Si algo definía a Juan Carlos Alvarez ello era su disponibilidad, tanto para el trabajo como para el amigo necesitado de compañía o para la familia numerosa y unida que había construido. Su ánimo siempre estaba dispuesto a alentar a cualquiera que tuviera un problema. "Vendedor de ilusiones", le decían, en broma, sus compañeros. Su voz enronquecida por una garganta reacia a curarse le valió su apodo más popular, "El Mudo". Anoche el mundo del periodismo tucumano se quedó mudo ante la noticia de su partida; así se devolvía la última ilusión que había vendido: superar la dolorosa e impetuosa enfermedad que, finalmente, segó su vida.
Alvarez empezó a incursionar en el periodismo deportivo en la década del 60, más por vocación que para hacer de esta actividad su profesión y su medio de vida. Esa oportunidad le llegó en 1981, cuando LA GACETA sacó a la calle el vespertino "La Tarde", del que fue cronista hasta su cierre. Luego pasó a formar parte del plantel de LA GACETA. Desde allí realizó importantes coberturas de fútbol y de boxeo, que fueron sus grandes pasiones. Además ofreció su mirada sobre temas actuales desde la columna dominical. Incluso en su lecho de enfermo, seguía pensando en las notas que iba a hacer.Sus restos son velados en la empresa Flores y recibirán sepultura hoy, a las 18, en el Cementerio San Agustín.