EL GRUPO. Guadalupe, Sofía y Eliana compartieron su experiencia trabajando en el sensor de respiración y movimiento. / CORTESÍA GUADALUPE, SOFÍA Y ELIANA
Tres alumnas de Mecatrónica de la Universidad Tecnológica Nacional de Tucumán (UTN TUC) están decididas a demostrar que la innovación puede salvar vidas. Guadalupe Vildoza, de 23 años, Sofía López, de 21 y Eliana Figueroa, de 23, crearon Baby Guardian, un sensor para detectar en la respiración de un bebé el riesgo de muerte súbita infantil. El proyecto fue desarrollado para la categoría de innovación del concurso Huawei ICT Competition 2024-2025, en el que se destacó como una de los mejores del país. Pero, ahora, las estudiantes se proponen materializar su propuesta.
El concurso, que invitaba a estudiantes de ingeniería y carreras tecnológicas de todo el mundo a crear soluciones reales para problemas reales, resultó ser una gran oportunidad para estas jóvenes. A pesar de no haber pasado a la etapa regional, llegaron a la instancia nacional y del Norte de la Argentina, y planean trabajar duro hasta lograr que Baby Guardian se lance al mercado.
POWERPOINT. La presentación de Baby Guardian acompañó a las chicas a la instancia nacional del concurso Huawei ICT Competition 2024. / CAPTURA DE PANTALLA
Un proyecto con corazón
La aventura de Baby Guardian en la Huawei ICT Competition comenzó cuando Guadalupe decidió participar. “En 2023 formé parte del programa Semillas para el Futuro”, explica en diálogo con LA GACETA. “En octubre de 2024, el coordinador del grupo nos envió la convocatoria de la competencia y me animé, aunque no tenía ni tutor ni compañeras”, expresa. El destino quiso que el equipo se formara rápidamente. El profesor Gustavo Rodríguez aceptó ser su tutor, y se encargó de sumar a Sofía y a Eliana. “Así nació nuestro grupo, y juntos trabajamos desde noviembre hasta la presentación final en febrero”, detalla.
La idea surgió de la preocupación de Sofía por el síndrome de muerte súbita del lactante, una problemática que afecta a miles de familias, y que es la principal causa de muerte en niños entre un mes y un año de vida. “Sabíamos que queríamos trabajar en la ayuda humana”, comenta en diálogo con LA GACETA. Esta inquietud se gestó años atrás, durante su paso por el Instituto Técnico Belgrano, cuando hizo un proyecto similar para una muestra educativa.
López propuso crear una pulsera que pudiera detectar anomalías en los signos vitales de los bebés, como la oxigenación, la temperatura corporal y la calidad del aire en su entorno. La iniciativa pronto se expandió para incluir un sistema de monitoreo adicional: una cámara que, mediante inteligencia artificial, detectara las posiciones inseguras del bebé en la cuna y alertara a los padres a través de una aplicación móvil. También incluye una UPS (fuente de alimentación ininterrumpida) para evitar que un corte de energía interrumpa el monitoreo.
"Queríamos asegurarnos de que la tecnología fuera accesible para los padres, especialmente los primerizos, y que tuviera una aplicación práctica", explica Sofía. La pulsera sería regulable, adaptándose a diferentes tamaños, desde bebés prematuros hasta aquellos nacidos tras los nueve meses de gestación, y la aplicación permitiría monitorear parámetros de forma constante.
DISEÑO DE SOLUCIÓN. De un smartwatch para neonatos, una cámara con reconocimiento facial, generador de energía y una aplicación con alertas para padres. / CAPTURA DE PANTALLA
La recompensa
Con mucho trabajo en conjunto, incluyendo al tutor, lograron su objetivo. Y aunque el proyecto todavía no tiene la parte visual, ya hay recompensa. “Me sentí increíblemente bien formando parte de esto. Me apasiona ser parte de un equipo que busca ayudar a los demás con nuestros conocimientos. Es un sentimiento de satisfacción y propósito”, manifiesta Eliana.
A pesar de la innovación y del esfuerzo del grupo, el camino no estuvo exento de dificultades. En particular, el estrés de la competencia y las exigencias del evento pusieron a prueba la capacidad organizativa de las estudiantes. "El día de la defensa fue un caos", recuerdan entre risas.
Ahora, las tres estudiantes tienen una mirada de futuro optimista, más allá de que para ellas se acabó la competencia. "La idea es seguir perfeccionando Baby Guardian, quizás adaptando tecnologías nacionales más accesibles para llevarlo al mercado y poder reducir los casos de muerte súbita", declara Sofía.
Un futuro de colaboración
Las jóvenes dicen que gestionarán alianzas con instituciones de campo de la salud como la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán para continuar desarrollando Baby Guardian y afinar la dimensión de salud del proyecto. "Nuestro objetivo es crear un grupo interdisciplinario que combine la parte técnica con la experiencia médica", concluye Guadalupe.
El camino para convertir Baby Guardian en una realidad sigue abierto, pero la capacidad de las estudiantes de Mecatrónica para enfrentar desafíos, su pasión por la innovación y su deseo de hacer una diferencia en el mundo no tienen límites. Estas jóvenes emprendedoras, con la mirada puesta en el futuro, seguirán trabajando para ver su proyecto en práctica.
Estudiar por el ejemplo de Tony Stark, el consejo de un abuelo y enfrentar el desafío de lo nuevo
Durante la entrevista, las universitarias también abordaron el tema de ser minoría en un campo predominantemente masculina. Para Guadalupe, la chispa inicial provino de un ícono de la ingeniería de ficción. "Yo me quería meter en este tipo de carreras porque soy fan de Marvel y yo quería hacer lo mismo que Tony Stark", cuenta. Su obsesión por la Torre Stark, un rascacielos autosustentable, la impulsó a explorar el mundo de la ingeniería. Desde pequeña, su familia la alentó a seguir. "Mi papá siempre me decía que no había por qué limitarme. Si había algo que me gustaba, tenía que mandarme, sin importar si era una carrera para hombres o mujeres", afirma.
Por su parte, Sofía, proveniente de una familia de transportistas, menciona cómo su abuelo la inspiró a interesarse por la mecánica y cómo la combinación de la mecánica con la electrónica la llevó a enamorarse de la mecatrónica. "Lo que me motivó es cómo las dos cosas pueden combinarse para crear algo innovador", dice.
Eliana, quien estudió en la Escuela de Comercio Dr. Alejandro Heredia, contó que se decidió por la carrera por su duración y sus posibilidades de aprendizaje. “Me encantó la idea de explorar algo nuevo y desafiante. Al principio sentí que era juzgada por elegir una carrera ‘para hombres’. Fue un desafío, pero también una oportunidad para crecer y demostrar mi capacidad”, revela. Y suma: “las mujeres también podemos triunfar en este campo”.
Las tres coincidieron en que, aunque en el pasado enfrentaron prejuicios y estereotipos en su camino académico, saben que su capacidad no debe ser medida por el género, sino por su conocimiento y perseverancia.







