“A fines de 2023 la política de la Argentina dio un vuelco de 180º. La sociedad, tras 20 años de populismo que finalizó con una inflación del 240% anual, derrumbe económico, creciente pobreza, decidió poner fin a ese ciclo y votó al ultraliberal Javier Milei. Esto significó un cambio radical en la forma de llevar adelante la política y economía”, consideró Betina Ernst, de TopInfo.
Recordó que en el primer año del nuevo Gobierno se realizaron enormes recortes del gasto público, se eliminaron trabas burocráticas y se enfrentó la corrupción. Gracias a esto se redujo la deuda pública y la inflación, que pasó de un 20% a un 3% mensual. En política monetaria se fortaleció el peso y se achicó la brecha entre el dólar oficial y el paralelo. “Estas modificaciones no fueron gratis, la sociedad debió hacer grandes sacrificios, desplomándose el poder adquisitivo y reduciéndose los trabajos estatales”, dijo.
Para el sector productivo Milei significó cambiar radicalmente el enfoque del negocio. Tras años de hiperinflación, negocios financieros, especulaciones, la economía está en vías de normalizarse. Se puede planificar, programar, ajustar las cuentas, etc. Para la fruticultura los beneficios que proyecta el nuevo sistema aún no se visualizan. En el corto plazo preocupan el peso revalorizado y los elevados costos. La prometida baja de impuestos, para que el país se torne nuevamente competitivo, aún no se dio. Faltan reformas laborales, factor de gran incidencia en la fruticultura. Otro punto en espera son las relaciones comerciales internacionales: no se negociaron rebajas de aranceles, no se firmaron acuerdos comerciales y no se abrieron nuevos mercados.
Las exportaciones de frutas frescas en el 2024 alcanzaron las 720.000 toneladas y U$S 535 millones; valores son levemente superiores a los de los dos últimos años, pero alejados de los niveles históricos, cuando se exportaba más de 800.000 toneladas e ingresaban U$S 700 millones u U$S 800 millones. Por ahora no se puede hablar de una recuperación, sino simplemente una leve mejoría.
Pero, la situación varía según fruta, al sumarse al panorama nacional la situación internacional. Esta última fue especialmente difícil para el limón, fruta que se enfrenta a una crisis mundial ante un exceso productivo. El panorama tanto para el limón en fresco como el industrializado es complejo. Esto se reflejó en las exportaciones; las 170.000 toneladas de limón fresco embarcadas en 2024 son las más bajas de la última década.
En contraposición se encuentran los cítricos dulces. Debido a las fuertes mermas registradas en las dos principales regiones productoras, Brasil y Florida, hay una gran falta de naranjas a nivel mundial. También las mandarinas son cada vez más requeridas ante el éxito en el consumidor del norte. Por otro lado, se recuperaron en Argentina los cultivos de cítricos dulces, luego de dos años muy complicados por falta de lluvias. Se exportaron 66.000 toneladas de naranjas (+87% que en 2023) y 34.000 toneladas de mandarinas (+33%).
De las peras, que son la primera fruta exportada por Argentina, se embarcaron 344. 000 toneladas de peras y 78.000 toneladas de manzanas; levemente más que en las últimas campañas. El mayor problema de ambas frutas es que el principal destino es Brasil, país que está sufriendo fuertes caídas de su moneda, con lo que la fruta importada se torna un producto caro para los brasileños.
La situación se presentó en general favorable para las frutas menores, tal es el caso de las cerezas, uvas de mesa, duraznos y kiwis. Sus exportaciones se recuperaron y se ubicaron bien por encima de las de los últimos dos años. Menor suerte tuvo el arándano, que ante los elevados costos internos no puede competir en el mercado mundial. Solo en el rubro de orgánico tiene oportunidades. Actualmente se exporta un tercio de lo que se exportaba hace cinco a 10 años.
Llevará tiempo a recuperar la fruticultura y su importancia económica. Muchos años de crisis llevaron a que el sector no pudiera actualizarse en la medida deseada. La fruticultura moderna solo es competitiva si dispone de todo un paquete tecnológico. Por un lado, está la incorporación de nuevas tecnologías (riego, cubiertas, sistemas antiheladas y antigranizo). Por otro, hay que avanzar con mejores sistemas de conducción, remplazo de variedades, aumento de los rendimientos y mejora de la calidad de la fruta. El objetivo es recuperar al sector frutícola para que vuelva a tener la importancia que tuvo.