20 Abril 2025
NEUROEDUCACIÓN. Diversos estudios muestran que el rendimiento académico está vinculado a los picos de alerta que varían según el reloj biológico. / FREEPIK
Aprender no es solo cuestión de disciplina, sino también de estrategia. Uno de los factores clave es el momento del día en el que se elige estudiar. ¿Es mejor hacerlo a la mañana, por la tarde o a la noche? La ciencia tiene algunas respuestas, pero también deja en claro que no hay una única fórmula para todos.
Según expertos de la London School of Business and Finance (LSBF), el rendimiento académico está estrechamente ligado al estado físico, mental y emocional del estudiante. Y ese equilibrio se ve profundamente influido por el reloj biológico.
Las ventajas de estudiar durante el día
Para quienes prefieren estudiar por la mañana, hay varios beneficios respaldados por la ciencia. Después de una noche de sueño reparador y un desayuno completo, el cerebro suele encontrarse en su punto más alto de alerta y capacidad de concentración. Además, la luz natural estimula el sistema visual y favorece el enfoque.
Investigadores de la Universidad de Putra, en Malasia, sostienen que las primeras horas del día son ideales para abordar conceptos complejos, resolver problemas matemáticos y adquirir nuevos conocimientos. “Muchos estudiantes experimentan mayor claridad mental en la mañana, especialmente si duermen bien y mantienen una rutina constante”, afirman en sus estudios.
Otro punto a favor es que estudiar temprano ayuda a estabilizar el ciclo del sueño, lo cual tiene efectos positivos a largo plazo en el rendimiento académico y la salud general.
La noche también tiene su ciencia
Aunque el día parezca el momento ideal para el estudio, no todas las mentes funcionan igual. Muchas personas rinden mejor por la tarde o incluso a altas horas de la noche. La LSBF resalta que la productividad tiene un fuerte componente individual: el “horario ideal” varía de acuerdo con el ritmo circadiano de cada persona.
En esa línea, la Universidad de Nevada-Reno publicó un estudio en Frontiers in Human Neuroscience donde analizaron los hábitos de estudiantes universitarios. Descubrieron que los picos de aprendizaje más efectivos se daban entre las 11 y las 21.30, contradiciendo la creencia de que la mañana es siempre la mejor opción.
La profesora Mariah Evans, coautora del estudio, explicó que el modelo tradicional de clases a las 8 horas no se ajusta a los ritmos cognitivos reales de los jóvenes. En cambio, aquellos que estudiaban más tarde tendían a retener mejor la información.
Para los llamados búhos nocturnos, estudiar por la noche también tiene sus ventajas. El entorno suele ser más silencioso, hay menos distracciones y es más fácil mantener la concentración. Además, consolidar el aprendizaje antes de dormir puede reforzar la memoria, siempre que se respeten las horas de descanso necesarias, entre ocho y nueve horas por noche.
La LSBF también destaca que la creatividad se potencia durante la noche, lo cual puede ser útil para ciertas materias o trabajos que requieren pensamiento lateral. Para quienes estudian a estas horas, recomiendan mantenerse bien hidratados, evitar comidas pesadas y crear un ambiente cómodo y con buena iluminación.
En conclusión, no existe un horario universal para estudiar mejor. La clave está en conocerse, observar cuándo se tiene mayor claridad mental y adaptar la rutina de estudio a esos momentos. Conectar con el propio ritmo biológico puede marcar una gran diferencia en la forma de aprender.
WHATSAPP ESTUDIANTES
¡Tu voz es importante para nosotros! Contanos sobre eventos en Tucumán; proponé temas para nuestros artículos o comentá lo que estuviste leyendo. Escribinos al WhatsApp Estudiantes de LA GACETA.
Temas
Jóvenes
Lo más popular
