BUENA LABOR. Matías García se mostró correcto en la marca, pero no alcanzó. Fotos de Ignacio Izaguirre/Especial para La Gaceta.
Un balde de agua helada fue ese gol postrero de Guillermo Pereira. Que apagó el fuego de un triunfo resonante que se terminó escabullendo como arena entre los dedos de un San Martín de Tucumán que cometió el pecado de no saltarle a la yugular a Los Andes cuando estaba en la lona, en desventaja y con un penal a favor errado.
Bien visto, el resultado en el estadio Eduardo Gallardón no fue del todo injusto. Llevarse un punto de un recinto difícil tampoco es despreciable. Pero claro, el equipo de Ariel Martos estaba dando un golpe en la mesa, “compensando” los puntos cedidos como local contra Güemes y catapultándose a la cima de la Zona A. Y el 1-1 final lo dejó con sensación a manos vacías.
Con el debut en la red de Franco García y con Darío Sand nuevamente vestido de héroe, el “Santo” estuvo a 120 segundos -del inusual largo descuento de ocho minutos concedido por el árbitro Gonzalo Pereira- de tener una tarde perfecta.
En la previa, Martos metió mano. Algo no debió haberlo dejado conforme contra Güemes. Y el resultado en Lomas de Zamora parecía que le daría la razón.
El técnico sorprendió dejando en el banco a Gustavo Abregú, más allá de que este no venía teniendo grandes actuaciones y apostando por Franco García nuevamente como titular, como lo había hecho contra Ferro.
Con Ulises Vera en una función diferente a la habitual en el medio y con Nahuel Cainelli subido y haciendo tándem por derecha con el regresado Federico Murillo.
Hasta que llegó ese misil de larga distancia de Murillo para localizar al García delantero, que definió como definen los goleadores de raza, la actuación de San Martín había sido “ni fu ni fa”: casi sin llegadas a las inmediaciones del arquero Mariano Monllor.
Martos observaba con los brazos en jarra. Parecía no estar conforme. Pero su equipo tampoco sufría. Porque las armas del anfitrión parecían restringidas a las pelotas aéreas. Sin embargo, con tiempo cumplido, el conjunto de Leonardo Lemos tuvo su gran oportunidad, en una jugada prácticamente calcada de la que le había permitido festejar a la visita.
Hubo un largo e impensado pelotazo desde propio campo para que Mauricio Asenjo enfilara hacia Sand. El penal de Guillermo Rodríguez no se terminó lamentando en La Ciudadela porque Enzo Díaz le pegó débil y anunciado, y Sand sabe hacerse gigante en esas cuestiones de los 12 pasos.
Los cambios de Martos no surtieron efecto
En el primer tramo del complemento, el “Milrayitas” apretó. Sin demasiados argumentos futbolísticos, sólo decisión y empuje. Acontecieron una serie de tiros de esquina sin solución de continuidad. Se imponía mover el tablero, y Martos lo hizo: con Abregú en cancha, el “Santo” hizo nuevamente pie, más allá del susto del gol anulado por offside. Luego, con Gabriel Hachen y Gonzalo Rodríguez como posibles revulsivos, la sensación en cancha era que San Martín estaba cerca de sentenciar la historia. La diferencia de jerarquía entre los dos equipos -y sendos bancos- parecía notoria.
Pero nada acaba hasta que acaba. Y Juan Cruz Esquivel la perdió en el momento y en el lugar inadecuado, para que poco después Pereira rematara de pique al suelo. Golazo y amargura inesperada para un San Martín que se retiró mascando bronca y deberá seguir madurando.







