Lluvia, suspensión, asado y mil historias entre Pablo Hernández y un grupo de "decanos"

El ex jugador de Atlético y la selección de Chile compartió un entrañable momento tras la suspensión del partido entre el "Decano" e Independiente.

Lluvia, suspensión, asado y mil historias entre Pablo Hernández y un grupo de decanos
22 Abril 2025

Volver de la cancha empapado, sin haber visto un solo minuto de fútbol, podría parecer la definición de una noche frustrada para cualquier hincha. Pero para Gastón Ponce y su grupo de amigos, el viernes pasado por agua terminó siendo uno de los más memorables en mucho tiempo gracias a Atlético Tucumán.

Como de costumbre, habían dejado el auto en el mismo sitio de siempre, esa esquina que ya es casi parte del ritual cada vez que juega Atlético y que está ubicada muy cerca del Monumental. Antes iban en bondi, allá por los tiempos en que Pablo Hernández aún vestía la celeste y blanca. Ahora, con más años encima y algo más de comodidad, se reparten entre motos y autos, pero el punto de encuentro sigue siendo inamovible.

Ese día, la lluvia los obligó a hacer la previa en el habitáculo del auto de uno de ellos. “No había techito, ni nada cerca para cubrirnos”, le contó Gastón entre risas, a LA GACETA, recordando cómo el parabrisas empañado y las botellas pasaban de mano en mano mientras sonaba una cumbia suave de fondo. En medio de esa escena típica y precaria, al alzar la vista hacia una terraza cercana, lo vieron: Hernández, el “Tucu”. Ahí estaba, saludando desde lo alto como si aún estuviera en la cancha y no en una reunión familiar.

Lluvia, suspensión, asado y mil historias entre Pablo Hernández y un grupo de decanos

“El saludo fue sincero, amistoso”, relata “Tonga”. Poco después, “Fran”, cuñado de Pablo y dueño de casa, se acercó con una bolsa para que pudieran guardar los celulares y las billeteras, ya que no paraba de llover y el momento de ir a la cancha había llegado. Ese detalle de cortesía, que hace la diferencia, fue el puntapié inicial de una gran noche.

“Ese día de lluvia del partido vs Independiente, no olvidaré. El gesto de Fran y el campeón de Atlético Tucuman y campeón con Chile, Pablo Hernandez. Tuvieron un gesto tremendo al vernos empapados. y hacernos pasar a su casa y compartir un asado con su familia”, escribió Gastón en su cuenta de X, dando a conocer el momento que vivió.

La suspensión del partido

Empapados, con la ilusión intacta, entraron a la cancha. No tardaron en enterarse de que el partido había sido suspendido. Cualquiera hubiera pegado la vuelta masticando bronca, pero ellos no. Volvieron al coche y decidieron que, ya que estaban ahí, había que alargar la previa. Un vinito más, alguna charla y alguna risa, antes del regreso.

Entonces, apareció ese aroma irresistible a asado. Venía de donde estaba Pablo. Desde una ventana, una señora -luego se enterarían que era la suegra del exjugador- les hablaba con calidez. “Si tuviera lugar, los hacía pasar acá abajo para que estén conmigo”, nos decía la señora, recuerda Gastón.

Y cuando Gastón y un amigo fueron al quiosco a comprar unas papas fritas y una gaseosa, se les acercó corriendo el hermano de Gastón: “¡Nos invitaron a pasar!”. Compraron también algunas golosinas para los chicos que jugaban por ahí, y subieron. Como quien no quiere la cosa, terminaron en la terraza, invitados a un asado con la familia de uno de los jugadores muy queridos en el club.

“Fran”, el asador, se reía con todos. “Pablo apenas prende el fuego, después desaparece”, bromeaba mientras obligaba a los invitados a servirse. “Pablito iba y venía, atento a que todos comieran, con esa simpatía simple que derriba cualquier barrera entre hincha y exjugador. Esos momentos humaniza y nos acerca a los jugadores”, agregó.

La charla fluyó sola. Recordaron cuando el club salió campeón, ese equipo que quedó en la memoria de todos. Gastón, que por entonces tenía 15 o 16 años, hablaba de Pablo como quien recuerda a un superhéroe de su adolescencia.

 “Uno siempre lo respetó, nunca lo puteamos ni nada, y no solo por eso ligamos el asado, sino porque se notaba que son buena gente”, se explayó el hincha “decano”.

Hablaron también de los tiempos en que los jugadores volvían caminando hasta la Sarmiento o se tomaban el cole, cruzándose con los hinchas en la mítica esquina de Italia y 25 de Mayo, donde los hinchas hacían la previa años atrás. Épocas sin selfies, sin cámaras, pero con recuerdos vivos. “Y aunque fue campeón con Chile, contaba que le tenía mucho cariño al título conseguido con Atlético. Acá se vivió distinto, decía”, recordó Gastón.

La noche fue avanzando entre brindis, risas, anécdotas y ese calor de hogar que no se compra y que hizo olvidar a los fanáticos “decanos” del diluvio y la suspensión del partido, que pasó a ser un detalle anecdótico. Aquella noche, el fútbol se jugó en una terraza de Tucumán, con aroma a asado, bebidas compartidas, y el corazón celeste y blanco latiendo fuerte, como siempre. Y así, casi sin querer, la pasión por el club les regaló algo que ningún gol puede igualar: una historia que se contará por años.

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