, problemas y todo. Así ves cómo Dios te va poniendo a quien te dé una mano”, relató.
Cercanía
De esta manera conformaron un vínculo cercano que se prolongó con el tiempo. Durante los días de trabajo hacían lugar para compartir sus pensamientos y hablar de su fe y de cómo se acercaron al sacerdocio. “Antes de entrar al seminario él ya era técnico bioquímico. Un día fue a confesarse en la Basílica de San José de Flores, de donde provenía, y ahí descubrió un poco ese llamado interior. Dios le dio esa fuerza para cambiar su carrera porque estaba llamado para otra cosa”, contó Paz.
Según rememoró el padre Gerónimo, la vocación hacia el prójimo de Bergoglio excedía su investidura sacerdotal, ya que era parte de su esencia. “Era una excelente persona. Siempre lo caracterizó su sencillez y humildad. Cuando estábamos en el seminario jamás se creyó superior a nosotros por ser ocho años mayor que el resto y por ya tener un título”, dijo. Y lo mismo sucedió en la calle: “su vocación era trabajar con los más pobres, le gustaba estar cerca de la gente y se ocupaba mucho de los vecinos del barrio de Flores, jamás los dejó de lado. Además, tenía un aprecio muy grande por los jóvenes, le gustaba acompañarlos”.
De cura a Papa
Aunque ya pasaron 12 años, Paz se acuerda perfectamente de cómo se sintió al recibir la noticia de que su compañero se había convertido en Papa. “Me quedé con piel de gallina por la emoción”, recordó. Fue tal la sorpresa y la alegría que le envió al Papa una carta desde Ambato (Catamarca) para felicitarlo. Lo que jamás habría imaginado era una respuesta.
“Cuando vi el sello de la Nunciatura pensé: ‘¿qué macana me habré mandado por ahí?’. Luego la abrí y me di con que era su respuesta. Sentí mucha emoción porque no me lo esperaba”, dijo.
Fue tanto el orgullo que a esa carta la guarda con total aprecio en un porta retrato que cada tanto contempla:
“Leyendo tu carta me vino a la memoria aquel pensamiento del santo cura Brochero: ‘estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen sacerdote; si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego’. Te agradezco tu testimonio de caridad y entrega pastoral en aquella región de nuestra tierra, y te animo a continuar viviendo tu sacerdocio con alegría, acompañando a la gente sencilla y, de manera especial, a los pobres y marginados de la sociedad”, reza la misiva del Papa.
El padre Paz analizó los años de papado de Francisco y destacó su labor. “Creo que tuvo un gran empuje para cambiar muchas estructuras que eran muy rígidas de la Iglesia, algo que no fue nada fácil. Hizo una renovación, por eso también tuvo a mucha gente en contra. Pero a él no le importaba eso”, sostuvo.
“Creo que marcó un antes y un después dentro del Vaticano y en la historia eclesiástica. Puso a mujeres en la estructura del Vaticano, algo que antes era impensable. Abrió aún más la Iglesia aceptando a todos: ricos, pobres, sabios, ignorantes, justos y pecadores; y por eso llegó a tantas personas dentro y fuera del catolicismo. Me parece que eso marcó su pontificado”, agregó.
Paz siente que el Papa dejó un legado que es importante difundir. “Todos somos hijos de Dios, sin diferencia alguna. Más allá de nuestra ideología, más allá de nuestras religiones, más allá del sexo, más allá de todo. Por eso él invita a todos a construir una fraternidad universal. Como decía en su encíclica, cambiar esta cultura del enfrentamiento que vivimos hoy por la cultura del encuentro; que nos encontremos como hermanos”, reflexionó.







